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VUELVE LA PALIZA DE LAS BATUCADAS

En mala hora se le ocurrió a alguien importar esta costumbre (ajena por otra parte a los usos y costumbres locales). Nos encontramos con unos malos (yo diría aún más: pésimos) imitadores de los brasileños, cuya vida debe ser tan inane y aburrida que su única diversión es atronar los oídos del resto de los vecinos, impedir su descanso, impedir el estudio a los escolares, tener en vilo a los ancianos y crear un estruendo de ladridos al poner nerviosos a todos los perros del vecindario, y todo ello con la aquiescencia sino con la directa intervención de los diversos concejales de fiestas y ¿cultura, qué cultura? que tenemos la desgracia de sufrir en este municipio dejado de la mano de dios.

¿Habrá que unirse, como en otros lugares, para poner a estos insensibles individuos (concejales y batuqueros) en las manos de la justicia para desterrar de una vez por todas este estruendo del valle?

¿No son capaces de conseguir un local insonorizado para realizar sus ensayos?

¿Por qué ensayan tanto? No es precisamente la quinta de Beethoven lo que ensayan. Hay que ser bastante negado para no saberse ya todos los toques después de tantos años.

Este último detalle dice mucho sobre la capacidad intelectual de los componentes de las batucadas, y no precisamente en sentido favorable.

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