Dos tiempos, dos temples. El primero, un Mensajero con la batuta dirigió el juego con absoluta autoridad, con poca fortuna de cara al gol, pero con solvencia. El Amurrio, con la suerte del que realiza un juego práctico, le permitió abrir la lata de los goles. Un segundo tiempo tedioso, aburrido (el Mensajero no tiró entre los tres palos hasta la media hora de juego) y un Amurrio que hizo todo lo que pudo para frenar el encuentro, conformándose con el empate para el partido de vuelta.
El Silvestre Carrillo se quedó así con un empate a uno que deja un sabor agridulce al respetable mensajerista, porque el conjunto que entrena Vales pudo haber conseguido una mejor cosecha por juego y ganas. No obstante, se trata de un resultado muy abierto y que deja la eliminatoria sin decidir para la vuelta el próximo domingo.
Durante los primeros 45 minutos, el conjunto local desplegó un juego ambicioso y agresivo. Nada más empezar el partido, Yeray estuvo a punto de inaugurar el marcador. Solo en el único despiste defensivo, el Amurrio consiguió hacer daño en la meta local, consiguiendo un gol de bella factura realizado por el delantero Joseba, que conectó una vaselina sobre el meta Manuel. Pero lejos de amilanarse, el Mensajero tardó cuatro minutos en recuperarse y consiguió el empate con un remate contundente de cabeza de Dani.
El Mensajero mantuvo el balón el resto del primer tiempo creando peligro en la meta del Amurrio, que tuvo la suerte en este primer tiempo de que el delantero mensajerista no tuvo su mejor día. Prueba de ello fue el penalti que desperdició, pitado tras una rápida incursión de Leroy.
Del segundo tiempo poco hay que contar. El Mensajero se dejó contagiar por el tedioso juego de los vascos , que congelaron el juego a la espera de sacar un resultado todavía mejor a base una jugada a balón parado. No hubo fortuna para los de Vales y tampoco el árbitro estuvo decidido a la hora de mostrar cartulina roja a uno de los jugadores del Amurrio que hubiera dejado al conjunto visitante con una clara desventaja numérica.
