En 1.949, decenas de familias de Las Manchas fueron condenadas al hambre por vivir en una zona alejada de los manantiales, por una terrible sequía que se prolongaba desde tres años atrás y, sobre todo, porque sus mejores campos y viviendas fueron arrasados por el Volcán de San Juan. No llegaron ayudas ni se construyeron las casas prometidas por el entonces Ministro Pérez González. Los que pudieron emigraron y los que no siguieron pasando las penurias más crueles en aquella etapa triste de nuestra historia. Las lavas acabaron con todo tipo de porvenir en los pagos de El Cantillo, El Cercado, Las Lajas y El Cercado en donde a finales de 1.949 unos niños descubrían cómo las palomas se refugiaban en medio de una cueva enorme. Los muchachos rápidamente recorrieron con hachones de tea un tubo que descendía centenares de metros y que ningún manchero desde entonces, ha dejado de visitar. Pero hubo que esperar a que a principios de los 80 una noticia perversa apareciera en algún periódico anunciando el descubrimiento de este accidente geológico que, asombrosamente denominaba como de Todoque. La propia gente de Las Manchas pensó que se trataba de alguna cueva situada en el vecino y querido barrio de su nombre. Los propietarios de los terrenos, cuando leyeron la noticia, rápidamente destruyó con una pala mecánica gran parte de la Cueva (por temor a que no dejaran construir después). La rápida intervención de algunos mancheros ante las autoridades pudo salvar lo que queda de la entrañable Cueva de Las Palomas. Hoy, las autoridades siguen haciendo oídos sordos a esta enorme injusticia de denominar como de Todoque a lo que siempre se conoció como Cueva de Las Palomas o de Las Lajas. Las Manchas no va a permitir que ese Centro de Visitantes, que parece se construirá, lleve el nombre de Todoque.