En teoría, parece que un pacto es bueno porque implica sumar "lo mejor" de los objetivos de un partido con los del otro cuando ninguno ha obtenido mayoría absoluta en la institución que sea (lo entrecomillo porque eso siempre es relativo). Por supuesto, ese cambio de objetivos presupone que hay una voluntad real de pactar, es decir, tú renuncias a esto, yo a esto y a partir de aquí trabajamos juntos. Lamentablemente, como podemos comprobar día tras día, los pactos en las instituciones no son más que componendas para alcanzar la mayoría absoluta de los concejales/consejeros/diputados para que los plenos puedan elegir a su presidente, que también lo es de la institución. Luego ya, cada uno hace lo suyo por su lado pasando tres kilos de la necesaria coordinación de un trabajo en equipo, mirando con más recelo a su socio que a la oposición, levantando un muro entre "lo que llevo yo" y "lo que llevas tú". Vamos, que la guerrilla de Pancho Villa estaba mejor organizada. Y eso por no hablar que el gasto es doble porque todos quieren un par de cargos liberados con sus correspondiente asesores. En definitiva, que en la práctica es mejor un gobierno monocolor, porque si los pactos son tan buenos, ¿por qué no pactan todos?
Martelero
¿Son útiles los pactos? Como mínimo, para los que los hacen, sí.
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