Debido a este sainete político y aprovechando esta ventana de libertad que nos brinda este digital del APURON.COM., sería buena oportunidad para todos, cumpliendo la normas y respetando la leyes, poder expresar nuestras opiniones al respecto, sobre la investidura del nuevo presidente del gobierno de España.
Martelero
AndresFranciso, entonces, ¿Cual es la diferencia entre las expresiones supuéstamente xenófobas de los indepés y de tus colegas los Carca-Facha-Rancio-Freaks? ¿Qué la tuya es xenofobia de la buena?
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andresfrancisco
Estimado amigo GALVA, quice esperar hasta despues del 9 de Julio, para comprobar lo que hace algún tiempo he expresado referente a este personaje resucitado entre los muertos del PSOE, actualmente investido presidente del gobierno por una moción de censura, pues amigo GALVA, siendo yo, un simple ciudadano de a pie observador de estos actores politicos y en especial de este, vanidoso egocentrico y ademas ambicioso, que de pronto logra por varias razones ser investido presidente del gobierno, pues amigo GALVA sin lugar a dudas, fueron sentimientos antagónicos que en este resucitado del PSOE, por una parte, la emoción de lograr lo que siempre ambiciono, y por la otra parte el pánico que sintió al comprender su incapacidad para gobernar este pais que tanto ambicionaba, pues es mi propia opinion, expresar la causa del porque este personaje se mantuvo aterrorizado por mas de doce días, sin que nadie supiera el porqué de esa ausencia que lo mantuvo aterrorizado, pues bien, amigo GALVA, el sentido común nos proporciona lo que siente un personaje, cuando tiene que afrontar una gran responsabilidad, la cual le genera muchas dudas de su capacidad para afrontar lo que ambicionaba ser, pues debemos de estar conscientes, que ya no es una ilusión, sino una ineludible realidad y duda de su capacidad para afrontar lo que ambicionaba, que dejó de ser una ilusión, sino por el contrario tenía que afrontar una realidad.
Pues espero ese diálogo del presidente del gobierno y este impresentable xenofobo presidente joaQUIN títere y BUFÓN del fugitivo capitan araña, referente a sus respectivas conductas, pues para mi propio concepto, ambos
tendrán que expresar el porqué desprecian al jefe del Estado el Rey, y el porque el presidente del gobierno, acepta o se hace de la vista gorda en su presencia la falta de respeto y vejación, de este
insurrecto secesionista BUFÓN del fugitivo
capitán araña, que no se cansa de expresar que la república catalana independiente de España el 21D., lo expreso el pueblo catalán.
Cundo la felonía es aceptada, ESPAÑA como nacion esta en peligro.
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Cualquiera
Yo no le di a denunciar, ni cuando cuando me llamo maricona, pues a mí lo que puede decir una persona de su calaña, sn ningún tipo de principios éticos y morales me da igual,
Otro copia y pega de los corruptos del PP
AGUSTÍN CONDE
El ex número dos de Cospedal en Defensa, vetado de por vida en el Consejo de Europa
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Martelero
¡Ja ja ja! Doctor dice ¡Ja ja ja! “Dotolsito” si acaso. ¡Ja ja!
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FALCON
¡Déjense de darle con el dedito al botón de “denunciar comentario”, Mortadelo y Copia y Pega!
Con tanta censura no puedo meterles repasos dialécticos. Depongan sus actitud y permitan que otros opinemos de forma diferente, cubanos masones.
Da gusto leer las lecciones del Dr. GALVA. Se aprende todos los días de don Andrés Francisco, de don Nitrofoska, de don Juan Luis, de don 006 y del Doctor GALVA.
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Martelero
Y eso está bien. Tarde, pero bien.
‘Stolen babies’ case: Spanish doctor Vela goes on trial
The scandal began when children of left-wing opponents were seized after Gen Franco won the Spanish civil war but it later became a criminal baby-trafficking network.
https://www.bbc.com/news/world-europe-44614732
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Martelero
68 % DE CATOLICOS EN ESPAÑA…. Sí, como los 869mil afiliados del PP, que luego fueron cuatro gatos.
