Efectos del TTIP en Europa.
Los alimentos modificados genéticamente no se testan en EEUU y no se etiquetan. Esto quiere decir que entrarían masivamente en nuestros mercados alimentos modificados genéticamente sin posibilidad de saber que lo son. En Europa está prohibida la venta de carne hormonada (ternera y cerdo) y de pollo lavado con cloro. Este Tratado significa que tendríamos que aceptar estos productos ya que, el encontrar en los análisis sanitarios hormonas o cloro, sería legal.
La ley que regula los productos químicos en Europa (REACH) es mucho más estricta que la estadounidense, regula cómo se producen estos productos químicos, cómo se comercializan y para qué se usan. En cambio, en EEUU se comercializan más de 30.000 productos químicos que están relacionados con la diabetes, el cáncer y la obesidad y que en Europa están prohibidos. Con este acuerdo estaríamos obligados a adecuar nuestras leyes para la comercialización de estas sustancias químicas.
El TTIP afectará a los derechos digitales (protección de datos). En EEUU las compañías pueden acceder libremente a los datos de los usuarios e intercambiarse esta información con otras compañías.
El TTIP afectará también de manera significativa al tema de los Derechos de Propiedad Intelectual y pretende alargar las patentes farmacéuticas, lo que encarecería las medicinas, dificultaría el acceso a los medicamentos genéricos y habría menos competencia entre las farmacéuticas para abaratar los precios.
Por otro lado, si “armonizamos” los derechos laborales a ambos lados del Atlántico, se deteriorarían todavía más en Europa ya que EEUU no ha ratificado algunos de los convenios de la Organización Internacional del Trabajo, como el derecho de los trabajadores a organizarse o los convenios colectivos. Estados Unidos tiene más bien una “ley antisindical” mal llamada “Derecho al Trabajo”, pero que restringe la libertad de asociación de los trabajadores y trabajadoras.
La restructuración industrial que tendrá lugar con la firma del TTIP provocará la pérdida de millones de puestos de trabajo pero, además, si se cambia la legislación laboral, los trabajadores/as europeos/as no tendrían derecho a auto-organizarse ante el desempleo y las medidas de austeridad.
La apertura del mercado europeo al estadounidense produciría una fuerte reestructuración productiva, algunos sectores como el agrícola simplemente no podrían competir con el americano, donde las granjas agrícolas son 13 veces más grandes que las europeas. Sería un sector donde se aceleraría la concentración agrícola en unas pocas multinacionales e irremediablemente se perderían muchos puestos de trabajo, pero también afectaría esta reestructuración a otros sectores como: los productores de carne, de fertilizantes, azúcar y el sector del metal. Por ejemplo, “en el sector del automóvil, no son los aranceles el mayor problema, sino las diferencias en los estándares de seguridad y medioambiente. El objetivo de estas negociaciones es reducir retrasos y costos innecesarios para las compañías” (Comisión Europea).
El “fracking” ha sido tema de portada en las noticias debido a los impactos negativos de esta técnica sobre la salud y el medio ambiente, los cuales incluyen gas metano que escapa al medio ambiente (con la posibilidad de crear serias explosiones) y agua proveniente de los pozos de donde se extrae gas, que retorna a la superficie conteniendo elementos radiactivos y grandes concentraciones de sal (la cual, si se desecha incorrectamente, puede ayudar a provocar pequeños terremotos). Debido a que en EEUU la regulación medioambiental es más débil que en la UE, el “fracking” en EEUU está a la orden del día, con más de 11.400 pozos que se abren cada año para extraer gas natural.
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El TTIP pretende la creación de una zona de libre comercio e inversión que englobaría la UE y EEUU. Uno de sus focos de interés está en eliminar las “barreras” a la libre circulación de productos y servicios, que no es otra cosa que la degradación de las normas, salvaguardas y estándares sociales y medioambientales que se han conseguido a la lo largo de luchas generacionales. Sin embargo, este artículo no se va a centrar en esta cuestión de hondo calado y mayor impacto, sino en el segundo foco de interés del TTIP: la creación de procesos paralelos totalmente al margen de los parlamentos, la ciudadanía y el control democrático, que otorgan un poder inusitado a las multinacionales en detrimento del interés general y la soberanía de los gobiernos para regular a favor del interés público.
