Casi todas las semanas me tomo unas cañitas y unos camarones en un kiosco privilegiado por su ubicación en los Cancajos y asisto perplejo a las malas formas que su dueño "la mayoría de las veces" tiene hacia el turista y hacia el palmero. ¿Qué imagen se está llevando el turista (porque los de aquí ya estamos curados de espanto) ante la vergonzosa actitud de este empresario que al fin y al cabo nos afecta a todos?.
Respecto a los camareros que trabajan allí, chapó por ellos. Son amabilidad ante todo.