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Cultura
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Saturnino García y Liz Lobato emocionan con 'Tierra de nuestras madres' en el Festivalito XX de La Palma

El sábado 7 de junio, en la Casa de la Cultura de El Paso, el Festivalito XX La Palma vivió una de sus veladas más especiales con la proyección de La tierra de nuestras madres, dirigida por Liz Lobato y protagonizada por Saturnino García. Tras la película, el coloquio con ambos creadores se convirtió en una conversación entrañable y reveladora, donde se habló de arte, comunidad, memoria y humanidad.

Saturnino García, Goya al mejor actor revelación en 1994 por Justino, un asesino de la tercera edad, compartió con el público su experiencia encarnando a Rosario, una mujer mayor manchega. Al recordar el momento en que se puso el vestuario por primera vez, afirmó con una sonrisa: “Me vi vestido y dije: ¡soy mi abuela Emiliana!”. Más adelante, cuando le preguntaron cómo se sintió en ese papel, respondió con convicción: “Yo soy el hijo de una mujer. Soy mitad hombre, mitad mujer. Y no tengo complejo ninguno en hacer de mujer. La hago clavada”.

Durante el coloquio, Liz explicó cómo Saturnino llegó al proyecto. En un inicio, pensó en un amigo de su pueblo para el papel, pero éste enfermó, y fue otra persona quien le dijo sin dudar: “Tienes que llamar a Saturnino García”. Ella dudaba: “¿Cómo voy a llamarlo para una película de cine comunitario?”. Pero lo hizo, y Saturnino, lejos de mostrarse reticente, aceptó encantado. “No solo aceptó, se entregó por completo”, relató la directora.

El rodaje se desarrolló con actores no profesionales, con gente del pueblo, en condiciones muy humildes y gracias a un crowdfunding. Compartieron casas, cocinaron en el campo, usaron platos de loza que lavaban por turnos y bebieron en botijos. “Más sostenible, imposible”, comentó Liz. Una vecina llegó a ceder una cabra y una escopeta, mientras un churrero donó 60 euros “de la caja” para apoyar el rodaje. “No nos pedían nada, solo querían pasarlo bien”, recordó emocionada.

A sus 90 años, Saturnino contó que sigue haciendo teatro, con tres espectáculos pequeños en marcha, y que aunque no le llaman mucho, él continúa esperando. Sobre salir en algún corto del Festivalito, dijo que si hace falta, lo hará, aunque también dejó entrever que a su edad es un poco más complicado cuadrar agenda.

El ambiente del coloquio fue cálido, relajado y lleno de complicidad. Saturnino, que prefiere hablar de pie para sentir la cercanía del público, compartió anécdotas divertidas del rodaje que Liz detalló: desde la cabra que se orinó en un escenario improvisado hasta los kilómetros que caminaba su personaje sin que nadie se lo pidiera. “La Rosario era muy andarina”, dijo Saturnino entre risas. El público respondió con aplausos y afecto.

La tierra de nuestras madres es una reflexión sobre las raíces, la identidad y el poder de la imaginación colectiva. La presentación en el Festivalito fue un recordatorio de que el cine más valioso no siempre nace de los grandes presupuestos, sino de la verdad compartida.

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