Se piensa que el cinturón de castidad se inventó en Oriente Próximo llegando a Italia en el medioevo conociéndose como "cinturón florentino".
Desde tiempos inmemoriales se creyó que el semen es un flujo limitado que no se debe desperdiciar, estando contraindicada esa efusión antes de un importante esfuerzo. Así, en tiempos pretéritos, para evitar que atletas, gladiadores y cantantes perdieran sus facultades, se les colocaba antes de su actuación pública lo que se llamaba una fíbula, una especie de cinturón de castidad; o dicho de otro modo, unas bragas de cuero que les impedían los placeres de Onán.
El origen del cinturón de castidad lo se puede encontrar en la base de la cultura occidental, en el mundo griego. Su sentido tendría un origen mítico relacionado con el nudo de Hércules, cinturón de virginidad, hecho de lana, que debía ceñir la mujer griega al llegar a la pubertad y que solo el marido desataría en la noche de bodas. El sentido de esta prenda lleva implícito el valor masculino de la fuerza, representado en Heracles o Hércules.
La opinión tradicional sobre el cinturón de castidad es que se usaba como prótesis para impedir que el cuerpo disfrutara de los deleites de la carne. Porque no hay que olvidar que se creía que el cuerpo de la mujer era carne que corrompe, que llamaba al pecado. De ahí la idea de la vagina como un foso, como la entrada al infierno. Como la perdición.
Pero además garantizaba la fidelidad de las esposas durante las largas ausencias de los maridos, y sobre todo de las mujeres de los cruzados que partían para Tierra Santa. Así se empleaba alguna vez, para salvaguardar, la "fidelidad" para "salvarla." durante periodos breves de unas horas o un par de días, nunca por tiempo más dilatado. No podía ser así, porque una mujer cerrada con llave de esta manera perdería en breve la vida a causa de las infecciones ocasionadas por la acumulación tóxica no retirada, las abrasiones y las laceraciones provocadas por el mero contacto con el hierro.
Durante la Edad Media la ley solo protegía a los hombres, dándoles todos los privilegios y los derechos. La mujer estaba subordinada a las exigencias de su marido, padre o hermano.
El cinturón de castidad lleva consigo no solo la castidad obligatoria, sino además la prohibición del placer y del autoplacer, el control de las pasiones.
Aunque también hubo otro uso muy diferente. Constituyó una barrera contra la violación, una barrera frágil pero suficiente en determinadas ocasiones, por ejemplo, en épocas de acuartelamiento de soldados en las ciudades, durante estancias nocturnas en posadas durante los viajes…
También sabemos por muchos testimonios que las mujeres se colocaban el cinturón por iniciativa propia, como una especie de fina tortura autoimpuesta. Cinturones que aún podemos ver en museos como el que se exhibe en el Palacio Ducal de Venecia de 1388, uno de los más antiguos. Se cree que perteneció a Francisco II, tirano de Padua, quien obligaba a su mujer que lo usase continuamente para asegurarse de la honradez en su ausencia. Está forrado de cuero y provisto de dientes muy afilados alrededor de cada orificio.
En España existe otra leyenda curiosa (no es historia oficial). Se refiere a Rodrigo Díaz de Vivar, teniendo el Cid que partir por largo tiempo por haber sido desterrado por su Rey, tuvo que dejar a su esposa Jimena en casa y temiendo que esta le fuese infiel le hizo poner un cinturón de castidad.
No obstante hay muchas dudas sobre su uso real. No se encuentra ninguna alusión a los mismos en la sátira erótica de Bocaccio, Bardello o incluso de Rabelais, que trataron la sexualidad de la gente común, los celos y las artimañas para engañar a cónyuges y a amantes. Sátiras de los siglos XVI a XVII.
Sin embargo el cinturón de castidad reaparece en las obras satíricas y en las artes figurativas de los siglos XVI a XVII para demostrar la estupidez del hombre que le impone el cinturón a la mujer, mientras ella entrega las llaves a un varón joven, una escena repetida que entraña una moraleja: «A la mujer no se la puede tener encerrada».
En el siglo XVIII Voltaire usa el concepto de castidad como la estulticia del hombre y 30 años después uno de los padres de la Ilustración, Diderot, lo presenta como el símbolo de la oscuridad en el Medievo. Después, nadie lo discute.
Es en el siglo XIX cuando los cinturones, más refinados, pequeños y ligeros, son usados por algunas mujeres de Inglaterra y Francia para evitar la violencia carnal y como garantía de fidelidad, además de ser impuestos también a adolescentes de la clase media para evitar las masturbaciones nocturnas que, se creía, podían comportar enfermedades físicas y mentales.
Las funciones represoras que la Ilustración atribuía a la Edad Media entran sin embargo en la práctica en el siglo XIX.
Actualmente, en una zona rural de Boca del Río, Veracruz, en México se ha dado el caso que durante diez años, cada mañana antes de irse a trabajar un campesino mexicano le ponía un aparato con candado de seguridad al pantalón vaquero de su mujer. Ella lo denunció porque no soportaba más el dolor de estómago producto de la imposibilidad de hacer sus necesidades fisiológicas.
Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com
PedroLuis
Doña Rosario, entré en su blog con la ilusión de siempre… ví la foto, me "arripié", y salí corriendo para Veracruz. Igual tengo suerte, y el campesino me da trabajo.
Nuestro Cid, siempre fue prototipo de varón ibérico. Se manejaba, como nadie, con la mano en la espada. Tanto, hasta quedar "esmorecido". Lógico que cerrara con candado la puerta, para descansar tranquilo.
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lleon
¡Qué tiempos, qué costumbres!
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