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EL KIOSCO DE LA PLAZA
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La realidad sobre los jóvenes de Santa Cruz

La Palma. Lo veo cada día. Lo noto cada vez que recorro las calles capitalinas; este bello trozo de tierra en medio del Atlántico está sentenciado a muerte. La imperiosa necesidad de huir de aquí hacia las islas vecinas (especialmente Tenerife y Gran Canaria) llega a una edad cada vez más temprana. Nadie suele hablar de este asunto, ya que, como la ropa mojada que llevamos demasiado tiempo puesta, se nos olvida que nos empapa de la cabeza a los pies. Nos hemos acostumbrado poco a poco a este panorama desolador y parece que ya damos por sentado que es algo firme e inmutable que forma parte de nosotros. ¿Pero realmente es así?

Vivimos en una isla bonita y verde sí, pero también envejecida y aislada. Las mentes de demasiados palmeros está aún por actualizarse a la nueva versión de software “Siglo XXI” y parecen anclados de algún extraño modo a la mitad del siglo XX. Bucólico sueño es la diversidad en ese nido de palarchines donde se abre más la boca que la mente para cambiar las cosas. No existe el distinto, y como medio para asegurar que esta tamaña y absurda homogeneidad se mantiene a rajatabla, si alguien asoma un poco la cabeza por fuera de lo establecido se ponen en marcha una serie de mecanismos reguladores que se encargan de volver a la oveja descarriada a su rebaño.

Cuidado, no hablo de hábitos revolucionarios ni extraños provenientes de tierras remotas que puedan impactar a la población. Hablo de cosas tan sencillas y sutiles como la forma de vestir. Podría dar los nombres y apellidos de personas que han sido etiquetadas y estigmatizadas a todos los niveles sólo porque les gusta vestir de negro o llevar una cadena colgando en su pantalón. Personas juzgadas por llevar una gorra o ponerse ropa ancha. Seres humanos totalmente despreciados por lucir rastas en su cabello y así, hasta el infinito. Automáticamente pasan a ser;satánicos,violentos,raros,drogadictos,perro-flautas, frikis o descarriados según el caso. Podríamos hablar también de la desgraciada actitud hacia los homosexuales o hacia personas de diferente etnia por parte de cierto colectivo ultra conservador, pero resumámoslo en que aquí es mejor no dar un paso fuera de tu jardín y si lo haces prepara el paraguas porque van a llover piedras.

Lejos de ser el único, este es sólo uno de los tantos problemas a los que se tienen que enfrentar nuestros jóvenes. Hasta hace poco no teníamos ni siquiera una triste sala cine. Los niños de ahora,a diferencia de mi en su momento, no pueden ni siquiera coger su pelota y pasarse la tarde en las canchas echando unos partidos. Calle Real arriba, calle real abajo, vuelta por el césped y de nuevo una vez más,se acabó. Respecto al ocio nocturno, se reduce al cruce de una calle cerca del cabildo donde confluyen cuatro bares, algunos de los cuales distan demasiado de ofrecer precios asequibles para los púberes. También contamos con una especie de pub minúsculo subiendo el puente donde se reúne la peor calaña de Santa Cruz para intentar pillar cacho, drogarse y pelease a veces incluso a punta de navaja (No tiene precio subir la calle por la mañana y encontrarte un reguero de sangre). Ya está. Si no te gusta puedes intentar coger el coche o una guagua para ir a una discoteca al otro lado de la isla para luego dormir en tu automóvil o esperar el transporte público casi por la mañana. ¿Luego los mayores se hacen los extrañados alarmados u ofendidos cuando ven que cualquier celebración se llena instantáneamente de adolescentes copa en mano? No sé que les resulta tan raro. A falta de una evasión realista y acorde con su edad buscarán cualquier método de conseguir el ocio que necesitan. Ya sea en cualquier romería o en una verbenucha de pueblo de tres al cuarto.

