Se dice, se cuenta y se ha convertido en creencia generalizada que nuestras tradicionales “papas arrugadas” proceden, en sus orígenes, en la escasez de agua dulce en las islas y el empleo y ahorro que significaba utilizar agua de mar. Por la sencillez en el modo de prepararlas parece posible. No creo que responda a la consulta de ningún recetario gastronómico.
Para las papas arrugadas, con piel, hace falta lo que llamamos “dos aguas”. La primera las lavas y retira la tierra adherida y luego una segunda agua para guisarlas. Para ambos “pasos” se puede emplear agua salada, agua de nuestro océano Atlántico. Incluso parte de la última agua se puede conservar en el llamado “caldero de las papas”, tiznado y ahumado, en el que mantenían la sal (salmuela) para un nuevo guisado.
Para cocinar las también muy ricas papas peladas, sin cáscara, en mí casa hacen falta tres aguas dulces. La primera para lavarlas un poco antes de pelarlas, una segunda para enjugarlas y una tercera para ponerlas al fuego, después de añadirle sal al gusto. Vemos claramente la diferencia en el ahorro de agua y de sal entre lo que se suele llamar “papas peladas” y “papas peludas”.
En tiempos de “seca” se llegaba a pedir, por las clases sociales más humildes, “prestado” un balde de agua al vecino más próximo que contaba con el lujo de tener un aljibe, con el compromiso de que fuera devuelta.
Digamos que ese balde de agua “prestado” era para urgencias y destinada a beber las personas y los animales.
LAS PAPAS
La primera referencia que conozco del consumo directo de papas en la dieta gastronómica en La Palma la aporta el profesor palmero, de la Universidad de La Laguna, Jesús Pérez Morera en un trabajo titulado “Arquitectura asistencial e iconográfica hospitalaria. Uso y función de una casa hospital del siglo XVI” (2019), sobre el antiguo Hospital de los Dolores de Santa Cruz de La Palma. Dice Pérez Morera que en el Hospital palmero “Las papas también se incorporan tardíamente (1795), cosechadas por el medianero de la hacienda de Buenavista. A partir de entonces, se consumen con regularidad a razón de dos almudes mensuales (1802)”.
Otra aportación de Pérez Morera es la localización del cultivo de este tubérculo por la geografía palmera, valgan unos ejemplos: “1833, propiedad de tierras para plantía de papas en el Paso. 1835 dos suertes de tierra incorporadas para plantío de papas “en el parage conocido con el nombre del Perú” en Breña Alta y suertecita de tierra para plantío de papas en el “parage denominado los Pedregales”. 1836 propiedad de tierra pan sembrar y huerto para plantar papas en el pago del Paso y huerto de tierra de sembrar papas en el Retamar y en 1838 propiedad de tierra de árboles y “huerta para siembra de papas con dos casas pagisas”, en el sitio de su habitación, en Tedoque”.
En las actas del pleno de la corporación aridanense de fecha 15 de noviembre de 1851 se analiza la posibilidad de “el perdón de las contribuciones directas”, por las malas cosechas. Entre esas malas cosechas se encontraban las papas en cuanto que “la escarcha se las llevó en la mayor parte”.
Consultando hemerotecas digitales y apuntes que tengo a mano, mientras dure la “encerrona”, encontramos indistintamente la voz papas o patatas desde principios del siglo XIX. Encontramos “papas” de importación y de exportación. En 1808 el Correo de Tenerife da cuenta del arribo de papas importadas desde Dublín. En 1834 se exportan “37 raposas de papas” para La Habana (BOC 15 de agosto de 1834). En 1832 los libros de cuentas (fábrica) de la parroquia de Puntagorda asientan limosnas: “en trigo, papas, lentejas y dinero”, según hemos recogido en el Fondo Lorenzo Mendoza del Archivo Municipal de Los Llanos de Aridane.
La voz “patatas” se utiliza mayoritariamente por “la oficialidad” en el Boletín Oficial de Canarias y en artículos de procedencia peninsular que se reproducen en la prensa en las Islas. Por el contrario los rotativos canarios, lo vimos anteriormente, utiliza la voz “papas”, hoy plenamente integrada en la lengua hablaba en Canarias. El BOC el 28 de agosto de 1834 reproduciendo un trabajo de la Junta de Sanidad de Madrid y se refiere a “patatas”. El periódico tinerfeño El Atlante el 30 de agosto de 1837 manifiesta: “se echa mucho estiércol para las patatas”. De nuevo el BOC el 28 de septiembre de 1840 publica un artículo titulado “Método para conservar largo tiempo las patatas”.
