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El móvil e internet, entre las nuevas adicciones

Una psicóloga clínica, Neus Colomer, acaba de publicar un libro titulado Las nuevas adicciones, Zenith, 2010. Sin llegar a ser graves o a suponer un trastorno serio de la personalidad, estos fenómenos constituyen conductas compulsivas que pueden perjudicar nuestra vida cotidiana. La adicción es un comportamiento que puede transformarse en una obsesión, y ésta hace que pierdas el control. Se genera culpabilidad y luego pueden llegar unos sentimientos depresivos que sólo se pueden calmar recayendo en la adicción. Al final todo es una rueda que se retroalimenta a sí misma. La psicóloga estima que las nuevas adicciones podrían ser el deseo de conquista, el cultivo de malas relaciones, el trabajo, la cólera, el aspecto físico, la limpieza y la compra. A las que se podría añadir la adicción al teléfono móvil, tan frecuente en nuestro entorno, así como hay otra nueva adicción muy habitual: el ligoteo por internet, el chateo en busca de amores utópicos, que deriva en el llamado sexo virtual.

También la autora estima que hay otra adicción que no suele entenderse como tal: la de la cólera. La padecen personas que triunfan en todos los órdenes de la vida pero les ha quedado la actitud infantil de que cuando se monta una pataleta se consigue lo acaba por conseguir lo que se desea.  ¿Es que el ser humano está teledirigido por la publicidad, los medios de comunicación, la imagen, el consumo? ¿Acaso en estos momentos la crisis económica condiciona el hecho de que seamos más o menos felices? Podría ser, pero también hay una cosa positiva de la crisis económica, y es que va a parar todo esto. Pues se trata de una crisis tan profunda que debería llevar a que revisemos nuestra manera de vivir y de comportarnos, así que esta crisis supone una gran oportunidad.

Además, lograr la felicidad es una decisión personal, dice Neus Colomer. Ser feliz es una decisión particular porque siempre habrá motivos para serlo, de la misma forma que siempre existen motivos para no serlo. Para ello recomienda la lectura, el disfrute del arte, el cultivo del ocio activo. Ni el móvil ni el gimnasio ni el ordenador ni las compras son suficientes para llenar la vida. Para ser feliz lo más importante sería no necesitar muchas cosas, sino a uno mismo.

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