Adoptar un cachorro

Somos Txinarro y Murúa, dos perros pastores garafianos que vivimos sanos y felices en La Palma, o al menos lo parecemos. A pesar de vivir en una casa con casi dos mil metros de terreno, todos los días del año salimos a jugar con nuestros dueños, independientemente del tiempo que haga, que para eso se pueden cambiar de ropa. Como nos llevan de vacaciones con ellos, hemos recorrido bosques, subido montañas y nadado en playas, ríos y lagos de cinco países. Hemos entrenado para competir en Canicross, Hot Zone, Dog Diving y acostumbramos a jugar entre nosotros partidillos de Ultimate Frisbee. Aunque nunca ganamos en nada, ni lo pretendemos, siempre lo pasamos muy bien. Ahora estamos aprendiendo a correr fijados a la mountain bike sin desequlilibrarla y a realizar travesías a nado fijados a una persona. Sabemos estar sin molestar en casas ajenas o en el interior de restaurantes mientras nuestros dueños comen, a pesar de que haya otros perros en las mesas al lado. Jamás corremos detrás de las ovejas o las cabras con las que nos encontramos en nuestros paseos y no tocamos la comida hasta que nos dan permiso.
Queríamos enseñar a un cachorro lo que hemos aprendido, y aunque no esperábamos ninguno hasta dentro de medio año, nuestros dueños sintieron que querían colaborar cuando leyeron que habían recogido una camada de nueve perros mestizos en Fuencaliente, de los que ya habían muerto cinco por virosis. Decidieron ir a verlos y con sólo ver a Gino al bajar del coche ya tomaron la decisión de adoptarlo.
La asociación que los custodia (¿a quién “pertenece” un perro aparecido en un municipio de La Palma?), Tierschutz-Garafía , en un principio dijo que se podría venir con nosotros, pero no antes de un mes, por lo que mis dueños ofrecieron llevarnos a Tijarafe dos veces por semana, para que nos vaya conociendo y, con los paseos por el monte irse recuperando del parvovirus pasado.