LAS PAPAS ARRUGADAS
La primera referencia indirecta, que conocemos, de las tradicionales “papas arrugadas” nos los facilita el periódico grancanario El Porvenir de Canarias (12 de marzo 1853) en una detallada y bella crónica de unos “parrandistas” en los festejos y baile de San Lázaro. Por su interés etnográfico descriptivo reproducimos el párrafo.
“En seguida á invitación del dueño de la casa, dejó cada mujer su asiento y ocupó otro en el suelo, formando entre todas un gran círculo, detrás del cual se colocaron los hombres. Dispuesto así todo, principiaron á aparecer sobre el mantel, grandes botellas de vino y aguardiente, ensaladas de lechugas y pepinos, y tazas llenas de aceitunas; y luego en un cesto enorme, humeante todavía, media fanega de patatas cocidas con agua y sal, y abiertas como rosas, que se esparcieron por el suelo. Tras esta novedad, vino en seguida en una gran fuente un cherne de esos que solo de regalo nos vienen de la costa, acompañado de su correspondiente salsa de pimienta, á que en el país se le da el nombre de mojo”.
En nuestra opinión las líneas que dicen: “y luego en un cesto enorme, humeante todavía, media fanega de patatas cocidas con agua y sal, y abiertas como rosas, que se esparcieron por el suelo”. Diría que esas papas “abiertas como rosas” esparcidas sobre un mantel, en el suelo, son las hoy populares “papas arrugadas”. La escena recuerda a la fotografía, que publicamos, de una gallofa en 1906 en Puntallana.
La denominación concreta de “papas arrugadas” las encontramos a principios del siglo XX. Esto no quiere decir que no recibieran ese apelativo con anterioridad a esas fechas. El periódico tinerfeño La Opinión el 4 de noviembre de 1905 recoge: “…y al pescado fresco o salado ya guisado con mojo y papas arrugadas”, comida que “nos agrada mucho”. En 1919 la casa de comidas La Igualdad, de Clemente Ventura, en la plaza de Candelaria nº 2 de Santa Cruz de Tenerife insertaba publicidad del “Menú para hoy” y entre un repertorio de suculentos platos ofrecía: “Plato típico. Viejas frescas con papas arrugadas”, publicado el periódico tinerfeño El Progreso el 24 de noviembre de 1919.
Pasaron los años y volvemos a encontrar las “viejas” y “las papas arrugadas”. La Gaceta de Tenerife el 21 de junio de 1932 publica una crónica de un almuerzo del C.D. Tenerife al barrio costero de Bajamar. Manifiesta el redactor presencial del jolgorio que los asistentes degustaron “un suculento almuerzo, sin que faltara el clásico plato de las “viejas” con “papas arrugadas”.
Las “papas arrugadas” continúan en su andar por la historia de la hemerotecas de la prensa canaria. También nuestro Diario de Avisos, cuando aún se publicaba en La Palma, el 20 de enero de 1945 daba cuenta de la comida de despedida del coronel Zamorano en el cual el menú “con sabor a tierra, estaba compuesto por Entremeses, Caldo de gallina, Cherne con mojo y papas arrugadas” y otros platos.
Parece al menos curioso que en las citas que hemos encontrado de las “papas arrugadas” son siempre para acompañar al pescado, cuando hoy también acompaña a carnes o se degustan solas aderezadas con mojo. No llegamos a tener una explicación a este reiterado hecho repetido en la prensa.
En el año 2016, mediante voto popular a través de Internet, las papas arrugadas canarias fueron proclamadas “maravilla gastronómica de España” consiguiendo el primer puesto en un concurso público convocado por Allianz Global Assistance.
Alguien dijo, hace muchos años, que los canarios le debemos la “felicidad” a dos productos agrarios: A las papas y al gofio. Así lo creo.
* Cronista Oficial de la ciudad de Los Llanos de Aridane (2002), miembro de la Academia Canaria de la Lengua (2009) y de la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel (2009)
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antonioch
Muy buen artículo de M. Victoria y unos apuntes en los comentarios realmente interesantes por parte de Pintao y MONTE.
Muchas gracias a los tres.
