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Arde Londres

Las convulsiones del verano son de una virulencia desconocida. Las campañas contra Obama, ese presidente negro, como dice el Tea Party, hacen que las bolsas se hundan dando paso a bien meditadas operaciones. Los mercados, es decir los especuladores, se frotan las manos porque saben que a río revuelto hay ganancia de pescadores. Arde Londres pero en realidad lo que arde es todo el planeta, que no encuentra un modelo económico viable y justo. La vieja y querida Tierra, donde el quince por ciento de la población posee el 85 por ciento de los recursos.

Ante la dificultad de encontrar alguna vez un capitalismo de rostro humano, la Unión Europea no sabe/no contesta. Ataques a Italia y por supuesto a España mientras algunos analistas anticipan que lo peor está todavía por venir, pues ni siquiera inyectando dinero a los bancos se va a recuperar la economía. Hablan de que ya no hay confianza en el dólar como divisa internacional, y que estamos en realidad ante el agotamiento de un modelo. De este modo, en 2012 no solo no llegará la recuperación sino que los balances serán cada vez peores, en 2015 entraríamos en una fase de estancamiento y solo a partir de entonces se iniciaría una fase de recuperación todavía débil. Creen que el problema es que se han generado unos activos financieros que se han vendido por un valor muy superior al real. Si todo esto está cuestionado, el crecimiento mundial va a ser lento, habrá poco empleo, los países están endeudados hasta las cejas, empezando por el cogollo del imperio, EEUU, que ya soporta un déficit muy fuerte.

¿Seguirá siendo EEUU el líder de la economía mundial si resulta que los chinos están comprando el 70 por ciento de su deuda? Hay quien avisa también de que el crecimiento de los chinos es bastante ficticio, y que en realidad China es como un tigre de papel que se caerá si soplan fuertes vientos en occidente. Arde Clapham, el sur deprimido, arde Camdem, arden los suburbios con mayores índices de inmigrantes y cuando arde Londres es como si ardiéramos todos en esta combustión voraz que genera una economía manipulada, insolidaria y gamberra.

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