La primera vez que tomé conciencia de un terremoto fue el de Agadir, un pueblo costero a trescientos kilómetros de Marrakech. Ocurrió en el año 1960 del siglo pasado. Hubo más de diez mil muertos y desde lugares lejanos enviaron ayudas sanitarias, alimentos… Realizaron tareas de desescombro, enterraron muertos, buscaron partículas de vida.
Me impresionó aquel escenario de desolación, olor a muerte y destrucción. Millares de seres sepultados bajo piedras y piedras, tragados por las ruinas, entre el rumor infernal de buitres y operarios, que sorprendidos al encontrar a una niña después de ocho días, gritaban:
-¡Está viva, está viva!
Lo recuerdo como una vieja película en blanco y negro, aunque por desgracia después del terremoto de Agadir, han seguido más de un centenar de extrema dureza: el de Valdivia y Chile el mismo año, una década después Perú sufre una sacudida, se lleva sesenta mil almas. Managua, Guatemala, Pekín, El Salvador, India, Japón, Turquía. En el siglo XXI, de nuevo Irán, Pakistán, China Haití, Chile…Y ahora, sometidos al capricho de los dioses, la Tierra se ensaña en las zonas montañosas de Italia con cuatro terremotos y un alud de nieve sepulta un hotel con seres humanos.
No puedo entenderlo, siempre he pensado que el planeta Tierra es el lugar más seguro, que el peligro está en el cielo que, hostil nos envía huracanes, tifones, rayos, truenos, tornados… Quizás estoy influenciada por el Antiguo Testamento cuando por culpa de nuestros pecados, de la maldad humana, nos penaban reduciéndonos a la nada con granizos, plagas de langostas, fuegos…
Estaba equivocada en la Tierra tampoco estamos a salvo, porque ella igual que en una guerra psicológica librada por la naturaleza, usa su poder destructivo al modo de la película “El fin de los tiempos” (2008), basada en la crisis ambiental y escrita y dirigida por M. Night Shyamalan en la que árboles y plantas dejan de actuar como “pulmones” y comienzan a “envenenar” a la sociedad, a amenazar las actividades humanas, el equilibrio natural de la Tierra.
Y a pesar de todo algunos científicos y políticos siguen sin creer en el cambio climático, hasta el poderoso Donald Trump, ha dicho que el calentamiento global es un cuento chino. Menos mal que 195 países si llegaron a un acuerdo en la Cumbre de París para reivindicar un compromiso y enmendar el calentamiento global, ese impacto que comenzó hace casi doscientos años con la revolución industrial.
Un cambio climático que ha puesto en vilo las costas, los mares con la contaminación del petróleo, los bosques, las montañas, los campos con fertilizantes y pesticidas, el agua potable, el Ártico que se derrite… En resumidas cuentas, el planeta se desmorona, por lo que necesitamos la complicidad de todos nosotros, de las organizaciones que protegen el medio ambiente, de las nuevas generaciones que conscientes, han convertido la ecología en una religión por la naturaleza, han conseguido infundirnos la esperanza de poder vivir a salvo en la Tierra.
¡Ojalá lo consigan!
Fotos entresacadas de las redes de Internet. Terremoto de Agadir y el reciente de Italia.
Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com
PedroLuis
En la inmensidad del espacio, esta pelotita azulada, envuelta por celajes de algodón, es generosa con la vida, pero de vez en cuando se revuelve y da picotazos de muerte, para recordarnos que, como especie inteligente que somos, no olvidemos que el escenario es ella y nosotros, en general todas las especies, somos meros actores invitados a la actuación pasajera.
El planeta Tierra, más concretamente la cáscara que lo envuelve en la que se refugia la vida, la biosfera o Gaia, es un sistema dinámico que tiende a regularse, con sus bondades y con sus maldades, como cualquier ser vivo, que disfruta de los placeres y se revela cuando se siente amenazada.
Personas (o animales), como el presidente -electo- Trump, más acostumbrados al triunfo que al fracaso, es hasta lógico que piensen que, antes desde su acristalada “torre” y ahora desde su dorado despacho oval, pueden controlarlo todo, hasta el clima. Si no es un redomado hipócrita, nada descartable, se irá a la tumba, dorada por supuesto, con su engaño. El parece ser así y, tal vez, por ser así lo han elegido.
