El ganador de Transvulcania 2012, Dakota Jones, vuelve a la Isla con un mes de antelación para dar la batalla por la Ultramaratón. Marten van Dyken / Transvulcania.
En 2012, la Plátano de Canarias Transvulcania ingresó en el circuito de la Federación Internacional de Skyrunning (ISF). Eso hizo que un grupo de atletas estadounidenses de primer nivel miraran por primera vez hacia una pequeña isla del Atlántico de la que nunca habían oído hablar. En aquella lista de grandes nombres pasó casi desapercibido el de un jovencísimo corredor de Wyoming, al que por aquel entonces se conocía como "The Kid" (El chico). Con 21 años y sólo una victoria de renombre en las 50 millas de Sonoma, pocos pensaban en él como candidato al título. Y sin embargo…
"He tenido días especiales en la montaña. Pero por lo que respecta a las carreras nunca ha habido otro como el de aquella Transvulcania", recuerda. Después de ir quitándose rivales de encima y de alcanzar el techo de la isla con la única compañía de Kilian Jornet, se vio sorprendido por un ataque del británico Andy Simmonds, que tiró de su acompañante hasta dejarlo solo a mitad de descenso. A pesar de ello y contra todo pronóstico, consiguió cazarlos a ambos antes de la meta. "Realmente no sabía lo que esperar. No tenía ni idea de lo que estaba sucediendo. Aparecí como desde la nada y todo salió perfecto. Estaba tan sorprendido como cualquiera. Incluso confundido. Fue maravilloso".
Dos años después, en 2014, regresó de nuevo a Transvulcania para probar suerte. Pero el décimo puesto que consiguió entonces le dejó un sabor agridulce. "No quiero que suene como que una décima posición sea mala. Ciertamente es algo que me enorgullece. No obstante el año pasado creo que no fui capaz de dar todo lo que tenía dentro. Es decir, entregué todo lo que tenía ese día concreto pero no me preparé adecuadamente para la carrera. Justo antes de Transvulcania había viajado mucho y descansado poco". Las enormes expectativas despertadas tampoco ayudaban, en cualquier caso: "Tenía mucha presión encima para volver y ganar y quería estar a la altura. Así que pensé que estaba decepcionando a la gente, pero creo que fui el único que lo vio así. Todo el mundo aquí ha sido maravilloso y comprensivo".
Para la próxima edición, asegura sentirse muy motivado. Llega a La Palma con un mes de antelación, apoyado por un nuevo patrocinador (Salomon, por el que fichó el pasado mes de diciembre) y con muy buenas sensaciones sobre su momento de forma. "Ahora mismo estoy disfrutando mucho de los entrenamientos. Tengo muchas ganas de afrontar esta temporada y hace mucho tiempo que no me sentía tan bien como atleta".
En estos tres años, Dakota asegura además haber progresado como deportista. "Es como si me reconociera más como corredor. He empezado a aprender cómo entrenar y cómo reacciona mi cuerpo a las diferentes carreras o a las diferentes cargas de entrenamiento. En 2012 creo que tuve suerte. Pero ahora me parece que tengo las cosas bajo control".
Sobre la Ultramaratón de La Palma considera que su recorrido es "único. Quiero decir, en algunas partes es terreno volcánico, arenoso y suelto. En otras es muy puntiagudo y adherente, de forma que si te caes te puedes hacer bastante daño". Sin embargo, considera que es el perfil de alturas el que le otorga singularidad: "Me parece que Transvulcania es como subir dos cimas, una más baja que la otra", comenta en referencia al doble ascenso a Las Deseadas (1.900 metros de altura, en el kilómetro 17 del recorrido) y el Roque de los Muchachos (2.400 metros de altura, en el kilómetro 51). "Es increíble acumular tanto desnivel en dos cimas y luego bajarlas de golpe. Quiero decir, ¿cuánto hay hasta el Puerto de Tazacorte? ¿17 kilómetros? Es de locos. No conozco otra cosa parecida". Y luego el ascenso final hasta la meta: "Cuando estás ahí dices: ‘Maldita sea, no quiero hacerlo". Pero desde el punto de vista de la competición es genial que después de la paliza que supone el descenso todavía tengas que reservarte un poco para esos últimos kilómetros".
Por otra parte, de todas las partes del recorrido se queda con el Parque Nacional. "Me encanta La Caldera. Es genial estar ahí arriba. Tardas tanto en llegar pero cuando lo haces todo el cansancio se evapora con las vistas. Puedes ver el océano por todos lados, la isla entera con sus pueblos… Es un lugar extraordinario".
Mientras se aproxima el 9 de mayo, aprovecha para reconocer el terreno en otro contexto diferente. "Honestamente, la mejor forma de preparar una carrera es en las mismas condiciones que durante la competición. Lo hice también en Hard Rock 100. Pero también vengo para poder conocer mejor la isla. No es que durante la carrera estés las siete horas concentrado: te da tiempo a mirar un poco alrededor. Pero en general sólo sirve para darse cuenta de lo que te estás perdiendo".
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