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Opinión
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Adiós, Angela Merkel, te echaremos de menos

Muchos de izquierdas también

Después de décadas de gobierno en el estado más poblado, económicamente más fuerte y con mayor influencia en la Unión Europea, nos deja Angela Merkel, dirigente democristiana alemana. No cabe duda, salvo para los fanáticos sectarios, que su gobierno, con luces y sombras como todo ser humano, ha tenido más de positivo que de negativo, especialmente en los momentos duros en que vivimos. Aterra pensar qué hubiera sucedido si su comportamiento político, como persona conservadora y religiosa que es, hubiese sido distinto, más en la línea del estilo que parece ser dominante actualmente en las derechas mundiales, europeas y españolas. Es decir, tipo Trump/Boris Johnson, Berlusconi/Salvini, Aznar/Casado/Abascal, Le Pen…etc. De entrada, la UE hubiera saltado por los aires, y con ella todo el sistema de coordinación sanitaria y ayudas económicas europeas para mitigar los efectos traumáticos de la pandemia COVID 19. El enrocamiento de cada país en sí mismo, el “sálvese quién pueda”, la agresividad entre naciones con un resurgir aún más brutal del nacionalismo chovinista agresivo, la militarización de la sociedad y la búsqueda de enemigos internos y externos, junto con el aumento vertiginoso de las estructuras policiales y parapoliciales… nos habrían llevado a una sociedad desestructurada y bastante peligrosa.

Una de las características más elogiables de Angela Merkel ha sido, no sólo sus aciertos, sino su capacidad de autocrítica de sus propios errores, ese rasgo tan escaso en la clase política. En la crisis financiera/inmobiliaria del 2008, su etapa más negativa, al principio se apuntó al salvaje ultraliberamismo económico vigente en esos años…ayudas estatales las mínimas posibles, poca solidaridad intereuropea, que cada país buscara  sus soluciones, solo favorecer cambios cosméticos en el caos del sistema bancario, etc, etc. Pero fue capaz de darse cuenta que esa brutal receta no sólo no solucionaba la crisis económica y social, sino que la ahondaba. Eso se está viendo actualmente en  las medidas económicas europeas de solidaridad ante los estragos económicos de la pandemia. Sin Merkel, esto no hubiera sido posible. Evidentemente, no se reconvirtió en una líder progresista, socialdemócrata, de izquierdas: siguió siendo de derechas pero, eso sí, más civilizada, más europeísta, más solidaria, más sensible en los temas sociales…En definitiva, más “humana”. Y con respecto a la extrema derecha alemana, tolerancia cero. El caso más evidente de esto último, fue su actuación con respecto a los resultados y a las posibilidades de distintos pactos de gobierno en el estado alemán de Turingia después de las elecciones de 2019. En estos recientes comicios, el partido más votado fue Die Linke, formado por una unión de socialistas de izquierda y comunistas. En segundo lugar quedó la AfD de extrema derecha racista y antieuropea. Éstos, junto con los democristianos y los liberales, podían formar una alianza de derechas que tendría la mayoría en este estado federado alemán. Pero Merkel cortó de raíz los intentos de algunos líderes de su partido de romper el “cordón sanitario” implantado en torno a esta alianza venenosa y permitió un gobierno en minoría de Die Linke. En cuanto a la crisis de refugiados en Europa en 2015, ya es bien conocido que se jugó el tipo favoreciendo el acogimiento e integración de cerca de un millón de refugiados, principalmente procedentes del caos de las guerras de Siria y Libia. Y no sólo por “humanismo cristiano” (es hija de un pastor luterano), sino porque no cesó de afirmar que Alemania, con una población muy envejecida, necesita jóvenes extranjeros en edad de trabajar para asegurar su futuro demográfico  y su economía.

Es lógico preguntarse si el legado de Merkel continuará con sus sucesores. En principio, parece que sí, pues son mayoría en su partido demócrata cristiano los que se inspiran en su figura.

Y en  nuestra España, ¿hay seguidores de Angela Merkel en las derechas patrias hispanas? De eso espero poder hablar, para no extenderme demasiado ahora, en un futuro artículo, como continuación del presente.

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