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LA DESFACHATEZ DE LOS MERCADOS

El lúcido Saramago dijo que en estos tiempos se percibe la muerte de los ciudadanos. Antes se planteó la muerte de Dios y ahora se plantea la muerte de la gente corriente que sustenta el sistema neoliberal. ¿Para qué sirven las reuniones del G-20, del G-8, del FMI etcétera? No gobiernan quienes ganan las elecciones, sino que gobiernan los mercados, los especuladores, los listos, a los que intenta meter mano el presidente Obama.

Hay que restaurar la confianza en los mercados, y el ciudadano entiende que detrás están los especuladores que manejan las bolsas del mundo, los maniobreros de operaciones financieras, los que se burlan del resto. Ante esta realidad ante la que poco pueden los currantes ¿de qué vale hablar de ideología? Como dice Pedro Arrojo, profesor de la universidad de Zaragoza, ¿cómo puede explicarse que se hayan esfumado miles de millones de euros de dinero público, inyectados en el sistema financiero privado para dinamizar el crédito, y apenas se ha conseguido liquidez? Los bancos y cajas optaron por rellenar su agujero antes de liberar ese dinero público hacia el sistema productivo en forma de créditos.

Los grandes capitales están en paraísos fiscales, que demuestran las vergüenzas de un sistema que sólo aprieta a los débiles y se rinde ante los ricos. La vulnerabilidad es grande, como se ha demostrado con Grecia y con nosotros. La crisis actual evidencia el error que supone mitificar el mercado con este enfoque neoliberal. La falsa riqueza, la generada mediante operaciones financieras, no está respaldada por la economía real. Los gobiernos han permitido que los especuladores jueguen a sus anchas, amparados por los principios del libre mercado.

Y la economía española sigue sometida a la especulación inmobiliaria de la que nadie quiere hablar ni asumir responsabilidad alguna. Según los analistas, nadie tiene capacidad suficiente para meter en cintura a quienes poseen el poder económico, ante los cuales se arrodilla el mundo, pues en definitiva la crisis es moral y ética. Así los mercados tienen más poder que las naciones, que los parlamentos, que la ONU y que la Unión Europea juntas. Veremos si hay señales positivas en los próximos tiempos.

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