"Sexo, corazón y vida", es el último libro de la escritora y colaboradora de elapuron, Rosario Valcárcel, se presenta mañana martes en la Casa de la Cultura de Los Llanos, a las 20:00 horas, y el miércoles a las 19:30 horas en la Casa Salazar capi
En el transcurso de la Feria del Libro se presenta mañana martes en Los Llanos de Aridane, y el miércoles, en Santa Cruz de La Palma, el libro Sexo, corazón y vida, (Editorial Anroart), de la colaboradora de El Apurón, Rosario Valcárcel, que escribe el blog con el mismo título que su nuevo libro.
Este martes, a las 20:00 horas de la tarde, será el acto en la Casa de la Cultura de Los Llanos de Aridane mientras que el miércoles día 11, a las 19.30 de la tarde, se realizará la presentación en la Casa Salazar de la capital.
Rosario Valcárcel es una escritora grancanaria de origen palmero que pasó parte de su infancia en Los Llanos de Aridane, por cuanto su abuela, Marieta De las Casas, fue jefe de Telégrafos de la citada localidad, cargo que continuó su tío Antonio Valcárcel De las Casas.
Rosario es la pionera del género erótico en las Islas, y el nuevo texto que se presenta ahora es su quinto libro publicado. Comenzó con La Peña de la Vieja y otros relatos (Anroart), sobre su memoria personal, después vino Del amor y las pasiones (Anroart), libro de relatos al que siguió El séptimo cielo (Anroart) y el libro de poemas Las máscaras de Afrodita (Ediciones Idea). Sexo, corazón y vida es un conjunto de nueve cuentos con ilustraciones del pintor grancanario Manolo Ruiz.
El libro contiene un intenso prólogo de Elsa López, quien entre otras cosas afirma que cada uno de los cuentos de este libro encierra un secreto por el que se hace especial dentro del género. La autora juega con ello. El lector lo advierte y se regala con ello.
"Cuando leí su cuento "Veinticinco de diciembre" enviado por Rosario como un avance de su nuevo libro, Sexo, corazón y vida (Ediciones Anroart) yo le contesté en cuatro renglones: "Recibido, leído y asimilado entre plato y plato. Sigues con ese raro estilo de decir y no decir para dejarnos con el deseo a la puerta. Siempre entreabierta. Un beso y gracias por la primicia. Elsa". Con esas palabras hacia referencia a otras lecturas anteriores que me habían puesto sobre aviso de lo que Rosario Valcárcel estaba haciendo en aquellos momentos: escribir relatos eróticos. Interesada en ellos, le pedí que me los enviara.
El erotismo es un hilo muy fino que va hilvanando todo lo relacionado con la sexualidad y no sólo con el acto sexual entendido físicamente, sino también con sus diversas proyecciones. Es un concepto de una gran complejidad pues encierra contenidos diversos que van desde lo subjetivo a lo puramente social. Hilvanar con ese hilo una historia que cuenta una cosa cuando realmente cuenta otra que transcurre en el interior del cuerpo o de la mente de los protagonistas y que es el verdadero motor de sus comportamientos, no es nada fácil, porque ese hilo puede quebrarse y la lectura convertirse en una mera muestra de zafiedad. Escribir narraciones eróticas y que el lector entienda y sienta en su carne los complicados resortes de la sensualidad y la sexualidad que hay debajo de las palabras, es una rara facultad que muchos de los que se dedican a la literatura erótica no poseen. Hacer que el lector sienta cómo ese hilo le atraviesa poco a poco hasta despertar en él sensaciones, vértigos, humedades…. No es poco. Es un arte. Pocos son los que lo cultivan y muy pocos los que alcanzan a dar al lector el leve empujón hacia ese vacío por donde dejarse caer.
Más adelante, Elsa concluye que "Rosario posee ese raro don de escribir y contar para que el lector pueda sentir. En sus narraciones la autora domina la liturgia del sexo, los rituales secretos que conducen al placer. No es lo que cuenta, es cómo lo cuenta; ese tono ligero, aparentemente neutro, que, poco a poco, va creciendo en intensidad y calor. El cuerpo que lee sufre las mismas sacudidas que la narradora describe en sus protagonistas y, de esa manera, los lectores se pierden con Javier y Valeria en la semipenumbra de un probador de mujeres de unos grandes almacenes o se dejan balancear en los brazos de Mónica como si fuera Kali la diosa capaz de despertar el erotismo en los dioses más poderosos aspirando "el olor amaderado del sándalo, el deleite aromático de lo vegetal, la vitalidad y la tonalidad de las hojas de los árboles", o pasean con Patricia entre olores a sacristía y pasos de Semana Santa mezclados con hierbas de manzanilla y las indulgencias que abren las puertas del cielo; o, sencillamente, se dejan llevar por el deseo de una profesora hasta los brazos de Yeray, el alumno preferido.
La pluma de Rosario Valcárcel nos conduce sin estridencias hasta el lugar sagrado donde se va a producir la ceremonia ritual del apareamiento y nos hace sentir el cosquilleo del placer recorriéndonos los pliegues de la piel sólo con la virtud de su escritura.
No. No es un género fácil el que ella cultiva, porque ese hilo del que hablaba más arriba se tensa hasta límites que uno cree imposibles, y, en ocasiones, el hilo se parte y la narración crea confusiones y desorden en el lector lo que le conduce a dar la espalda al libro que tiene entre las manos. Lo que nos lleva a pensar que mala es la literatura que no interroga o conmueve o hiere o desazona y a la que uno da la espalda".
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