Pero la odisea de ser adolescente en esta ciudad no termina ahí. El continuo juicio y escrutinio a la identidad personal y la falta de ocio son solo dos de los jinetes que anuncian el desastre. Hay otro muy grande y peligroso llamado “No se puede pasar página”. No,no se puede. Tal cual leen, aquí hacer algo tan necesario es una tarea de proporciones bíblicas. Pongamos el ejemplo de una persona de diecisiete años a la que su pareja le rompe el corazón. Necesita sacarla de su vida, no acordarse de ella, superarlo, olvidarse de que existe. En una ciudad de verdad se podría, yo me voy por mi lado,tu por el tuyo y si vuelvo a verte es un auténtico milagro. Aquí no. Esa persona va al supermercado y se encuentra a su ex-pareja. Sale con sus amistades a lo mejor precisamente para evadirse del mal trago de la ruptura y de nuevo se la topa una vez más. Lo mismo puede aplicarse a familiares amistades u otros casos similares con los que dañe coincidir. Además sabemos que si aquí haces algo lo recordarán siempre, especialmente si ese algo fue malo, es posible que te persiga el resto de tu vida. Tema a parte merece el hecho de la nula intimidad que tienen tus actos públicos y la circunstancia de que todo el mundo sea primo/tío/conocido de alguien y ese alguien acabe teniendo información que no quieres que posea. Al final, con todo, esta isla acaba pareciendo una especie de cárcel de la que solo es posible escapar por aire o por mar. Así que desde que pueden huyen, algunos para no volver siquiera por navidad.

La mayoría de los que se quedan no es porque les guste, es porque tienen obligaciones familiares o laborales que se lo exigen, cuando no es que directamente a nivel económico no pueden permitirse iniciar una vida fuera. El desastroso resultado de quedarse y estar expuesto al estrés de todo lo antes citado lo conocemos todos de un modo u otro, pero es más fácil mirar hacia otro lado. No digo que todo el mal provenga de lo que he tratado, sé que no es tan sencillo, pero estoy seguro de que si libramos a los jóvenes de el juicio y el escrutinio generalizado, les damos una segunda oportunidad, les dejamos poseer una identidad propia, les ofrecemos el ocio y la evasión que necesitan y empezamos a entender que son el futuro, estaremos realizando un bien enorme a esta sociedad. Pero no, nadie está por la labor y las consecuencias son; comas etílicos en cada fiesta,niños de trece años con familias desestructuradas adictos a los porros, actos vandálicos,peleas,muertes por sobredosis, gente hablando sola por la calle, suicidios… definitivamente todo un manicomio sin techo.

Ante este panorama en la isla, algunos cristofascistas que he visto pululando por aquí que reflejan la parte más deleznable,hipócrita,moralista y rancia de esta isla se atreven a culpar de estos males… ¡Adivinen a que!
¡Al divorcio! ¡A los homosexuales! ¡A los malignos cigarrillos de importación! ¡A que los jóvenes no adoran a un dios solar creado a medida por el hombre en un concilio hace 1700 años! ¡Al sexo! ¡A que hayan quitado el servicio militar obligatorio!

¡Gracias por traernos la luz!oh,señores fascistas. Tras años y años estudiando la conducta del ser humano en distintas universidades me habéis iluminado sin parangón. Lo que necesita una juventud presionada,juzgada incomprendida y llena de ansiedad en un entorno cuasi-hostil es privarles de sus derechos civiles y recortarles o quitarles la poca evasión o placeres que puedan conseguir. Claro que sí, ¡Bravo! ¡Un aplauso por favor! ¡Excelente! ¡Magnánimo!

¿Esto con el caudillo no pasaba verdad señores? Tiempos plácidos aquellos donde la gente no robaba ni un pan por miedo a que le metieran un tiro y se mantenía el orden desde el terror absoluto.¿Lo añoráis verdad? Sé que lo añoráis. Está muerto y enterrado y lo que hizo no se volverá a repetir. Mentalidades como las vuestras hacen mucho daño a esta isla y contribuyen a hacer de la Palma un lugar aún más difícil para vivir. Necesitamos muchas cosas para mejorar, pero los carcamales homófobos cristofascistas y patriotas no son una de ellas, desde luego. Tenéis la moral tan podrida que huele desde la pantalla del ordenador y el sentido del respeto tan perdido que me sorprende que seáis capaces de encontrar las letras del teclado.

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