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Cualquiera
Sanidad Universal , infórmate Galva, yo que creo que tú no fuistes a la universidad,
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Hoy por hoy
Historia de la sanidad pública en España
El modelo de seguro social se empezó a transformar a mediados de siglo
LUCÍA TABOADA MADRID 12/11/2015 – 07:01 CET
“Había que ir a buscar al médico, no había teléfono, normalmente había que dejarle aviso porque andaba de visitas, había que esperarlo, ir a buscar las medicinas a varios kilómetros, etc”, recuerda Martínez Martínez, uno de los españoles que creció en un pueblo entre los años cincuenta y sesenta. “Tenía un tío cura que necesitaba con frecuencia la visita del médico que vivía a varios kilómetros y atendía a decenas de aldeas desperdigadas. Una minusvalía motórica le obligaba a desplazarse con mucha dificultad. Así que se movía un pueblo a otro en mula”, recuerda. Con los doctores rurales se recurría a todo tipo de trueques: “Se le pagaba en especie, podía entrar a gallina, yo me acuerdo de maíz, habichuelas, y los productos del campo más habituales”.
Para conseguir cita con su médico de cabecera, Manuel ya solo tiene que marcar nueve dígitos en su teléfono móvil. La sanidad pública nació en España como un privilegio que había que ganarse. Un modelo de seguro social que se comenzó a transformar lentamente a mediados de siglo. En 1974 se aprueba la Ley General de la Seguridad Social y se homogeniza el sistema de salud obligatorio para los afiliados. Se vincula entonces la asistencia a la cotización por lo que quedan fuera del sistema muchos sectores de la población. El siguiente paso se produce en 1978, la Constitución reconoce en su artículo 41 el derecho a la protección de la salud y las competencias públicas que se le atribuyen. Es el inicio de la universalización de la asistencia que se consolida con la Ley 14/1986 General de Sanidad, vigente hoy en día. En 1989 se garantiza que el sistema de salud no iba a excluir a ningún ciudadano. Un logro que se convirtió en una de las piedras angulares del sistema de bienestar.
Todos los pasos políticos siguieron ese camino con el traspaso de competencias a las comunidades: desde esa Ley General de Sanidad de 1986 hasta la ley de salud pública de 2011. Con un punto de inflexión: el 20 de abril del 2012. El Real Decreto-Ley 12/2012 aprobado por el Gobierno de Mariano Rajoy excluyó a inmigrantes sin papeles de la atención universal. También se incluye el copago de medicamentos para los ciudadanos con pensiones contributivas.
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GALVA
FEMINAZISMO…
https://www.zendalibros.com/perez-reverte-ahora-le-toca-la-lengua-espanola/
Ahora le toca a la lengua española
25 Jun 2018/ARTURO PÉREZ-REVERTE / Patente de corso
Patente de corso de Arturo Pérez-Reverte
No me había dado cuenta hasta que hace unos días, mientras lamentaba las incorrecciones ortográficas de una cuenta oficial en Twitter de un ministerio, leí un mensaje que acababan de enviarme y que me causó el efecto de un rayo. De pronto, con un fogonazo de lucidez aterradora, fui consciente de algo en lo que no había reparado hasta ese momento. El mensaje decía, literalmente: «Las reglas ortográficas son un recurso elitista para mantener al pueblo a distancia, llamarlo inculto y situarse por encima de él».
No fue la estupidez del concepto lo que me asombró –todos somos estúpidos de vez en cuando, o con cierta frecuencia–, sino la perfecta formulación, por escrito, de algo que hasta entonces me había pasado inadvertido: un fenómeno inquietante y muy peligroso que se produce en España en los últimos tiempos. En determinados medios, sobre todo redes sociales, empieza a identificarse el correcto uso de la lengua española con un pensamiento reaccionario; con una ideología próxima a lo que aquí llamamos derecha.
A cambio, cada vez más, se alaba la incorrección ortográfica y gramatical como actividad libre, progresista, supuestamente propia de la izquierda. Según esta perversa idea, escribir mal, incluso expresarse mal, ya no es algo de lo que haya que avergonzarse. Al contrario: se disfraza de acto insumiso frente a unas reglas ortográficas o gramaticales que, al ser reglas, sólo pueden ser defendidas por el inmovilismo reaccionario para salvaguardar sus privilegios, sean éstos los que sean.
Ello es, figúrense, muy conveniente para determinados sectores; pues cualquier desharrapado de la lengua puede así justificar sus carencias, su desidia, su rechazo a aprender; de forma que no es extraño que tantos –y de forma preocupante, muchos jóvenes– se apunten a esa coartada o pretexto. No escribo mal porque no sepa, es el argumento. Lo hago porque es más rompedor y práctico. Más moderno.
