La monografía Descendencia de Pedro I el Cruel en La Palma: sangre real en Las Breñas, que acaba de ver la luz, recoge un amplio estudio genealógico sobre la población de Las Breñas. El trabajo, realizado sobre una muestra significativa de las familias avecindadas a principios del siglo XX en Breña Alta y Breña Baja, prueba que más de la mitad de las familias avecindadas en algunos de los barrios de Miranda, El Llanito y San Isidro son descendientes directas de don Pedro I, rey de Castilla y León (1350-1366) y de doña Juana de Avis, reina consorte de Castilla (1455-1475) y, a través de ellos, de las casas reales de Inglaterra, Francia, Alemania, Hungría, Polonia o Escocia, entre otras.
El libro, firmado por Francisco Javier Martín Pérez, Ángel Luis Pérez González y Pedro Javier Castañeda García, constituye el resultado de más de cuatro años de investigación. Prologado por Eugenio Egea Molina, ha sido publicado por el sello palmero Cartas Diferentes Ediciones dentro de su colección “Cuadernos Insulanos”. La edición ha contado además con el patrocinio del Cabildo Insular de La Palma y el Ayuntamiento de Breña Alta.
Entre las aportaciones contenidas en el volumen se encuentran setenta y nueve cuadros genealógicos correspondientes a otras tantas familias que se vinculan al mencionado monarca. Se trata de los apellidos: Álvarez, Rodríguez, González, Hernández/Fernández, Pérez, Martín, Sánchez, García, Sicilia, Barrios, Gutiérrez, García, Machín, Luis, Paz/Pais, Santos, Afonso, Bravo, Morera, Castro, Matías o Felipe. Otra aportación a considerar es la transcripción del Censo de habitantes de Buenavista y Breñas de Arriba y Abajo (actuales municipios de Breña Alta y Breña Baja y una pequeña proporción del de Mazo), elaborado en 1603 por el párroco de San Pedro Vicente Rodríguez de Leria.
La obra será presenta en Breña Alta y Santa Cruz de La Palma durante las próximas semanas.
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Ivan4
¡Sí…y yo soy descendiente de Cristóbal Colón! Ya cualquiera se atreve no sólo a publicar libros, sino a reinventar la historia. Muchos aborígenes fueron obligados a bautizarse, con lo cual les “cristianizaban” sus nombres y apellidos, tomados de “sus dueños”, “señores” o como se les quiera llamar.
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Empiezan pronto con las inocentadas.
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