Para ello cuentan con dos estrategias. La primera es la creación del “Consejo de Cooperación Regulatoria Transatlántica”. Este instituto transnacional, y sin precedente histórico, tiene como propósito que un puñado de funcionarios y representantes de las corporaciones se sienten a la mesa para que, a puerta cerrada y totalmente al margen del debate público y el interés general, se siga desregulando en aquellos sectores donde no se haya alcanzado un acuerdo tras finalizar las negociaciones del TTIP. Más allá todavía, el objetivo es que todas las nuevas normas y regulaciones sean supervisadas primero desde su impacto sobre el comercio y deban ir acompañadas de un informe que asegure que los legisladores no adoptan medidas que van en detrimento de los grandes negocios. Es decir, medidas perfectamente legítimas para salvaguardar la salud pública, proteger el medioambiente, apoyar a las empresas nacionales frente a las extranjeras, apoyar a las PYMES, luchar contra la crisis, o promover modelos productivos alternativos, podrían ser rechazadas o “suavizadas” para asegurarse de que las grandes corporaciones siguen haciendo negocio. Mientras tanto, aquellas medidas que favorezcan a éstas, se presentarían como un acuerdo sin espacio para ninguna modificación. Por lo tanto, este consejo tiene el poder de substraer las nuevas propuestas normativas del debate público, modificarlas en el mejor interés de las multinacionales, y presentarlas justo después, como el resultado lógico de acuerdos previamente alcanzados entre los lobbies, autoridades de EEUU y la UE y un grupo de funcionarios no responsables frente a la ciudadanía.
Por si esto no fuera suficiente, el TTIP incluye el ISDS, un mecanismo que otorga a las corporaciones el poder de demandar a los gobiernos de un país cada vez que aprueben una ley que contravenga sus intereses, fuera de su sistema legal y en tribunales ad hoc, donde 3 abogados privados deciden, arbitrando normalmente a favor de las multinacionales, y obligando a los gobiernos a pagar demandas millonarias con el dinero de los sufridos contribuyentes. Así viene ocurriendo en los 10 últimos años. Vattenfall demandó al gobierno alemán por querer desmantelar dos de sus plantas nucleares tras el accidente de Fukushima por 3.700 millones €, Philip Morris a Uruguay por lanzar una campaña para reducir el consumo de tabaco, 2.000 millones $, Argentina recibió más de 40 demandas (1.000 millones $) por congelar los intereses de los servicios de agua y electricidad para que fueran asequibles en época de crisis, y así un largo de etcétera. Bajo el TTIP más de 75.000 transnacionales podrían usar el ISDS para doblegar la voluntad de los gobiernos e impedir leyes a favor del interés público.
García Bercero, aseguró a su homólogo estadounidense que los documentos de las negociaciones no serían públicos hasta pasados 30 años, y hay razones de sobra para que así sea, el TTIP supondría el final del modelo social europeo y un golpe de estado por parte de las corporaciones que terminaría de hacer añicos nuestras ya precarias democracias.
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Unoqueyaemigro
Evidentemente la respuesta a la pregunta es NO, a la vista de la cantidad de prejuicios, tergiversaciones, medias verdades y mentiras completas que siguen.
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Daniel
A todos mis amigos peninsulares y extranjeros les explico que es mejor que compren plátanos de Canarias pues los controles en su producción son bastante más serios que en otros países fuera de la UE. Los que vienen de latinoamérica, por ejemplo, ¿tendrán los mismos controles? Pregunten, por ejemplo, a agricultores venezolanos como cultivan cebollas allí y el uso de químicos ,aquí ilegales, para acelerar su producción como en la España de los 70.
El TTIP pretende acabar con esos controles ya implantados. Con la excusa de "aligerar" su venta, la calidad de los mismos bajará considerablemente. Producción y calidad a lo "chino". Carne hormonada, transgénicos y seguridad más que dudosa. Supongo que les conviene que comamos mierda para después comercializar con los seguros médicos también. Negocio redondo para las empresas.
En el Reino Unido cuando se hizo algo similar a principios del 2000 aumentó la tasa de obesidad del país a niveles bastante serios. En Méjico más de lo mismo, unido a corruptelas y aumento de las diferencias sociales.
Un dato que mucha gente no sabe, en EEUU, los trabajadores tienen de media dos semanas de vacaciones AL AÑO.
¿Tentador eh?
Lo peor es su secretísimo. Hubo manifestaciones hace nada por toda España, sólo el diario.es habló de ello. Nada en las televisiones. Me huele a una especie de OTAN pero a nivel comercial.
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Martelero
JuanLuis ¿Y como sabes eso, si justamente no han dicho, y es mas, no permiten que se haga nada en absoluto conocido?
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JuanLuis
el TIPP y los aranceles y la gente que no entiende que hace falta ELIMINAR LAS BARRERAS DEL NEGOCIO Y EL COMERCIO
crear empleo es importante
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