Museo Naval.
El Museo Naval de Santa Cruz de La Palma es ya el guardián del mayor tesoro de la historia naval de Canarias en el siglo XIX: el Atlas de Arquitectura Naval de Fernando Arozena. El alcalde de Santa Cruz de La Palma, Sergio Matos, la directora del Museo Naval, Carmen Concepción, y los propietarios del Atlas, la familia Arozena Concepción, han firmado el acta de donación al Museo.
El acto se ha desarrollado en el Barco de la Virgen, en un ambiente muy emotivo, ya que este documento representó a España en la Exposición de Filadelfia, en estados Unidos, en 1877, como parte de la representación española y recibió una medalla de oro.
El Atlas fue expuesto en público por primera vez el pasado año en la exposición temporal que la empresa Gaia Consultores, que gestiona el Museo Naval, montó en el centro de Interpretación de La Bajada, con motivo de la donación de la Campana de La Verdad por parte del ciudadano norteamericano Thomas Cox.
Tras la exposición, desde el Museo Naval se ha negociado con los propietarios del Atlas Naval Arozena su cesión, que ha culminado con éxito justo cuando se cumple un año de la vuelta de la campana de La Verdad a su origen en S/C de La Palma.
Junto al Atlas, una nueva pieza ha llegado también a la colección del Museo Naval, íntimamente ligado a aquel. Es un dibujo original del velero La Verdad, que pasa por ser la obra cumbre de los Arozena como constructores navales; el dibujo fue realizado en 1897, dos años antes de su naufragio, por Manuel Lucas Sicilia Duarte , quien se embarcó como marinero en esta fragata y que dedicó una parte delos 18 díasde travesía a dibujar el barco de mayor fama de la época. El cuadro ha sido donado por sus bisnietos, quienes se han mostrado orgullosos de que este testimonio pase de su familia al patrimonio cultural de La Palma.
Sergio Matos, alcalde de S/C de Las Palma, tras firmar la donación del Atlas y el dibujo ha dicho que el Museo muestra lo mejor de la historia de La Palma y además de agradecer las donaciones del Atlas y el dibujo de La Verdad, ha dicho que este museo que era desconocido se ha convertido en una referencia en la isla gracias a la gestión de los últimos cuatro años.
Una joya bibliográfica única en España
El Atlas de Arquitectura Naval Arozena es una de las más bellas obras gráficas que pueden encontrarse sobre construcción naval civil. Es una muestra de la pericia y calidad que logró la isla de La Palma en la carpintería de ribera en el siglo XIX; de la playa de la ciudad salieron embarcaciones que hicieron la Carrera de América, se dedicaron al cabotaje en canarias e incluso cubrieron rutas europeas, especialmente con las Islas Británicas.
La mayor parte de estos veleros fueron encargados por armadores canarios, ya que hasta el último tercio del siglo XIX la intensísima relación comercial con América, especialmente Cuba y particularmente la isla de La Palma, hizo que hubiese casas consignatarias locales que mantenían líneas estables, fundamentalment4e asociadas a la zafra del azúcar en lo que se denominaba emigraciones golondrinas, ya que campesinos canarios viajaban al Caribe para trabar a destajo en la zafra y retornaban al finalizar la recogida de la caña.
De las ochenta embarcaciones que fabricó la familia Azorena entre 1827 y 1919 en Santa Cruz de La Palma, figuran en el Atlas de Arquitectura Naval 23 embarcaciones. La última lámina de Atlas tiene un dibujo incompleto, que su autor, Fernando Arozena Lemos, no pudo acabar al sorprenderle la muerte.
El barco más antiguo que figura en el Atlas es el Orotava, botado en 1837, que fue un bergantín de 153 toneladas construido por José Arozena para el armador del Puerto de la Cruz Francisco G. Ventoso. El último que salió de las manos de Fernando Arozena fue el Guanche, un bergantín de 230 toneladas de desplazamiento, cuyo propietario era S.S. Sebrun y Davisson.
Una de las características de las embarcaciones que aparecen reflejadas en esta magna obra es que muestran como fue aumentando la capacidad de los Arozena con la adquisición de mayor experiencia, y a partir de 1845 construyen barcos cada vez mayores, entre los que destacan el Nivaria de 1849, de 420 toneladas o el Judío Errante de 260 toneladas.
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