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El desgraciado vuelo JK5022

"En aviación nunca se previene demasiado", han dicho los controladores aéreos ante las restricciones de vuelos tras la nube de ceniza del volcán de Islandia que acabó por afectar a Canarias. Es preferible el caótico espectáculo de las cancelaciones, retrasos y cierre de varios aeropuertos antes que poner en riesgo la vida humana. Paralelamente, la cadena Ser emitió algunas de las últimas palabras grabadas en la caja negra del vuelo JK5022, Madrid-Gran Canaria, de Spanair, que se estrelló el 20 de agosto de 2008 en Barajas.

Se te ponen los vellos de punta al escuchar los lamentos y los despropósitos, el cruce de conversaciones entre unos y otros. La señora que pide a los que llaman ceñirse al protocolo, el que llama para dar cuenta de la catástrofe enervado por lo que estaba viendo. La petición de urgente ayuda, mientras los que estaban al otro lado del teléfono tal vez se estaban tomando su cervecita con gambas. La enorme tardanza de los servicios de rescate, la constatación de que docenas de víctimas podrían haberse salvado si la operatividad hubiese sido la correcta. El caos nacional que es Madrid-Barajas, reflejo de lo mal que funciona el país. Un aeropuerto de pesadilla como bien sabemos los canarios, con sus caóticos pasillos, con sus retrasos infinitos, con su descoordinación. La indolencia, el burocratismo y la comodidad del funcionariado. El pasotismo extremo. El afán de los mecánicos por solucionar las averías de un avión con bolsas de hielo sobre una delicada sonda, parcheando como suele hacerse por estos lares, improvisando sin atacar los problemas de fondo.

A quienes usamos el avión con cierta frecuencia se nos ponen los pelos de punta al comprobar la sarta de despropósitos, el desprecio por la vida humana, la indolencia de los responsables y de todo el personal. Ninguna indemnización millonaria puede restañar las heridas ante tanta pérdida: familias enteras que desaparecieron devoradas por la fatalidad. ¿Quién controla la seguridad de los vuelos, qué inspectores revisan los aparatos y toman medidas para que la seguridad sea completa? ¿Qué garantías tiene el usuario de que se han puesto todos los medios necesarios para subirse con tranquilidad? ¿Somos un país serio o nos puede el ramalazo tercermundista, todavía hoy?

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