El Museo Arqueológico Benahorita (MAB) vuelve a incrementar sus fondos gracias a la reciente donación de un esferoide de basalto que un particular, Airton Rodríguez, halló de forma casual hace ahora unos diez años en una de las cuevas del barranco de Fernando Porto, en Cueva de Agua, en la Villa de Garafía.
El consejero de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo Insular de La Palma, Primitivo Jerónimo, destaca el gesto altruista del propietario de este resto aborigen y, al mismo tiempo, recuerda la importancia de que quienes tengan vestigios en sus domicilios los entreguen a las instituciones para su correcta conservación y estudio. “Este tipo de objetos prehispánicos son bienes de interés público que nos pertenecen a todos y no deben formar parte de colecciones privadas”, señala.
La pieza arqueológica es un esferoide de basalto gris que tiene unos 6 centímetros de altura y un grosor máximo, en la zona central, de 5,5 centímetros. Tiene forma ovalada y su base se ha rebajado de tal forma que puede ponerse en pie. Por el contrario, el otro extremo termina en punta. Esta decorado por 6 anchas acanaladura que recorren toda la superficie desde la base al extremo puntiagudo formando bandas anchas.
Según explica el director del Museo Benahoarita y arqueólogo del Cabildo, Jorge Pais, la pieza se parece mucho a otro esferoide que fue donado por Joaquín Toepcke procedente de Hopya Grande, Villa de Garafía, y que, tras recorrer medio mundo, se rescató en el municipio de Frontera, en El Hierro. Actualmente esa pieza es una de las madayas (“cosa bella que hay que ver”) y se muestra en la sala de exposición permanente del Museo Arqueológico Benahoarita.
Jorge Pais señala que los esferoides benahoaritas son unas piezas líticas elaboradas en basalto y gabros. Su peculiaridad es que están decorados mediante profundas acanaladuras que forman diferente motivos (meandros y espirales) o han sido tallados en forma circular, ovoide, piriforme… Respecto a su significado, se han sugerido multitud de teorías que van desde armas arrojadizas, útiles pastoriles, contrapesos, representación de vulvas, ídolos, etc. “Sus extrañas formas, su precioso acabado, su acusado pulimento y su escasez nos inducen a pensar que podría tratarse de una especie de símbolos de poder o amuletos que conferían prestigio y protección a sus poseedores. Sus extrañas formas, así como su decoración, los convierten en piezas únicas dentro de la arqueología canaria”, asegura.
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