Debido a este sainete político y aprovechando esta ventana de libertad que nos brinda este digital del APURON.COM., sería buena oportunidad para todos, cumpliendo la normas y respetando la leyes, poder expresar nuestras opiniones al respecto, sobre la investidura del nuevo presidente del gobierno de España.
GALVA
TAN CERCA COMO LA COLONOIAZCION DE PLUTON…
JA,JA,JA,JA,JA,JA,JA,JA,AJ……..
SE CREERAN QUE ESTO ES EL 32….
PALURDOS TRICOLORES…..
Leer más
GALVA
https://www.outono.net/elentir/2018/09/02/la-historia-de-los-voluntarios-espanoles-que-lucharon-para-liberar-hungria-de-los-turcos/?fbclid=IwAR16Xp_J1HLLmVKudzxHhmrkYJB5IZPrudsCGYmBHXkD2O7W4l1AoVHrEtY
GRANDES…
LA VICTORIA DEL BLOG…
LA VICTORIA SOBRE PACOBIELLA…
LA VICTORIA SOBRE UNCORTADITO…
Encabezaron el primer asalto a la brecha en el Sitio de Buda, causando asombro
La historia de los voluntarios españoles que lucharon para liberar Hungría de los turcos
@ElentirVigo ENDom 2·9·2018 · 21:58 1
Tal día como hoy, el 2 de septiembre de 1686, la ciudad de Buda (hoy parte de Budapest, capital de Hungría) era liberada después de 145 años en manos de los turcos. Una fuerza española luchó allí.
Cruz de Borgoña: origen e historia de la más longeva de las banderas de España
Slag om Grolle: el aspa de Borgoña volvió a ondear en Holanda con los tercios españoles
La guerra contra los otomanos: de la Batalla de Lepanto al Sitio de Viena
En 1571, el Reino de España, los Estados Pontificios, las Repúblicas de Génova y Venecia, el Ducado de Saboya y la Orden de Malta habían fundado la Liga Santa para poner freno al expansionismo del Imperio otomano por Europa. Ese mismo año, esta coalición cristiana derrotó a los turcos en la Batalla de Lepanto. Sin embargo, ese imperio islámico siguió proyectando su sombra por Europa durante más de un siglo. En 1683 un enorme ejército turco invadió el Sacro Imperio Romano Germánico, conquistando Belgrado en mayo y llegando a las puertas de Viena en junio. Aquel pudo ser el final de la Europa cristiana, pero se formó una nueva Liga Santa, esta vez con la participación de los Estados Pontificios, el Sacro Imperio y la República Polaco-Lituana. Movidos por la defensa de la fe católica, el Rey de Polonia, Jan III Sobieski, y sus húsares alados -la mejor caballería de la época- acudieron en auxilio de Viena y los turcos fueron derrotados en septiembre.
Una representación artística de los húsares alados de Jan III Sobieski, Rey de Polonia, que tuvieron una intervención decisiva en el Sitio de Viena de 1683, ayudando a detener la expansión turca por Europa.
La contraofensiva cristiana de la Liga Santa
Tras la derrota otomana en Viena, los cristianos pasaron a la contraofensiva, animados por el Papa Inocencio XI. La Liga Santa sumó las adhesiones de la Orden de Malta, del Gran Ducado de Toscana y del Principado de Moscú. Gran parte del Reino de Hungría estaba todavía en manos turcas. Su capital, Buda, había sido conquistada por los turcos en 1541, de forma que la corte se tuvo que trasladar a Bratislava. Al año siguiente del Sitio de Viena, en 1684, la Liga Santa se dirigió hacia Buda, con el objetivo de sitiarla y liberarla, pero no lo consiguió, viéndose obligada a retirarse con numerosas bajas. Pero esta derrota no desanimó a las fuerzas cristianas. La humillante derrota de los turcos ante las puertas de Viena había entusiasmado a gentes de toda Europa, que estaban dispuestas a tomar las armas para expulsar a los otomanos del continente.
