Le dedico este poema que me ha dictado el corazón a todos los Fuencalenteros, con mucho cariño:
Fuencaliente, Fuencaliente,
lugar donde nací,
¿qué te ha hecho pueblo mío,
ese monstruo arrollador,
que comió tus pinos verdes
y mató tu flor?
¡Corre, corre,
vuela, vuela,
vete a despertar
a la gente que bien duerme,
no se vayan a quemar!
Ese enemigo destructor
llegó antes que el aviso,
ahogando a su paso
el perfume de mi pueblo.
Perfume con aroma a pino,
a fruta fresca y a mosto.
Ya no huele,
ya no ríe,
la alfombra verde
de su entrada,
ahora con su manto negro,
de luto se ha vestido.
Allá va su gente huyendo,
corriendo hacia el mar,
por la ruta que escogió
la lava antes en su lugar.
Otros allí se quedan,
la casa hay que salvar,
despierta vecino,
que nos vamos a quemar.
Esa noche todos uno,
la desgracia los unió,
y la noche pasaron
compartiendo un mismo techo.
Cielo negro y rojo,
cielo sin estrellas,
al que salva desde arriba,
desde aquí no lo vemos.
Mas Él sí nos vió,
y los mismos que habían,
los mismos que amanecieron.
Ahora a luchar,
que hay que recuperar
todo su esplendor.
Vuelve, vuelve,
pino verde,
perfume a fruta y a mosto.