Idear, producir, rodar, editar y estrenar un cortometraje en el breve plazo de una semana. El gran reto creativo que plantea La Palma Rueda genera los encuentros, anécdotas y momentos más inolvidables que se producen en El Festivalito, clave de su éxito y garantía de que, quien lo probó, repite.
“Yo creo que La Palma Rueda es y seguirá siendo el motor del Festivalito, esa es su magia”, asegura el actor Luífer Rodríguez, que ha renunciado a asistir en Madrid a la presentación de la película Hierro, en la que participa, por no perderse su cita habitual con La Palma, donde ha protagonizado un corto, ha colaborado en varios y ha dirigido el suyo. “Yo no me considero director de cine, pero el Festivalito siempre te enciende la magia creativa y te permite hacer lo que normalmente no te atreverías”.
Al igual que él, David Pantaleón ha participado prácticamente en todas las ediciones desde sus comienzos, primero como actor y ahora como director. En medio de la urgencia de los preparativos para el rodaje de la tarde en el bosque de Los Tilos, reconoce que “el Festivalito tiene algo muy pragmático, y es que vienes sin nada y te vas con una película hecha. Es dar un paso más en tu filmografía de una forma muy sana y muy divertida, porque todo forma parte de un juego”.
También entre los veteranos se encuentra Mingo de Luis, profesor en la Escuela de Actores de Canarias, quien considera que el Festivalito ha supuesto una auténtica escuela para muchos profesionales y recuerda los primeros años “en los que empezábamos con la idea de la democratización del cine. Llegar a La Palma y encontrar que podías construir una historia sobre la marcha, con actores, equipo técnico y poder verla proyectada en una semana, eso era de locos. Si a eso le sumas hoy en día las nuevas tecnologías, resulta increíble las historias que se pueden contar en un par de días con gran calidad sin renunciar a la frescura”.
Ese espíritu de los orígenes ha sabido mantenerse a pesar de la evolución lógica de la muestra. “Tal vez lo haya hecho formalmente, pero en lo esencial el Festivalito no ha cambiado”, considera Luífer Rodríguez. “En sus comienzos era algo que parecía hecho para quienes venían de fuera y la gente de La Palma estaba distanciada. Ahora yo creo que se ha hecho más asequible y La Palma siente el Festivalito como algo suyo”.
Tanto es así que hoy son muchos los palmeros que participan activamente en cada edición. Uno de ellos es Juanjo Neris, que copilota la productora Más o Menos Regular. Recuerda que su primer acercamiento al Festivalito fue como espectador, para después comenzar a participar como realizador en 2008. “Desde entonces es una cita ineludible para mí; es una ventana que se abre durante una semana con gente que viene de distintos sitios de Canarias, de España y del resto del mundo, con la que compartir tanto gustos, como ideas como intereses profesionales en el ámbito de la creación audiovisual. El Festivalito es una experiencia para vivir, para compartir y para llenar de energía a la isla de La Palma”, afirma.
También natural de La Palma, Alba Cabrera, está vinculada al Festivalito desde la primera edición, cuando tenía 17 años. “Ahora tengo 36, me he ido viniendo arriba y me he ido convirtiendo en directora”, señala. Para ella “lo especial el Festivalito es que todo está abierto a lo que surja, y además es muy colaborativo, todo el mundo aporta, eso lo convierte en un encuentro muy de guerrilla”.
De guerrillas entiende Daniel Mendoza, técnico de sonido que viene colaborando con el Festivalito desde hace diez ediciones. Los equipos de rodaje se lo rifan. En el sexto día del festival, Mendoza ya ha trabajado en 17 cortometrajes, “ni yo mismo sé muy bien cómo lo hago, pero mi récord está en 28”. Asegura que “la enfermedad” de su gusto por el cine es la que le ha llevado a repetir una y otra vez. “El Festivalito se vive como una gran comunión: todos hacemos de todo, igual eres técnico de sonido que agarras un foco, que apareces como figurante en un cortometraje. Además, de aquí salen piezas audiovisuales muy interesantes que giran por todo el mundo”, añade.
Catorce ediciones después, las nuevas generaciones han ido incorporando savia nueva al Festivalito. “Ahora hay una mezcla de la old school, que decimos nosotros, con gente nueva que viene de unir la magia del cine con los lenguajes de youtube e internet, y de ahí salen cosas muy interesantes”, cuenta Luífer Rodríguez.
Entre esas nuevas generaciones se encuentra Víctor Hubara, miembro del grupo Abubukaka, que participa por segunda vez. “El año pasado vine muy poco, apenas tres días y me quedé con ganas demás”. Como tantos otros, Hubara llegó con idea de actuar y acabó poniéndose detrás de la cámara para dirigir un trabajo que lleva por título Palmero. “Se nos ocurrió una idea a partir del lema y nos animamos a grabarlo y nos divertimos mucho haciéndolo, aunque yo soy de intentar hacerlo fácil y al final me he complicado mucho. He caminado más que en toda mi vida”.
También la actriz Sofía Privitera se animó a dirigir y resultó que en su segunda participación en el Festivalito, en el año 2018, su trabajo ganó el premio al cortometraje más destacado. “Siempre había querido dirigir y no me atrevía, pero lo bueno del Festivalito es que nadie te juzga, no te dejas llevar por las críticas”, afirma tras haber dirigido un nuevo corto para la presente edición y haber participado como actriz en otro buen número de trabajos, lo que hace que esté agotada. “Creo que repito porque se me olvida lo malo del Festivalito, solo me acuerdo de lo bueno”. ¿Y qué es lo malo? “Las noches sin dormir, las ocurrencias de los directores de grabar entre la una y las cinco de la madrugada”. ¿Y lo bueno? “Lo bueno es todo lo demás”.
Este viernes a las cinco de la tarde concluye el plazo de entrega de los trabajos (se espera cerca de un centenar) y hasta última hora se apuran los rodajes y se dan los últimos toques de edición en un verdadero maratón cinematográfico, del que nadie sale indemne, como recuerda Luífer Rodríguez: “Aquí estoy, muerto pero más vivo que nunca”. Vivo, como el Festivalito.
El Festivalito, Festival de Cine de las Estrellas de La Palma, es una iniciativa de la productora Chukumi Studio. Su máximo impulsor y su patrocinador principal es el Cabildo de La Palma, a través de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico y de la Consejería de Turismo. A ellos se les une el patrocinio del Gobierno de Canarias y los ayuntamientos de Los Llanos de Aridane y de Santa Cruz de La Palma.
También cabe reseñar la participación de instituciones y empresas canarias como Universidad del Atlántico Medio y Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, y otras palmeras como el Ayuntamiento de El Paso, Casa Cabrera, Consorcio de Servicios de La Palma, Bodegas Llanovid, Transportes Insular La Palma, Hotel Hacienda de Abajo, Cajamar, Heineken y Viajes Oasis.
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