Cuadro “Rocroi, el último tercio” de Augusto Ferrer-Dalmau. Esta batalla marcó, en 1643, el declive de los Tercios españoles.
Miles de españoles fueron hasta Hungría para combatir a los turcos
Por aquella época, el Imperio español ya había iniciado su declive, desangrado por la desastrosa Guerra de Flandes. Los antes invencibles Tercios españoles, la mejor infantería de su época, habían abandonado su época de esplendor tras su derrota en la Batalla de Rocroi de 1643. Reinaba entonces Carlos II, el último monarca español de la casa de Habsburgo. A pesar de todo, la monarquía hispánica conservaba gran parte de sus dominios en Europa y era una potencia militar de primer orden. Aunque España no se sumó formalmente a la nueva Liga Santa, una hueste de unos 12.000 voluntarios españoles respondió al llamamiento del Papa, desde nobles hasta gente sencilla, incluyendo algunos veteranos de Flandes como Manuel López de Zúñiga -Duque de Béjar-, Antonio González, Donato Rodrigo de los Herreros, Mateo Morán, Félix de Astorga, Juan Manrique y otros capitanes de Tercio, movidos en unos casos por la sed de gloria y aventura, y otros animados por la fe y el deseo de derrotar a los turcos, que desde mucho tiempo atrás se contaban entre los peores enemigos de España.
Retrato de Manuel López de Zúñiga, Duque de Béjar, por Romayn de Hooghe (1682). Fue la excepción en una época en la que la aristocracia se iba apartando de la vida militar y refugiando en la corte. Su participación en el Sitio de Buda le hizo famoso en toda España.
Un Grande de España y veterano de Flandes al frente del contingente español
La historia de don Manuel López de Zúñiga es muy especial. Era un Grande de España, la más alta escala de la nobleza española. Otros se habrían quedado en la corte para disfrutar de tan altas distinciones, pero Manuel no lo hizo. Como había escrito Pedro Calderón de la Barca en 1650 en unos famosos versos sobre el Ejército español, “que nadie espere que ser preferido pueda por la nobleza que hereda, sino por la que él adquiere”. Siendo un hombre de profunda religiosidad y nada acostumbrado a la vida de la corte, y a pesar de su mala salud, en 1679, con 22 años, pidió licencia para marchar a Flandes a combatir. Se le concedió finalmente un empleo militar en 1681, convirtiéndose en Maestre de Campo, recibiendo el mando de un Tercio.
Allí, Manuel demostró su valor como estratega y también su coraje como combatiente, obteniendo una gran fama durante el sitio de Oudenaarde contra los franceses. Tras la firma de la tregua de Ratisbona en agosto de 1684, Manuel pidió al Rey licencia para regresar a España, pero no porque quisiera alejarse de sus obligaciones militares. Al contrario: había tenido conocimiento de lo ocurrido en el Sitio de Viena el año anterior, y estaba deseoso de unirse a la Liga Santa para combatir contra los turcos, movido por su profunda fe. Una vez obtenida la licencia, volvió a Madrid en febrero de 1685 y empezó inmediatamente los preparativos para viajar a Viena, partiendo hacia allí junto a su primo Gaspar de Zúñiga y con algunos de los veteranos que habían luchado con él en Flandes. Durante su travesía -en la que Manuel hizo numerosas obras de caridad- aprovecharon el Camino Español, la antigua ruta usada por los Tercios españoles en sus recorridos entre Milán y Europa Central, llegando a Viena el 12 de junio de 1686, siendo recibido allí personalmente por el Emperador Leopoldo I.
Recreadores haciendo una “encamisada” al estilo de los viejos Tercios españoles en Flandes (Foto: Jordi Bru).
