¿En nuestras sociedades postindustriales es posible el pleno empleo?

Aunque a muchos, movidos por sus prejuicios les suene mal, la distinción entre trabajo y empleo es muy fructífera tal como la plantea Marx. Para él, el trabajo es infinito y supone el empleo de la fuerza física y mental, el empleo para Marx es el recibir un salario por un trabajo. Así, se puede decir, los humanos son, ante todo, "homo laboris", es decir, una especie que no deja de trabajar permanentemente (contra la retórica conservadora que defiende que somos holgazanes y vagos hay que observar que las personas tienden al trabajo de cualquier tipo). Otra cosa es el empleo, ese depende, en términos del autor, de que el empleador, esto es, el capitalista, vea como rentable comprar el tiempo de trabajo (la fuerza física y mental) de alguien de quien extraer trabajo y, a la sazón, ganancia a través de la plusvalía (que, por cierto, no hace falta ser marxista para decirlo, es un robo en toda regla del trabajo de otra persona. Muchos dirán, eso no lo disctuo, "un robo más o menos necesario").

El sistema económico exige formas de trabajo de las cuales se pueda extraer una buena tajada, es decir, una buena plusvalía y esos son los "trabajos remunerados", esto es, los empleos. Así, sin ningún elemento regulador, termina sólo por remunerarse las actividades más siniestras, las más absurdas y aquellas que producen el mayor beneficio económico. Los otros trabajos, por ejemplo, los que crean riqueza social como, por ejemplo, los médicos, los profesores y maestros, los escritores, los poetas, los pintores, los literatos, lo que sea, son vistos como puros apestados; por extensión eso termina pasando también con aquellos cuya labor es necesaria pero no reporta un beneficio económico directo: los burócratas, los funcionarios, los juristas, y demás. Y así, entregados a las fuerzas del mercado sin contrapeso, lo que quedan son profesiones que, siendo honorables, muchas veces no reportan un valor social directo, aunque sí buenos pelotazos: el especulador, el "broker", el constructor, el que se dedica al sector inmobiliario, el mediador del mediador del mediador y demás profesiones kafkianas.

Pero, quiero enfatizar, yo no veo que sea posible que el empleo (en el concepto usado) aumente en el futuro y menos si no se fuerza al gran capital a que opere en la economía real. Y si algo ha quedado claro en la crisis actual, pero ya se veía venir a finales de los 80, es que el gran capital se ha montado su propia fiesta financiera para multiplicarse en esa esfera y hacerse independiente de la economía productiva. De esta crisis las grandes acumulaciones de capital salen muy reforzadas. Insisto, siguiendo a David Harvey, el proceso neoliberal debe leerse como un expropiación, en toda regla, de las clases altas hacia las clases medias y bajas; una expropiación que incluye no sólo dinero, sino propiedades, trabajo, participación en los beneficios y demás. De la crisis el neoliberalismo sale muy fortalecido y la clase político totalmente convencida de que lo conveniente es ser comparsa de todo ese fenómeno sociopolítico.

Ahora, lo que me sorprende es ver a la pequeña y mediana empresa, que de la mano de la ausencia de demanda originada por el neoliberalismo va a quebrar toda entera, me sorprende ver a toda esa esfera votando como locos al PP (representante en España del neoliberalismo carca más lamentable) y convencidos de que la derecha beneficia sus intereses. A este tipo de empresas, las pequeñas y medianas, sin grandes solvencias económicas, le auguro que acabanrán quebrando en el seno del espanto económico que vivimos.

El pleno empleo siempre será posible pues depende del capital disponible para asalariar. Es un error concebir el empleo como producción directa de productos, es decir, esos ámbitos en los cuales la tecnificación tiende a destruirlo todo, cabe crear mucho empleo en el sector servicios. Para que eso sea posible debe existir capital destinado a asalariar, para que existas capital destinado a eso tiene que ser rentable el asalariar. En estos momentos es infinitamente más rentable invertir el capital, quien lo tenga, en productos financieros que en economía real y ese es el motivo, entre otros, por el cual el índice de paro está disparado.

Ahora, aunque esa es mi opinión es cierto que los más reputados científicos sociales hace mucho que hablan de la era postrabajo; por ejemplo Ulrich Beck en "La sociedad del trabajo", o el mismo Habermas en varias obras. Personalmente he encontrado textos de Hannah Arendt donde, en la década de los 50, ya habla de una sociedad que montada "sobre la idea del trabajo verá como éste deja de ser posible"; algo así se lee en "La condición humana". Estos argumentos, en gran medida, los comparto y, además, están constatados por el descenso permanente de la tasa de empleabilidad. Me explico, desde hace tres décadas todos los países desarrollados pierden "tasa de empleabilidad", es decir, el tanto por ciento de gente que estando entre 25 y 70 años (en algunos países cambian las edades, según el sistema de jubilación) poseen un empleo remunerado. Esta tasa ha bajado de casi un 80% a un 60 y pico en casi todos los países europeos (en España la última vez que miré era de un 64%) y, de seguir así, rozará la masa crítica del 50% en menos de una década.

Ahora, yo creo que el pleno empleo entendido como jornada de 8 horas 5 o 6 días la semana, eso es imposible. El empleo o lo distribuyen (cosa que no va a suceder porque va contra la lógica capitalista) o será cada vez más escaso. Además hay que tener presente un asunto: la clase política, los sindicatos y demás no van a pensar fuera de los márgenes de una sociedad que no esté organizada en torno a la noción de empleo, es decir, de trabajo remunerado. Los motivos son varios: por la tradicional miopía que padece, porque los sindicatos tradicionales viven de la noción de empleo, porque el sector empresarial cree que es más productivo tener a un empleado "full time" que varios con jornadas parciales, porque la legislación está diseñada para ciertas formas de empleo y descarta otras y, muy especialmente, porque el empleo que implica 4 horas al día, por ejemplo, es siempre empleo que no permite a nadie vivir con dignidad sino sobrevivir y con suerte.

Yo creo que el mayor problema al cual se van a enfretar las sociedades de los países desarrollados desde ya es el problema del empleo y, en especial, el del desempleo masivo, el subempleo y demás. Es más, es un problema que ya está presente en Europa, con mayor o menor virulencia, desde la década de los 80. Me intriga saber cuánto van a resistir las políticas de contención, como la de EEUU, a base de grandísimos estímulos económicos.

Para finalizar, con todo, insisto, este asunto no lo va a mirar la clase política ni de refilón. Es un problema que se presenta con tal radicalidad y que requiere un tipo de astucia tal que no está a su disposición el poder tratarlo. Hay varios motivos, que luego si puedo comentaré, por los cuales me parece discutible que desde la política institucional se puedan combartir problemas más o menos radicales, problemas de estructura social, problemas ideológicos y demás. Pienso en ese sentido que las democracias occidentales no están en disposición de enfrentar, desde su clase dirigente, ninguno de los dos grandísimos problemas del presente: el deterioro ecológico y la proliferación del desempleo y subempleo.