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EL KIOSCO DE LA PLAZA
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Reflexiones sobre los enanos

Iba el otro día por la calle real, a la altura del bar ojo de cristal, cuando tropecé con un amigo, comenzando a conversar sobre temas de nuestra ciudad. LLegada la hora, cuando surgió lo de los enanos, me aclaró una duda que me carcomía por dentro. Esa duda se refería a la comisión de fiestas de la tan cercana ya bajada de la virgen, comentándome el mismo que el número de los enanos, nuestro favorito, lo organizaba el partido popular, por algo de un pacto de no agresión y de organización entre todos los partidos. No pude más que esbozar una amplia sonrisa, pudiéndole explicar que me alegraba, ya que así no serán tantos enchufados de coalición los que tengan el privilegio de adherirse a ellos. Después de un buen rato y una taza de café con mi buen amigo, continúo mi camino muy felizmente hacia la plaza de la alameda, dándole vueltas al asunto de los enanos. A cada paso que doy me voy entristeciendo. LLego a la plaza y me siento, lamentándome por mi postura ante mi amigo. Pienso, hubiese sido divertido que coalición hubiese elegido a los suyos para semejante acto. ¿Se imaginan al enchufado preferido del alcalde de enano? Sí señores, me refiero a pipi el negro, ¿Por qué se le ve siempre en las contratas del ayuntamiento ¿Y a Jar?, ¿no se lo imaginan? ¿por qué siempre los mismos? ¿Por qué siempre esa misma cuadrilla desaseada y con malas pintas en nuestro ayuntamiento? ¿Con qué maravilloso elemento regarán la maceta para estar siempre en el ayuntamiento? Me levanto y sigo andando, llegando a la estatua del enano, vuelvo a levantar la cabeza, mirando a ese enano a los ojos y pienso "No, por Dios, ¿en que estaría yo pensando? Menos mal que semejante sacrilegio no ha pasado". Sigo mi camino, dándole gracias a Dios de que semejantes personajes no hayan cogido ese espectáculo como organizadores.

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