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MONTE
Muy interesante! Un comentario breve sobre el cultivo de la papa y las papas arrugadas. Me gustaría mencionar que el plato gastronómico no es un endemismo canario, como a muchas personas les gustaría. A poco que se recorran los países del caribe podrán degustar también “las papas saladas”, degustadas con diferentes tipos de salsas de ají.
En mi opinión, y sin ser muy riguroso con la historiografía, al contrario de lo que piensan muchos sobre el origen inglés de la semilla de papa para cultivar, o más acertadamente, que las papas llegaron desde Perú hasta Sevilla, y luego a Canarias, creo que las primeras variedades de papas (tradicionales) llegaron desde la región de Santa Marta (Colombia) hasta Canarias. Para hacer esta afirmación utilizo la evidencia documentada de que en 1536 se cultivaban y mejoraban papas en un convento de Gran Canaria, mucho antes de las primeras evidencia documentadas de cultivos en el continente europeo.
Que la papa tuviera como origen en Canarias a esa región de Colombia fue posible por a la historia compartida (historia Atlántica) entre Canarias y estos nuevos asentamientos coloniales de indianos en el Caribe, del que fue partícipe en gran parte los habitantes de las islas. Algunos de estos asentamientos se transformaron en ciudades, como Santa Marta, que cuenta con la catedral más antigua de Latinoamérica, y otros no, como Portobello (Panamá) que era utilizado por los españoles para embarcar el oro y la plata “robada” a los indígenas. Otra evidencia del tráfico y comercio entre estas regiones, nada comparable a lo que llegó después, es que el primer gobernador de Santa Marta fue Pedro Fernandez de Lugo, conquistador de La Palma y Tenerife, y primer adelantado de Canarias. Las diferentes comunidades indígenas que habitaban esa zona de Colombia comerciaban con sal, que utilizaban para cocinar, entre otras las “papas saldas” un plato típico y ancestral de los “tayrona” y ahora de los “costeños”, habitantes de la zona caribeña de Colombia. Aquí en Canarias, se dice y se cuenta, que el plato de las papas arrugadas lo inventó un pescador, pues como bien saben las gentes de la costa, las papas arrugadas se cocinan con agua de mar. Pienso que es probable que ese fuera su origen, pero muchos siglos antes y a miles de kilómetros de aquí.
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Pintao
Vuelve Ma. Victoria con su impagable labor de traernos a la actualidad viejas costumbre que muchos de los que ya peinamos canas tenemos bien presentes.
Yo creo que las papas y el gofio siempre fueron la base de la alimentación del palmero, una vez que su cultivo se afianzó en las islas.
Supongo que dependiendo de los diferentes microclimas que se dan en La Palma, haya pequeñas diferencias como las que yo pude comprobar antes de que llegara el regadío generalizado allá por los años cincuenta.
El las Breñas se solía plantar boniatos en las zonas bajas y más arenosas. pues requerías menos agua que las papas, cosa que se daban mejor en las zonas altas y más húmedas. Era y es habitual plantar coles abiertas sobre las paredes.
Una costumbre muy arraigada en la época y todavía en tiempos del secano, era el cultivo de las papas en las tierras arenosas de la zona baja de Barlovento, pues se cogían excelentes cosechas de papas de invierno y primavera, cambiando el cultivo a la zonas altas durante el verano, pues eran dos ambientes completamente diferentes, tanto en el tipo de suelos, como el mismo clima más afectado por la laurisilva y los alisios.
Como abunda el tipo de suelo que llaman “tosca”, era habitual que al pie de cada cultivo cada propietario contara con una hermosa cueva abierta en la tosca, con su magnífica puerta de tea donde se guardaban las papas en un clima con una temperatura equilibrada todo el año y tapadas con la socorrida helechera.
En las zonas altas se le llamaban papas de monte, y era habitual que cuando se desplazaban para cavarlas, se aprovechara la ocasión para tener algo de asueto, y se llevara un caldero con un conejo ya preparado en su mojo y un barrilete de vino. Las papas se preparaban in situ, pues mientas se dedicaban a la labor de cavarlas se había hecho un hoyo en el huerto donde se había metido leña que ardía dejando una hermosa brasa, que allá a la una de la tarde se le echaban las papas recien cavadas y se tapaban con helechera y tierra. Al cabo de una hora daba gusto sentarse alrededor de un saco donde se habían colocado las humeantes papas con el conejo en el lebrillo y el zurrón del gofio con el barrilete a mano.
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