Todo eso, que ya por sí es inquietante, se agrava con la utilización interesada que de ello hacen algunos sectores políticos, en esta España tan propensa secularmente a demolerse a sí misma. Jugando con la incultura, la falta de ganas de aprender y la demagogia de fácil calado, no pocos trileros del cuento chino se apuntan a esa moda, denigrando por activa o pasiva cualquier referencia de autoridad lingüística; a la que, si no se ajusta a sus objetivos políticos inmediatos, no dudan, como digo, en calificar de reaccionaria, derechista e incluso fascista, términos que en España hemos convertido en sinónimos. Con el añadido de que a menudo son esos mismos actores políticos los que también son incultos, y de este modo pretenden enmascarar sus propias deficiencias, mediocridad y falta de conocimientos. Otras veces, aunque los interesados saben perfectamente cuáles son las reglas, las vulneran con toda deliberación para ajustar el habla a sus intereses específicos, sin importarles el daño causado.
Tampoco el sector más irresponsable o demagógico del feminismo militante es ajeno al problema.
Resulta de lo más comprensible que el feminismo necesario, inteligente, admirable –el disparatado, analfabeto y folklórico es otra cosa–, se sienta a menudo encorsetado por las limitaciones de una lengua que, como todas las del mundo, ha mantenido a la mujer relegada a segundo plano durante siglos. Aunque es conveniente recordar que el habla es un mecanismo social vivo y cambiante, pero también forjado a lo largo de esos siglos; y que las academias lo que hacen es registrar el uso que en cada época hacen los hablantes y orientar sobre las reglas necesarias para comunicarse con exactitud y limpieza, así como para entender lo que se lee y se dice, tanto si ha sido dicho o escrito ahora como hace trescientos o quinientos años. Por eso los diccionarios son una especie de registros notariales de los idiomas y sus usos. Forzar esos delicados mecanismos, pretender cambiar de golpe lo que a veces lleva centurias sedimentándose en la lengua, no es posible de un día para otro, haciéndolo por simple decreto como algunos pretenden. Y a veces, incluso con la mejor voluntad, hasta resulta imposible. Si Cervantes escribió una novela ejemplar llamada La ilustre fregona, ninguna feminista del mundo, culta o inculta, ministra o simple ciudadana, conseguirá que esa palabra cervantina, fregona, pierda su sentido original en los diccionarios. Se puede aspirar, de acuerdo con las academias, a que quede claro que es un término despectivo y poco usado –cosa que la RAE, en este caso, hace años detalla–, pero jamás podrá conseguir nadie que se modifique el sentido de lo que en su momento, con profunda ironía y de acuerdo con el habla de su tiempo, escribió Cervantes.
Del mismo modo que, yéndonos a Lope de Vega, cualquier hablante debe poder encontrar en un diccionario el sentido de títulos como La dama boba o La villana de Getafe.
Se está llegando así a una situación extremadamente crítica. Del mismo modo que se ha logrado que partidarios o defensores sinceros del feminismo sean tachados de machistas cuando no se pliegan a los disparates extremos del feminismo folklórico, a los defensores de la lengua española, de sus reglas ortográficas y gramaticales, de sus diccionarios y de su correcto uso, se les está colgando también la etiqueta de reaccionarios y derechistas –lo sean o no– por oposición a cierta presunta o discutible izquierda que, ajena a complejos lingüísticos, convierte la mala redacción y la mala expresión en argumentos de lucha contra el encorsetamiento reaccionario de una casta intelectual que –aquí está el principal y más dañino argumento– mantiene reglas elitistas para distanciarse del pueblo que no ha tenido, como ella, el privilegio de acceder a una educación (como si ésta no fuera gratuita y obligatoria en España hasta los dieciséis años). Del mismo modo que, según marca esta tendencia, quien no se pliega al chantaje del feminismo folklórico es machista y todo machista es inevitablemente de derechas, quien respeta las reglas del idioma es reaccionario, está contra la libertad del pueblo, y por consecuencia es también de derechas. Pues, como todo el mundo sabe, no existen machistas de izquierdas, ni maltratadores de izquierdas, ni taurinos de izquierdas, ni acosadores de izquierdas, ni tampoco cumplidores de las reglas del idioma que lo sean. Resumiendo: como toda norma es imposición reaccionaria y todo acto de libertad es propio de la izquierda, quien defiende las normas básicas de la lengua es un fascista. En conclusión, todo buen y honrado antifascista debe escribir y hablar como le salga de los cojones. O de los ovarios.
