Aún tengo la cara colorada del espectáculo que dio el entrenador del Club Tenisca, increpando al portero desde los primeros minutos, vociferando tacos e improperios a sus propios jugadores e incluso amenazando a alguno del público cuando se le llamó la atención, queriendo llegar a las manos en el descanso.
No tengo mucha costumbre de asistir al fútbol, y si es así siempre, qué
vergüenza deben pasar estos niños, además de la vergüenza que hizo pasar al resto de asistentes. Son niños de 10 años que ven cómo un adulto se comporta como un energúmeno por un simple juego. También me pregunto y pregunto a los lectores si no hay unas reglas y unas normas de buena educación y más en el caso de un evento en el que los protagonistas son niños de Enseñanza Primaria. Me pregunto a quién deberían remitirse las quejas ante el comportamiento tan agresivo e impresentable de este mal llamado entrenador.
¡Todavía pienso qué habría ocurrido si además hubiera perdido el partido!…