El 28-N no sólo es el final del tripartito, sino que también puede ser el principio del fin de Zapatero, que ha recibido una inequívoca patada electoral en el trasero del PSC. Es el gran derrotado de los comicios celebrados ayer, ya que fue él quien contribuyó a la pesadilla de los siete años de soberanismo radical en Cataluña dando alas al Estatut. Es posible que anoche maldijera la hora en la que tuvo aquella ocurrencia: "Aprobaré la reforma estatutaria que salga del Parlament".