Una ‘encamisada’ en Hungría al estilo de los Tercios de Flandes
La hueste de la Liga Santa, compuesta por unos 100.000 hombres de multitud de naciones –llegaron soldados de casi toda Europa, tanto católicos como protestantes-, partió de Viena el 14 de junio de 1686, llegando a las inmediaciones de Buda el día 22 de ese mes. Aunque los efectivos de los atacantes eran muy superiores a la guarnición otomana de la ciudad húngara, ésta estaba muy bien protegida por fuertes muros. El sitio fue sangriento y provocó numerosas bajas entre los sitiadores. Durante la batalla, los españoles participaron en combates contra las fuerzas turcas que llevaron a cabo varias incursiones contra los sitiadores. El 6 de julio, Manuel López de Zúñiga llevó a cabo una “encamisada” contra los turcos, una operación típica de los Tercios españoles en Flandes, que consistía en un ataque nocturno por sorpresa. Con una fuerza de cincuenta voluntarios españoles e italianos, atacó una empalizada defendida por jenízaros (la fuerza de élite de los otomanos), permitiendo el avance de los sitiadores. Del alto riesgo corrido por Manuel da cuenta el hecho de que volvió de esta acción con su sombrero agujerado por un disparo. La audaz acción del noble español provocó la admiración de las tropas de la Liga Santa.
Un mapa de la ciudad de Buda en 1684, vista desde el norte. Esta ciudad ocupaba la parte occidental del río Danubio (a la derecha en la imagen). A la izquierda vemos la más pequeña ciudad de Pest. Las dos poblaciones se unieron en 1873 para formar la actual Budapest, capital de Hungría.
El primer ataque a la brecha estuvo encabezado por españoles
Por fin, el 13 de julio la artillería imperial abrió una brecha en las murallas. Éste era el momento decisivo de todo asedio, pues permitía la penetración de las tropas atacantes en la muralla. Encabezar el ataque era un honor. Los primeros en penetrar por la brecha fueron 300 soldados españoles encabezados por Manuel López de Zúñiga, demostrando un valor que provocó admiración entre sus aliados. Ese puesto lo había reclamado Manuel para los suyos, siguiendo la tradición de los Tercios españoles de reclamar para sí los primeros puestos en la lucha, algo que consideraban un honor. Este primer asalto se encontró con una fuerte resistencia turca, sufriendo los españoles muchas bajas. López de Zúñiga resultó gravemente herido por un balazo. Sufrió una agonía dolorosa, durante la cual pidió que se le disculpase ante todo aquel al que pudiera haber ofendido, y transmitiendo su perdón a todo el que le hubiese ofendido a él. Murió tres días después del ataque. Su cuerpo fue sepultado en el Colegio de San Ignacio en Gÿor (Hungría), y más tarde repatriado por su hermano Baltasar a España, siendo sepultado en la capilla del convento de Nuestra Señora de la Piedad de Béjar. Al desaparecer esa capilla, sus restos fueron trasladados a un nicho del cementerio de San Miguel en Béjar, donde reposan en la actualidad.
El modesto nicho en el que descansan actualmente los restos de Manuel López de Zúñiga, Duque de Béjar y héroe del Sitio de Buda, en el cementerio de San Miguel en Béjar, Salamanca (Foto: Blog del Ayuntamiento de Belalcázar).
La heroica muerte del Duque de Béjar causó un hondo pesar en el generalísimo de la hueste de la Liga Santa, Carlos V de Lorena. Los familiares del fallecido incluso recibieron cartas de condolencia del Papa y del Emperador Leopoldo I del Sacro Imperio. Ensalzado como un héroe de guerra, la figura de don Manuel alcanzó fama y gloria en aquella época, un noble lleno de virtud y que abandonó las comodidades de su rango para morir en defensa de la fe muy lejos de su tierra. Se le dedicaron misas por toda España, así como poemas y obras de teatro.
