Comparativamente con la media europea, en España hay pocos psicólogos y los planes para tratar la prevención de la salud mental son insuficientes. La falta de psicólogos en la sanidad pública es preocupante. España solo ofrece seis de estos profesionales por cada 100.000 habitantes, una tasa hasta tres veces menor que la media europea. Hay desempleo, pobreza, falta de un futuro, alcoholismo y drogadicción, falta de educación para muchas personas, desigualdades, recursos que no se quedan en la isla, falta de implicación de los políticos en asuntos sociales y de apoyo a la ciudadanía.
Cada vez son más las personas que acuden a terapia en España, pero aun así el empeoramiento de la salud mental en la población de todas las edades es una realidad aparentemente sin freno. Una de cada cuatro personas sufren o sufrirán un trastorno mental a lo largo de su vida. ¿Influye el factor insular en los desarreglos psicológicos?
Estamos viviendo ‘la era de la salud mental’. Nunca antes se habló tanto de ello. El contenido de autoayuda en libros y redes sociales no deja de aumentar en todo el mundo. Poco a poco nos hemos ido acostumbrando a pedir ayuda psicológica, según las estadísticas más de 12 millones de españoles —un 26,2 por ciento de la población— acuden actualmente a un especialista de salud mental, según los datos del informe de Mutua Madrileña. Una cifra bastante considerable respecto a los que iban a consulta hace cinco años. Además, la demanda de psicólogos ha crecido un 37,2 por ciento, según datos del Ministerio de Salud.
¿Tiene algo que ver la condición insular con las elevadas cifras de suicidios? Las limitaciones del medio, la falta de salidas, la pandemia, la irrupción de un volcán han sido generadoras de mala salud mental en la isla de La Palma. Medio en broma, hace tiempo se decía que la isla de La Palma era como un sanatorio psiquiátrico al que solo le faltaba ponerle una tapa encima. Precisamente esta isla ha sufrido recientemente incendios, pandemia y la destrucción de un volcán, lo cual hace que abunden las depresiones y que muchas personas se estén medicando. Hubo quienes lo perdieron absolutamente todo: casas, fincas de plataneras, y aunque hubo ayudas del consorcio de seguros, el daño psicológico y moral ha sido muy grave. Los ansiolíticos son medicamentos para la depresión, para el insomnio, para regular el estado nervioso de las personas.
España es el país con más alto consumo de pastillas psiquiátricas, hay una gran adicción a las benzodiacepinas, los medicamentos psicotrópicos empleados en tratamientos de insomnio, depresión o ansiedad. Y cerca de un 25 por ciento de los jóvenes de entre 15 y 29 años reconoce haber tomado ansiolíticos, según el Barómetro Juvenil de Salud y Bienestar de 2021.
Estos aumentos en la demanda de psicólogos y el consumo de ansiolíticos coinciden con un escenario completamente contrario a lo que debería estar sucediendo respecto con las cifras precedentes: a pesar de que las personas acuden mucho más a terapia que hace una década, la salud mental en nuestro país no parece estar mejorando. Así lo piensa, al menos, un 74,7 por ciento de los españoles.
El número de suicidios tampoco deja de crecer desde que en 2008 pasó a ser la primera causa de muerte no natural en nuestro país, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Ya superan los 4.000 al año, según cifras oficiales en Canarias se cuantificado 260 el año pasado. «Mucho de lo que estamos viendo ha aflorado sensiblemente tras los tres años de pandemia y todos sus impactos en la vida de las personas», explica José Antonio Luengo, decano del Colegio Oficial de Psicología en Madrid. Se estima que cuatro millones de personas sufren depresión en toda España. Aquí en las islas hay que añadir un hecho flagrante: a pesar del empujón turístico, se ha incrementado el índice de pobreza, el desarraigo.
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