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Juan Carlos Díaz Lorenzo

Luis Cobiella, in memoriam

  • Palmero honesto, creativo y trabajador

Luis Cobiella Cuevas figura entre los palmeros más relevantes de la segunda mitad del siglo XX, sino el que más, como bien ha destacado su amigo Jerónimo Saavedra Acevedo. Precisamente fue él quien, siendo presidente del Gobierno de Canarias, le nombró primer Diputado del Común en 1986 y desde su sede en el inmueble situado en la calle Real de Santa Cruz de La Palma, desempeñó dicho cargo hasta 1991.

Pero ese no ha sido su mérito más relevante para recordarle en el tiempo. Luis Cobiella Cuevas era un intelectual profundo y su nombre está asociado a la Cultura de Canarias -así, como mayúsculas- desde sus arraigadas facetas de compositor, escritor, literato y docente de enseñanza media. Tenía buena cuna. Su padre, Luis Cobiella Zaera y su madre, Rafaela Cuevas Cabrera, eran personas cultas e inculcaron en sus cuatro hijos el gusto por el arte, la música, la literatura, las buenas maneras y el afán legítimo de querer y poder ser más y mejores en la vida.

Luis Cobiella Cuevas cerró sus ojos a comienzos de esta semana a la edad de 88 años, después de una fructífera trayectoria vital. Nació, vivió y rindió su última singladura en Santa Cruz de La Palma, en la que el 23 de marzo de 1925 vio la luz primera. Estudió Ciencias Químicas en la Universidad de La Laguna e impartió clases de Matemáticas, Ciencias, Literatura e Historia en el Instituto de Segunda Enseñanza de la capital palmera. Sin embargo, pese al dominio del mundo de los números, su profunda vena artística le desbordaría siempre.

Distinguido con el honroso título de Hijo Predilecto de su ciudad natal en atención a sus relevantes méritos y generosa contribución, su nombre lo ostenta uno de los institutos que hoy tiene la capital palmera y en su dilatada hoja de servicios figura la fundación de la emisora "La Voz de la Isla de La Palma", director de "Diario de Avisos" -decano de la prensa de Canarias, fundado el 2 de julio de 1890 en Santa Cruz de La Palma-, académico emérito de la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel, Gran Cruz de la Orden Islas Canarias y Premio Canarias de Bellas Artes e Interpretación 2002.

Luis era persona muy afable en el trato, comedido, tranquilo y tenía un carácter muy palmero -de buen palmero, en el más amplio sentido de la palabra-. Le conocimos hace muchos años -más de treinta-, entonces al frente de UNELCO en La Palma y le vimos por última vez en la Bajada de la Virgen de 2010, cuando en el acto del Minué subió al escenario y recibió el cálido homenaje de su isla envuelto en un prolongado aplauso. Se ha dicho en reiteradas ocasiones -y es absolutamente cierto-, que Luis Cobiella poseía un espíritu renacentista que vivió en el siglo XX y era un intelectual vinculado al espíritu de la Ilustración. Lo mejor era su relevante personalidad y su reflexión, además de su notable capacidad para la oratoria y su dominio humanista y filosófico.

Poeta con libros publicados y ensayista, su acertada pluma está impresa en numerosas colaboraciones en la prensa local. Es preciso destacar, asimismo, su faceta de musicólogo y su referencia académica cuando, en 1948, publicó un trabajo magistral sobre el folclore en La Palma en "Revista de Historia", de la Universidad de San Fernando de La Laguna. Su pasión por Wagner le llevó a interesarse por la comunicación, el análisis y la difusión en la obra del compositor germano, sobre el que nos deja varios trabajos de notable enjundia.

La aportación creadora de Luis Cobiella es inmensa. En su faceta de compositor escribió más de un centenar de obras clásicas, de cámara y sinfónicas, varias de ellas inspiradas en motivos populares de La Palma. Su formación musical le permitió profundizar en la composición orquestal, coral y solística para el Carro Alegórico y Triunfal de la Bajada de la Virgen, así como en las danzas del Minué, entre otros aspectos destacados. 

En su humildad y sencillez, Luis Cobiella hizo honor a su condición de palmero honesto, creativo y trabajador. Se ha ido con las manos limpias -con las que siempre trabajó- y nos deja un extraordinario legado y un gratísimo recuerdo de su dilatada experiencia y entrega al amparo de su buen y bien hacer. Tome nota la sociedad palmera de su preclaro hijo ilustre y, en especial la clase política insular, la cual, salvo honrosas excepciones, haría bien en tratar de mejorar y reflejarse en su capacidad y en la limpieza de su mirada; en el amor, esfuerzo, abnegación, sacrificio y gratitud por su tierra, valores que Luis Cobiella encarnó plenamente en vida.

 

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