El asalto final del 2 de septiembre también tuvo a españoles en vanguardia
A pesar del profundo pesar que provocó la muerte del Duque de Béjar, los españoles que le habían acompañado hasta Hungría siguieron combatiendo. El 22 de julio, una bomba lanzada por las tropas bávaras alcanzó un polvorín turco, haciéndolo estallar y provocando numerosos muertos a los defensores. A pesar de ello, la resistencia de los otomanos siguió siendo feroz, provocando muchas bajas a los atacantes. A comienzos de agosto, tanto los atacantes como los sitiadores ya estaban muy maltrechos. Entre los turcos ya tenían más heridos que soldados ilesos, pero siguen luchando con ferocidad, especialmente los jenízaros, que aún se atrevieron a protagonizar algún ataque. A finales de mes, los sitiadores de la Liga Santa recibieron nuevos refuerzos. Por fin, el 2 de septiembre a las dos de la tarde, se lanzó el asalto final. Una vez más los españoles se pusieron al frente, encabezando el ataque en el lado bávaro. Una crónica húngara recuerda a sus jefes: “Los españoles, Escalona, Llaneras, Valero, los condes Zuñiga, Morán, Marín, Servent, Otaño, Manrique, Fernández Caballero, junto con sus familiares aristócratas, están a la cabeza de la columna de ataque”. Ese día, las fuerzas de la Liga Santa derrotaron a los turcos.
A la derecha, el monumento de Budapest que recuerda a los 300 héroes españoles que encabezaron el ataque a la brecha de Buda el 13 de julio de 1686. A la izquierda, el monumento que recuerda a los catalanes que participaron en aquella expedición española (Foto: Globetrotter19 / Wikimedia).
Dos monumentos recuerdan en Budapest a los españoles que combatieron allí
A día de hoy, la gesta de aquellos voluntarios españoles ha sido prácticamente olvidada en España, pero no en Hungría. En 1934 se construyó en Budapest un monumento a aquellos 300 españoles que encabezaron el ataque a la brecha de Beda. El monumento se encuentra en el mismo lugar en el que se abrió la brecha. Bajo dos escudos de España (el de los Reyes Católicos, con el Águila de San Juan, y el de la Segunda República, que era el régimen vigente en España en 1934), y bajo un escudo de Hungría, el monumento incluye este texto en español y en húngaro: “Por aquí entraron los 300 héroes españoles que tomaron parte en la Reconquista de Buda”. A su izquierda, otro monumento más reciente, instalado en el año 2000 por la Generalidad de Cataluña, recuerda a los catalanes que participaron en la expedición española a Hungría, con este texto en catalán y en húngaro: “En memoria de los catalanes que lucharon por la liberación de Buda”.
P.D.: mi agradecimiento al ciudadano húngaro @MiklosCseszneky, gracias al cual tuve conocimiento hoy de esta efeméride.
Leer más
GALVA
UNA GRAN TRANSICION …
LA VICTORIA DEL BLOG…
LA VICTORIA SOBRE PACOBIELLA…
LA VICTORIA SOBRE UNCORTADITO…
Una Transición española pacífica o sangrienta?
6 diciembre 2020 20:36 CET
Autor
Gaizka Fernández Soldevilla
Responsable del Área de Archivo, Investigación y Documentación, Centro Memorial para las Víctimas del Terrorismo
Cláusula de Divulgación
Gaizka Fernández Soldevilla trabaja en la Fundación Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo.
Nuestros socios
Ver todos los asociados
CC BY ND
Creemos en el libre flujo de información
Republique nuestros artículos libremente, en impreso o digital, bajo licencia Creative Commons
Correo
Twitter34
Facebook222
LinkedIn
Imprimir
Entre 1976 y 1982 España sufrió un alto nivel de violencia política. Tuvo varias causas, siendo la principal la actividad de las organizaciones terroristas. Como se indica en una reciente obra que he coordinado con María Jiménez, desde 1976 a 1982 (ambos incluidos) los atentados acabaron con la vida de 498 personas y dejaron 450 heridos.
