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La vendimia concluye con algo más de 782.000 kilos de uva cosechados

  • El 50% de los viticultores inscritos no entregan la uva a bodegas del Consejo

La belleza de Fuencaliente, tierra de volcanes y de viñedos. Primer premio de fotografía San Martín 2013. Archivo.

La vendimia de este año ha concluido en la Isla Bonita con la recolección de 782.472 kilos de uva, una cantidad ligeramente superior a la del año pasado y que se corresponde a 557 viticultores, que no son todos los inscritos en el Consejo Regulador, 1.161, lo que significa que más del 50% de los mismos no entregan uva a las bodegas acogidas a la Denominación de Origen La Palma. De la uva recogida, 366.990 kilos son de uva blanca (46,90%) y 415.482 kilos de uva negra (53,10%).

Esta campaña 2013, con una producción de 782.472kg, se ha quedado por debajo de la media de producción anual (2003-2013) que es de 1.132.292kg.

La vendimia dio comienzo en la subzona Hoyo de Mazo el 16 de agosto, para concluir dos meses y casi medio más tarde en la subzona Fuencaliente con la recolección de la uva de Malvasía Aromática. Hay que tener en cuenta que la orografía de la Isla condiciona mucho la recolección de esta uva ya que el viñedo se encuentra ocupando una franja que puede ir desde los 200 hasta los 1.400 metros de altitud, con múltiples microclimas. A esto hay que añadir la riqueza varietal que tiene La Palma, llegando cada una de las variedades a su punto óptimo de madurez en un momento diferente, lo que provoca que tengamos una vendimia muy larga en el tiempo.

Con respecto a las condiciones climatológicas, indican desde el Consejo Regulador, que el invierno fue muy favorable con abundantes lluvias y bien distribuidas a lo largo del mismo, lo que garantizó una buena parada vegetativa. "Nació mucha uva y se preveía una buena cosecha". Sin embargo, los meses de mayo y junio fueron muy frescos con lluvias persistentes y mucha humedad, lo que provocó, por un lado, corrimiento de racimos en aquellas viñas que se encontraban en floración y cuajado y, por otro lado, aparición de enfermedades fúngicas de forma generalizada. "Estos días de lluvia persistente impidieron que los viticultores pudieran dar en tiempo y forma los tratamientos adecuados para la prevención de estas enfermedades y la propagación de las mismas se vio facilitada. El verano se hizo esperar y en aquellos viñedos en los que se pudieron dar los tratamientos oportunos con azufre en espolvoreo, ideales para prevenir la ceniza, se vio que la uva estaba sana".

Los viticultores que tenían contratado el seguro del viñedo, con la opción que cubriese los daños producidos por bruma, pudieron hacer uso de él.

 

 

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