Vaivenes en el clima ha habido siempre, lo que sí parece ser que en esta ocasión es más acelerado el cambio, por la sobrepoblación del Planeta y las exigencias culturales que conlleva. Precisamente leo estos días un libro, del arqueólogo Brian Fagan, sobre “La pequeña edad de hielo” y de cómo el clima afectó a la historia de Europa entre 1300 y 1850. Muy interesante.
Doña Rosario, disculpe el rollo, pero su interesante artículo es para nosotros: “un me alegro que me haga esa pregunta”. Eso sí, usted en vez de preguntar, enseña, con el arte propio de las artistas. También yo, guardo difusos en la memoria los recuerdos catastróficos del terremoto de Agadir, que nos perturbó en la infancia, cuando la salvación venía del Cielo.
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Juanf
Amiga Rosario, nos dejas saber;
“No puedo entenderlo, siempre he pensado que el planeta Tierra es el lugar más seguro, que el peligro está en el cielo que, hostil nos envía huracanes, tifones, rayos, truenos, tornados”…
Buena amiga sin ir muy lejos allá por el 1950 tuvimos en nuestra isla el volcán de San Juan, todo un espectáculo que recuerdo ir a ver al tiempo que admiraba con temor como la lava se llevaba las casas y donde los arboles se incendiaban mucho antes de que por allí llegara.
En el año de 1958 no fue la naturaleza sino la ambición del hombre que trato de derrocar a un dictador venezolano y donde los tiros se dejaron sentir, cosa que con cierta frecuencia los habitantes de ese país pudieron escuchar y donde muchos murieron en las refriegas, hechos estos que no solamente pude observar de lejos sino también de cerca donde terroristas atacaron el lugar donde en ese momento trabajaba, sin olvidar la tragedia que hoy por allí pasa en el día a día de sus habitantes.
En Caracas en el año 67 pude sentir el terremoto escala 6.5 y que duro mas de 50 segundos dejando edificios destruidos, mas de doscientos muertos y miles de heridos, fue este fenómeno telurico muy desagradable, llegó precedido de un ruido extraño y donde el sismo no dejaba caminar por la subida y bajada de la calzada.
El Huracan Andrew de categoria 5 a mas de doscientos setenta kilómetros por hora, nos pasó sobre nuestra cabeza en la Florida, llegó con un ruido de tren y se apreciaba como una maza que batía las paredes y todo aquello que se le colocaba a su paso, mas de veinticinco mil casas fueron destruidas ( una de ellas la nuestra , casa a la cual pudimos regresar catorce meses después), se dio la cifra de 65 muertos y el costo de este monstruo se calculo en mas de de 26 billones de dolares en perdidas),
Termino amiga Rosario comentando sobre la poderosa naturaleza, viajando de Tenerife a Málaga por mar en el Villa de Sevilla, en tiempos que no se podía predecir huracán o ciclón alguno con anticipación, nos encontramos con uno que hacia subir y bajar la proa del barco como si de un edificio alto fuera y el sótano a segundos después, espectáculo duro, pero que pude observar desde un salón con visual en la parte alta ( debajo de los mandos) y que aun recuerdo como si de foto perenne fuera.
Y terminas Rosario con; ” Y a pesar de todo algunos científicos y políticos siguen sin creer en el cambio climático, hasta el poderoso Donald Trump, ha dicho que el calentamiento global es un cuento chino”.
Creo que estamos en malas manos con esa manera de pensar, el dinero pareciera ser el factor mas importante para el llamado tramposo magnate americano quien tiene mas de cincuenta pleitos en corte por aquellos que consideran fueron defraudados.
Ahora a esperar y a seguir avanzando a rastras por el peso de tantas miserias que a la humanidad le rodea, en nuestro único mundo que conocemos y que podemos hacer bueno o malo de acuerdo a la manera en que podamos pensar, aun cuando en nuestras islas reina por los momentos la tranquilidad.
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