Si desglosamos las cifras, es evidente qué banda fue la máxima responsable. Las diferentes ramas de ETA cometieron 340 asesinatos (el 68% del total) y ocasionaron lesiones a 305 ciudadanos. Le seguían a mucha distancia el terrorismo de extrema izquierda, como los GRAPO, con 73 víctimas mortales (15%); el de ultraderecha y/o parapolicial, como la Triple A o el Batallón Vasco Español, con 62 (12%); el de organizaciones palestinas y armenias, con 8 (2%); y el de corte independentista catalán y canario, con 4 (0,8%).
Fuente: Elaboración del autor.
La otra fuente de violencia fueron los errores, excesos y delitos cometidos por determinados agentes de la ley. En su excelente tesis doctoral Sophie Baby atribuye 178 muertes a la “violencia de Estado”. Hubo 32 víctimas mortales en manifestaciones, 7 a consecuencia de torturas y 139 en incidentes policiales, aunque entre estos últimos abundan los casos cuyo cariz político es más que discutible: desde negligencias hasta actos en defensa propia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE) ante el ataque de delincuentes comunes.
Años de plomo
De cualquier manera, los datos ponen en entredicho la imagen de una Transición plácida e incruenta. Y es que hasta hace no mucho, en ciertos ámbitos no académicos se había tendido a resaltar las luces del proceso de democratización, que las tuvo, mientras se minimizaban sus sombras, entre ellas la violencia política. Pero, como demuestran la hemeroteca y la bibliografía especializada, aquellos fueron “años de plomo”.
No consuma noticias, entiéndalas.
Por desgracia, sin término medio, de la idealización se está pasando a la demonización. En vez de aprovechar el trabajo de los historiadores para elaborar un relato más preciso y equilibrado, ahora se pretende sustituir el mito de la Transición pacífica por otro nuevo: el mito de la Transición sangrienta.
Así, obviando el papel de ETA, únicamente se pone el foco en la violencia ejercida por un sector de las FCSE, que en ocasiones se mezcla con el terrorismo de extrema derecha y parapolicial, como si todo fuera lo mismo. Incluso se ha acuñado la expresión “víctimas de la Transición”, poniendo a esta etapa histórica al nivel del franquismo y el terrorismo.
Y es que, para algunos, las acciones violentas perpetradas durante los gobiernos de Adolfo Suárez probarían que el cambio solo fue cosmético: el fondo dictatorial permaneció. Una vez más, nuestra historia es percibida como una anomalía. El propósito es obvio: al deslegitimar la Transición, se pretende impugnar su resultado, el actual sistema parlamentario.
¿La violencia política es un indicador de la escasa calidad de una democracia? Según Eduardo González Calleja, entre abril de 1931 y julio de 1936 la violencia de distinto signo ideológico segó la vida de 2 629 seres humanos en España.
Es un número muy superior al registrado durante la Transición que, sin embargo, fue un periodo más largo y en el que el país contaba con una población mayor. ¿Acaso tales hechos hacen menos democrática a la II República? ¿Habría que hablar de una “República sangrienta”? Desde luego que no. Como nos enseñó George L. Mosse, la brutalización de la política no fue un fenómeno español, sino que afectó a gran parte de la Europa de entreguerras.
Manifestación contra el terrorismo, Pamplona, 3 de septiembre de 1980. Diario de Navarra
Situemos la Transición en el contexto internacional
De igual manera, para comprenderla, debemos situar a la Transición en su contexto internacional. El proceso se inscribe en lo que Samuel P. Huntington llamó la tercera ola de democratización, que comenzó en los años setenta del siglo XX en el sur de Europa, continuó durante la década siguiente en Latinoamérica y culminó su andadura en Europa central y del Este en los años noventa.
Si bien en la mayor parte de los países la caída de las dictaduras se culminó sin apenas violencia, hubo demasiadas excepciones como para considerarlas anecdóticas: Perú, Rumanía, Moldavia, Azerbaiyán, Armenia, Chechenia, Ingusetia, Osetia, Georgia o Tayikistán, por no hablar de la desintegración de Yugoslavia, que arrojó un saldo de 140 000 víctimas mortales.
