TAZACORTE AGONIZA

La situación de Tazacorte no es cosa de hace dos días, ni siquiera de dos años, hace muchos que de una forma lenta e inexorablemente el pueblo ha ido languideciendo, quizás en los años que viví ahí también sucedía pero no era consciente al punto que lo soy ahora que lo visito un par de veces al año y por vacaciones.
La propiedad de la tierra era antes, como ahora, de los mismos pero la diferencia estaba en que el método de cultivo era diferente, era un método en que se necesitaba abundante mano de obra por eso casi todo el mundo tenía trabajo, ahora apenas se necesita mano de obra para cuidar una fanegada.
Como la gente tenía trabajo, gastaba, de ahí que hubiera por lo menos 12 ó 14 tiendas (de las llamadas de aceite y vinagre) sólo en el pueblo sin contar las 2 ó 3 de Marina, un par más en San Borondón y otras tantas en el puerto y qué decir de cantidad de bares, había también varias tiendas para la venta de tejidos y ropa, perfumerías, librerías, había artesanos zapateros, latoneros, 3 sastrerías, etc., un sinfín de actividades que eran la vida del pueblo.
Era un pueblo conocido por su animación, las fiestas de San Miguel y sus carrozas atraían gente de la isla, los carnavales eran otro punto de encuentro de las gentes del valle y hasta un simple domingo llenaba la antigua avenida de bote en bote de gente paseando.
Había sólo un cine pero ¡qué colas los domingos!
¡Qué satisfacción sentí cuando hace un par de semanas en La Laguna me encontré con una monja bastante mayor que al decirle que era bagañete me dijo “del Paris chiquito”! Y me habló del tiempo que vivió en La Palma y como recordaba con cariño no sólo la isla sino los ratos agradables en Tazacorte en la casa de unas conocidas (no menciono qué familia es por motivos obvios)
No podemos seguir anclados en un pasado “glorioso” pero si debemos recordarlo para saber que hay otra forma de hacer las cosas, que si se ilusiona se consigue y que si todos tiramos de la cuerda en la misma dirección y el mismo sentido, se puede, se puede mejorar una situación penosa como la actual.
Hace 50 años el mundo era diferente y el pueblo también, la globalización nos afecta a todos y a todo pero también podemos y debemos seguir manteniendo una identidad, una idiosincrasia, unas formas para no “perdernos” en la masa. Tazacorte siempre ha sabido ser diferente, original y hasta único y ese es el patrimonio que nos legaron nuestros antepasados bagañetes y el que tendremos que recuperar ahora que aún hay tiempo, de lo contrario, como dicen algunos aquí, volveremos a ser un simple barrio del pueblo de arriba.