La realidad inexorable de la crisis está presenteen nuestra vida cotidiana.En efecto, el mundo que conocíamos, el de la opulencia, el del gasto desaforado, el de la inversión fácil y especulativa ha entrado en crisis, arrastrando tras de sí a toda la estructura económica.
Y en una economía mundializada, sus efectos son contudentes, ocasionando recesión y paro, ralentizando toda la actividad económica.En nuestras islas ha afectado fundamentalmente al monocultivo del turismo; y, en general, al subsector de la construcción.
En nuestra isla, con es prudencia y verlas venir que siempre ha caracterizado a los palmeros,con una economía más centrada en el plátano, tal vez por eso de que estamos con u na hora menos que en el resto de las islas, la crisis también está presente;pero, podemos plantear de otra manera el devenir inmediato, tratando de buscar una mayor diversificación económica, ampliando nuestras perspectivas de futuro, teniendo en cuenta los errores y desafueros cometidos en otras islas con el llamado turismo de sol y playa.Al parecer, existen instrumentos de planificación, algunos ya aprobados, otros en vías de serlo; aunque, personalmente entiendo que la verdadera piedra de toque del cambio está o ha de estar en nuestras consciencias.
Un mundo distinto será posible si asumimos que las recetas del pasado ya no sirven, que hay que reiventar las relaciones sociales y económicas, adecuándolas a las nuevas necesidades,pero, sin ese afán tan desmedido por la riqueza y el beneficio inmediato; que, por otra parte, constituyen uno de los motores del sistema capitalista. Luchar contra el sistema es difícil,aunque si podemos ser protagonistas activos de los acontecimientos, demandando procesos de cambio y de desarrollo consensuados, y en foros abiertos, y con participación activa.
No nos vale el derrotismo, la autocomplacencia, ni el lamento.Sí, el esfuerzo colectivo por innovar, porque cualquier tiempo futuro será mejor, si aprendemos de las lecciones del pasado.