También hubo dictaduras que lograron perpetuarse ahogando en sangre al incipiente movimiento civil a favor de las reformas. Baste recordar la masacre de la plaza de Tiananmén (Pekín) en junio de 1989.
Tercera oleada internacional de terrorismo
Como subraya Juan Avilés, en España el tercer ciclo de democratización coincidió con el punto álgido de lo que David C. Rapoport ha denominado la tercera oleada internacional de terrorismo. De acuerdo con la Global Terrorism Database, entre 1970 y 1989 este tipo de violencia arrebató la vida a 75 310 personas e hirió a otras 56 932 en todo el planeta. En Europa hubo 4 945 víctimas mortales.
Los países más afectados del continente fueron Gran Bretaña, con 2 841 asesinatos, España, con 851, e Italia, con 394. La mayoría se produjeron en los años centrales del periodo, los mismos en los que nuestro país se configuró como una democracia parlamentaria.
La violencia política que se sufrió durante la Transición española es achacable, entre otros motivos, a la tormenta perfecta que causó el cruce entre la oleada internacional de democratización y la de terrorismo: el momento de mayor debilidad del Estado coincidió con el de mayor vigor de los enemigos de la democracia.
La violencia no fue producto de la Transición, sino de quienes se oponían a ella: algunos policías nostálgicos de “gatillo fácil” y bandas terroristas que buscaban una involución, una revolución o la secesión de un territorio, entre las que descolló ETA.
Pese a su embate combinado, al que se sumaron las tramas golpistas que culminaron el 23-F, la joven democracia española consiguió sobrevivir y consolidarse. Todo un hito. Y eso no habría que olvidarlo. Sin idealizarla ni demonizarla, sin ponerle adjetivos innecesarios, debemos contar la historia de la Transición con el rigor que merece.
LO UNICO QUE HA AMENAZADO LA TRANSICION DE ESTE REINO HAN SIDO ULTRAIZQUIERDISTAS…..
NO LO LOGRARON…. 😉
Leer más
Martelero
Está cerca, y el mérito es de los Borbones. ¡Jo jo jo!
Leer más
Marta71
LA REPÚBLICA ESTÁ CADA VEZ MÁS CERCA…
LA VICTORIA DEL BLOG…¡JIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJI!
Leer más
Marta71
“EJIEEEEM, YO YA LEO DEBAJO DE LOS ÁRBOLES…”
¡JIJIJIJIJIJIJIJIJIJIIJIJIJI…RISAS ECOFEMINISTAS Y PROGRESISTAS…JIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJI!
POBRE GALVA
CON CARA DE GALVA
LA VICTORIA DEL BLOG…
Leer más
Marta71
¡A TI SÍ QUE TE DEJÓ TRATORNADO EL BLOG!
LA VICTORIA DEL BLOG…
Leer más
Marta71
LA VICTORIA DEL BLOG…¡JIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJIJI!
Leer más
GALVA
Mi vecino talibán no me parece mala persona.Un poco raro es; tiene dos AK-47 Kalashnikov….
La mujer es más rara aún.Siempre de carnaval disfrazada de mascarita…Y el marido la respeta. Nunca le dice nada de su atuendo.
La diversidad cultural, y eso….
Leer más
GALVA
No…Si ya no se va a poder decir que el problema es El corán como decía Oriana Fallaci; un libro sin una palabra de piedad y de humanidad…
Y por los totorotas de siempre amigos de los batasunis y los malabaristas de semáforo…
https://www.infocatolica.com/blog/caballeropilar.php/2108260516-p-custodio-piden-carcel-para?fbclid=IwAR0c88yg-QK6EypcCxm9hZE4xx8IhCHQKXOObz7uutfdkUXqPN6BTa5Rr18
LA VICTORIA DEL BLOG…
LA VICTORIA SOBRE PACOBIELLA…
LA VICTORIA SOBRE UNCORTADITO…
EL NIETO DE LEONOR SERA REY.
RISAS VARONILES…..
Leer más