En la noche del sábado 17 de julio nos hemos encontrado con que, por decreto de lo ayatolás del ayuntamiento, se ha impedido la diversión en Santa Cruz de la Palma: no hubo verbena, los quisocos cerrados, los bares obligados a cerrar con horario estricto y la terraza obligada a cerrar dos horas antes de su hora habitual. Algo parecido ocurrió hace cinco años, y el argumento para tal fechoría es que al estar la virgen en la ciudad hay que mantener "un respeto"…
La Bajada tiene una dimensión religiosa y otra puramente festiva, ambas tienen que convivir y respetarse. Impedir la diversión el día central de la fiesta por cuestiones religiosas es puro integrismo, más propio de estados como Irán. Vivimos en un país laico, y el ayuntamiento no puede decidir al son de la moralina católica. Debe haber pluralidad y espacio para todos, los que quieren rezar y los que quieren divertirse.
Tomen nota, no voten a los que faltaron al respeto a miles de ciudadanos que querían divertirse y se encontraron con una total desolación.