José Vicente González Bethencourt.
Pareció en un principio un reto imposible, una utopía, una de esas “locuras” de los palmeros, uno de tantos proyectos ambiciosos que se van quedando por el difícil camino de tocar a la puerta de empresas, particulares e instituciones. Pero no, a los atrevidos escritores Nicolás Melini y Juan Jesús Armas Marcelo se les metió la idea entre ceja y ceja, comenzaron a llegarles adhesiones, y un buen día me anima Manolo Concepción Henríquez a que asista a una sorpresa para septiembre en La Palma. Pronto recibe el apoyo de la Cátedra Vargas Llosa, que dirige Juan Jesús Armas Marcelo, de Acción Cultural Española, del Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane, del Instituto Cervantes, la Fundación Universidad de Guadalajara y el Instituto de Astrofísica de Canarias, todos unidos con el objetivo común del desarrollo de la cultura en español a través de una de sus principales manifestaciones, la literaria. Se van sumando nuevas voluntades, se elige la emergente ciudad de Los Llanos de Aridane como sede de los actos, y diversas empresas se van comprometiendo con apoyos concretos.
Y así, el pasado martes, el Museo Arqueológico Benahoarita, del Cabildo insular, es testigo del primer acto del Festival Hispanoamericano de Escritores, un coloquio hábilmente moderado por Armas Marcelo sobre la ficción en la que instalarse en la novela, que sufrió cierto retraso porque el avión en que llegaron a La Palma Carmen Posadas y Carlos Franz sufrió en pleno vuelo la embestida de unas enormes aves furiosas que provocaron tremendo boquete en una de sus alas. Participaron, además, los mejicanos Hernán Lara Zavala y Mónica Lavín, además del marchoso grancanario Alexis Ravelo, corriendo a cargo del francés Juan Manuel Bonet un recorrido muy bien documentado sobre las vanguardias de las letras iberoamericanas.
Un aspecto muy positivo del Festival fueron los actos para jóvenes, alumnos de Bachillerato y público en general, sobre qué es y para qué leer o escribir literatura, o la firma de libros por sus autores en un espacio habilitado en la siempre luminosa plaza de España, con los sorprendentes laureles de Indias sembrados hace 155 años, lo que facilita el acercamiento y la conversación entre lectores y escritores, mientras, algo retraída por su juventud, la tinerfeña premio Pedro García Cabrera de poesía 2018, Alba Sabina, participó con un sentido y prometedor recital de poesías, así como la palmera Premio Canarias de Literatura Elsa López.
El veterano y sin embargo bohemio Pepe Esteban y el periodista Santiago Gil, entre otros, profundizaron en los textos de Benito Pérez Galdós y María Rosa Alonso, el profesor palmero Anelio Rodríguez Concepción nos deleitó con sus historias familiares, el periodista de Los Llanos Luis León Barreto desveló los orígenes de su más famosa y premiada novela, “Las espiritistas de Telde”, mientras las elegantísimas, pero sencillas, Carmen Posadas y Mónica Lavín resultaron ser las musas con las que los escritores varones hubieran soñado un amor imposible, y no porque fueran de las que más vendieron libros en el Festival.
Pero indudablemente el protagonismo del encuentro lo acaparó el eufórico Juan Jesús Armas Marcelo, que a pesar de una dolencia bucal no paraba de conversar, embaucándonos con sus anécdotas, fruto de más de 250 viajes a América, sobre todo a Cuba, por cuya revolución comunista, a pesar de su declarada ideología de derechas, siente pasión, tanta que no pude evitar adquirir su novela “Réquiem habanero por Fidel”, con la que espero conocer un poquito más el país que acogió a mis dos abuelos palmeros dedicados durante diez años en Cabaiguán al cultivo del tabaco. No faltó el homenaje a Stephen Hawking moderado por el brillante cosmólogo Rafael Rebolo, que además de debatir en petit comité si los científicos creen o no en Dios, en la luna o en las estrellas, con la visita que organizó al Observatorio del Roque de los Muchachos, hábilmente aprovechó muy bien para mostrar las bondades del Instituto de Astrofísica de Canarias que dirige.
Imposible citar a todos los escritores participantes, pero al menos sí el ingenioso humor de Alberto Ruy, que en una ocasión que paseaba por el Malecón de La Habana oyó exclamar a un joven ciclista, refiriéndose a una cubana de anchas caderas que por allí pasaba: “Oye, nena, no muevas tanto la cuna que me despiertas el niño”.
*Doctor en Medicina y Cirugía, académico y exsenador del PSOE
jvicentegbethencourt@yahoo.es
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JOSÉ VICENTE GONZÁLEZ BETHENCOURT*
**Publicado en EL DÍA el 23 de septiembre de 2018
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