¿Y en Venezuela cómo les va?

Está claro, el ejército no quiere abandonar a D. Nicolás ya que se sienten arropados y seguros bajo su supuesta protección, pero de ello depende desmembrar a este reducto, tirano, analfabeto social, que se cree el eje y salvación se su supuesta patria. Un liberador y libertador de la opresión de los gobiernos confabulados en su derrocamiento y exterminio.
Rusia, con sus milongas, dorándole la píldora, lo que desea, su único interés sobre otras causas, sigue siendo su posición geopolítica, cerca del Gran Yankee, continuando con su peseuda Guerra Fría con sus cargamentos de isótopos, vaya Ud. a saber, y mostrándole los colmillos de su aún trasnochado poderío bélico.
A China, otra supuesta aliada, más de lo mismo. A esta lo único que le interesa es no perder sus 70.000 millones de dólares, y ante cualquier amenaza o cambio político que se le garantice su capital y vayamos a tener una desgracia. Sin embargo, este Nicolasín, chamán intermediario de las voces que siguen hablándole al oído, transmitiendo mensajes del extinto Gran Gorila Rojo llamado Chávez, el que fuera un gran sindicalista más que presidente de una nación, a la que podía comprar con cuatro regalos Made in PRC a cambio de sus votos, y para el resto ya cotejaríamos las maquinitas de recuento, y que el actual inMaduro continúa empleando los mismos vicios políticos, al parecer con gran acierto. Siempre mayoría absoluta, pero siempre de muy dudosa limpieza, legalidad y honradez transparente.
Realmente, lo triste, lo angustioso es saber que allí nos quedan compatriotas, paisanos que en épocas de penuria, difíciles fueron en busca de mejores futuros, unos lo consiguieron, otros no tanto y algunos están en la más absoluta desprotección y en manos de este descerebrado indolente, al igual que el séquito que le acompaña y hace la rosca con tal de perpetrarse el mayor tiempo posible en una vida muy cómoda y confortable, sin restricciones, sin pensar en sus paisanos que carecen de toda materia de primerísima necesidad, vital, sin darse cuenta que, un estómago vacío, esa misma necesidad cuando aprieta demasiado puede ser el comienzo de un gran estallido social y terminar hasta en una guerra civil, siempre poco recomendable.
Los ingredientes creo están servidos, sólo falta ese momento en que salte la chispa que de paso al gran incendio.