No sé si los españoles somos conscientes –y me temo que no– de la gravedad de lo que está ocurriendo con nuestro idioma común. Del desprestigio social de la norma y el jalear del disparate, alentados por dos factores básicos: la dejadez e incompetencia de numerosos maestros (algunos ejercicios escolares que me remiten, con preguntas llenas de faltas ortográficas y gramaticales, de atroz sintaxis, son para expulsar de la docencia a sus perpetradores), que tienen a los jóvenes sumidos en el mayor de los desconciertos, y el infame oportunismo de la clase política, que siempre encuentra en la demagogia barata oportunidad de afianzar posiciones. Pero no pueden tampoco eludir su responsabilidad los medios informativos; sobre todo las televisiones, donde hace tiempo desapareció la indispensable figura del corrector de estilo –un sueldo menos–, y que con tan contumaz descaro difunden y asientan aberraciones lingüísticas que desorientan a los espectadores y destrozan el habla razonablemente culta. Y más, teniendo en cuenta que el Diccionario de la Lengua Española no lo hace sólo la RAE, sino también las academias de 22 países de habla hispana (de ahí tantas palabras que llaman la atención o indignan a quienes ignoran ese hecho), abarcando el habla no sólo de 50 millones de españoles que nos creemos dueños y árbitros de la lengua, sino de 550 millones de hispanohablantes, muchos de los cuales ven con estupor nuestro disparate suicida y perpetuo.
Tampoco la Real Academia Española, todo hay que decirlo, es ajena a los daños causados y por causar. En vez de afirmar públicamente su magisterio, explicando con detalle el porqué de la norma y su necesidad, exponiendo cómo se hacen los diccionarios, las gramáticas y las ortografías, dando referencias útiles y denunciando los malos usos como hace la Academia Francesa, en los últimos tiempos la Española vacila, duda y a menudo se contradice a sí misma, desdiciéndose según los titulares de prensa y las coacciones de la opinión pública y las redes sociales, intentando congraciarse y no meterse en problemas. Esa pusilanimidad académica que algunos miembros de la institución llevamos denunciando casi una década ante la timorata pasividad de otros compañeros, ese abandono de responsabilidades y competencias, esa renuncia a defender el uso correcto –y a veces hasta el simple uso a secas– de la lengua española, ese no atreverse a ejercer la autoridad indiscutible que la Academia posee, envalentonan a los aventureros de la lengua. Y crecidas ante esa pasividad y esos complejos, cada día surgen nuevas iniciativas absurdas, a cuál más disparatada, para que la RAE elimine tal acepción de una palabra, modifique otra y se pliegue, en suma, a los intereses particulares y, lo que es peor, a la ignorancia y estupidez de quienes en creciente número, con la osadía de la ignorancia o la mala fe del interés político, se atreven a enmendarle la plana. Por eso, en el contexto actual, pese a que de las nueve mujeres académicas admitidas en tres siglos seis han ingresado en los últimos ocho años, pese a su formidable e indispensable labor para quienes hablan la lengua española, la Academia es considerada por muchos despistados –basta asomarse a Twitter– una institución reaccionaria, machista, apolillada y autoritaria. Cuando en realidad, gracias a algunos de sus académicos, sólo es una institución acomplejada, indecisa y cobarde.
Y ojo. Aquí no se trata de banderitas y pasiones más o menos nacionales. Aquí estamos hablando de un patrimonio lingüístico de extraordinaria importancia; un tesoro inmenso de siglos de perfección y cultura. De algo que además nos da prestigio internacional, negocio, trabajo y dinero. Hablamos de una lengua, la española, que es utilizada por cientos de millones de hispanohablantes que hasta hoy, gracias precisamente a la Real Academia Española y a sus academias hermanas, manejan la misma Ortografía, la misma Gramática y el mismo Diccionario; cosa que no ocurre con ninguna otra lengua del mundo. Constituyendo así entre todos, a una y otra orilla del Atlántico, un asombroso milagro panhispánico. Un espléndido territorio sin fronteras. Una verdadera patria común, cuya auténtica y noble bandera es El Quijote.
RECUERDEN LA CLAVADA QUE LE PAGO A LA KOLAU CUANDO LA LLAMO MUJER INCULTA….
LO QUE ES….
FEMINAZIS…SOIS LA SIMA DE ATAPUERCA….
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GALVA
Lo siento, a mi no se me averió un buje del cerebro en el Franquismo, como a ti….
Es como los heridos de guerra , eh?….
Jode ver como los demás no estan tullidos……Pero,asi es la vida….
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