Isla mía

Cuando el compositor palmero Ezequiel Perdigón Benítez escribió hacia 1978 la letra y música de la canción “Isla mía”, reconocía que fue en La Palma donde “aprendió a soñar”, y a pesar de que el mar, una y otra vez, lo alejaba de ella (“ese mar que me aleja de ti”), sin embargo, la añoranza y melancolía que le producía su marcha de la isla lo hacía volver “para revivir otra vez mi niñez y encontrar el calor de mi gente, aunque vuelva a perderlo después”.

No se imaginó entonces el abogado Ezequiel Perdigón (Santa Cruz de la Palma 22 octubre 1922 – Madrid 4 noviembre 2011) que en estos días en que lava y volcán, cual monstruo de fuego, devora parte de su isla, las redes sociales no paran de recordar su canción cual himno de todos los palmeros que quieren volver a su tierra para arrimar el hombro y aportar su ayuda en el más trágico momento de su historia.

Una canción que hizo muy popular el grupo Los Viejos, fundado en Santa Cruz de la Palma en los carnavales de 1966 por iniciativa de unos amigos del capitalino barrio de La Canela (como se conoce popularmente al de San Sebastián), aglutinados en torno al liderazgo del recordado Felipe Santiago Fernández Castillo, “Santy”, que quería mantener viva la tradición musical única en Canarias de las canciones, rumbas, guajiras, sones, guaguancó y otros ritmos de la vieja Cuba. Es a Los Viejos a quien más asocian los palmeros la canción “Isla mía”, si bien mi amigo Jorge Díaz Lutzardo me recordó que el cantante y fundador del grupo musical Los Bravos, Mike Kennedy, grabó en 1984 una magnífica versión de la canción en el disco “Recuerdo del Puerto de la Cruz”.

Por la influencia de Los Viejos, primero, y de Mike Kennedy después, cuando un grupo de palmeros celebran fuera de Tenerife un tenderete, o una parranda, o van en una romería, una inconfundible canción surge espontáneamente, porque es que esa isla que los vio nacer la llevan en el alma y no la han de perder. Puede que, entonces, alguna voz socarrona susurre que “ya están los palmeros con su Isla mía”, una canción que, sin duda, los identifica y une cuando están fuera de su terruño.

La caída del campanario de la Iglesia de Todoque impactó tanto porque era uno de los lugares de encuentro e identidad del barrio, como también la sede de la asociación de vecinos, el colegio o el consultorio de Salud. Los testimonios y gestos de ayuda a los palmeros desde toda Canarias reconfortan porque es el canario un pueblo sano y generoso, dispuesto a lo que haga falta, porque es mucho lo que se ha perdido y mucho el trabajo que queda por hacer para aliviar el dolor y proporcionar techo a quienes han visto cómo la lava sepulta ferozmente unos 28 kilómetros de carreteras y cerca ya de 1000  viviendas y construcciones en unas 400 hectáreas de colada, además de laboriosas fincas de plataneras (10.000 familias palmeras viven del plátano) y otros cultivos e industrias.

La llegada de la lava al mar de Tazacorte ha creado una fajana o delta de unas 17 hectáreas de unos 500 metros de ancho y 20 de altura, equivalente a unos 30 campos de fútbol, mientras el volcán de Cumbre Vieja no da señales de agotamiento y produjo el jueves una nueva fisura.

Las ayudas no se hacen esperar y entre muchas otras el Consejo de Ministros aprobó un decreto que proporciona 5,5 millones de euros al Gobierno de Canarias para la adquisición de 107 viviendas antes de final de año, destinadas de forma temporal o permanente a las familias afectadas, además de otros 5 millones para la adquisición de enseres de primera necesidad para aquellas personas que han sufrido pérdidas o daños en su vivienda habitual. Asimismo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anuncia otras ayudas por valor de 200 millones de euros. Lo cierto es que desde el 19 de septiembre el volcán y sus diferentes bocas no paran de vomitar fuego, sin que, hoy por hoy, alguien sepa qué nos depara el futuro.

Publicado en EL DÍA el 3 de octubre de 2021.