Miguel Martín, presidente de la Asociación Palmera de Agricultores y Ganaderos (ASPA) y Adalberto Martín y Eva Hernández, presidente y gerente respectivamente del Consejo Regulador de Vinos de La Palma, contrastaron, en una reunión celebrada ayer, datos sobre las causas que están provocando el abandono de numerosas explotaciones por falta de rentabilidad económica.
Destacar que, a la merma generalizada en la producción por la ausencia de lluvias en los últimos años, se añaden las discrepancias en los sistemas de identificación de parcelas que impiden que los agricultores puedan recibir las ayudas del programa POSEI al mantenimiento del cultivo, las plagas, la falta de infraestructuras viarias o de riego, la imposibilidad de mecanizar las labores en un sector caracterizado por el minifundismo y radicado en espacios protegidos o la falta de mano de obra y de relevo generacional, están provocando en muchos agricultores el hastió y el consiguiente abandono.
Lamentan que mientras el vino de la isla cuenta en la actualidad con los mejores reconocimientos por su calidad y la demanda por parte de los consumidores, el cultivo de la viña se encuentre en franco retroceso. Un sector el de la viña y el vino protagonista destacado, desde hace siglos, de nuestro patrimonio cultural, medioambiental y económico.
Con esta problemática sobre la mesa, ambas entidades coinciden en la necesidad de demandar de las administraciones públicas y de los agentes implicados, coordinación para poner en marcha un plan para recuperar las zonas que más están soportando las consecuencias expuestas.
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Atila
Nitrofoska me he tomado la molestia de leer su comentario de principio a fin y he de decir que estoy totalmente de acuerdo con usted. Yo mismo tenía un par de pedazos de viña que los atendí por años, más bien para entretenerse, pero me han acabado aburriendo, entre la bodega y el consejo. Ahora si quiero vino me compro una botella y ya me da lo mismo que sea de aquí o de fuera. Poco futuro le veo a la viña cuando los viejos estamos cansados y los jóvenes no la mantienen porque no da rendimiento.
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tajaraste
Reuniones de reuniones de objetivos de propuestas que vienen ya del siglo pasado. Sencillamente tiro al aire un pensamiento, supongamos que vienen 100 euros de posei, ustedes creen de verdad que los plataneros estarían hasta 4 años sin cobrar la ayuda como estuvieron los viñateros, lo dudo. Ellos sí cobraron, año tras año, los demás no. Ahora dicen que un avión saco fotos, y no cuadran las fotos con la realidad. Un tío en una mesa de Tenerife o las Palmas dice que no cuadran las fotos, porque no tiene hu… y dice lo que no cuadra con los 100 euros para plataneros, 2 euros para viñedos, dos para flores y 50 céntimos para el resto. Todos tenemos derecho, de esos 100 euros den a los viñateros 10 y verán como no se abandonan viñedos, como se sigue con las flores, hasta alguno se atrevería a sembrar tuneras. En igualdad de condiciones, no todo para unos y las migajas para otros.
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SLAM
Nitrofoska; En mi opinión y teniendo en cuenta que del sector que nos ocupa y preocupa no tengo ni los minimos conocimientos, si quiero destacar que su Articulo de opinión aparte de bien argumentado y redactado puede ser también motivo de reflexión para los que tengan a bien seguir con el cultivo milenario de la vid.
Saludos.
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Nitrofoska
La noticia, el comentario, da la impresión que ya este sector comienza hacer aguas, o quizás se vislumbra, amenaza tocar fondo, nada nuevo de otra parte que no lleve notándose hace bastante tiempo.
Claro está, la viña, donde la climatología adversa que se hace presente con los estragos que estamos conociendo, y por otras razones está pasando a un plano muy inferior a la importancia del pasado, y tiene su por qué.
Que se agoten las reservas de las bodegas antes de la siguiente cosecha no es bueno. No ha habido ni habrá ya excedentes, y a menos irán. Al viticultor, no se le puede tratar como lo han hecho muchas bodegas, receptores del producto final: ninguneo, falta de palabra, honestidad, pagar muy tarde, mal y a plazos, es decir, “a goteos”, pues existen algunos sufridos viticultores que han recibido el pago total del mismo, pasados los tres años. (Constatable)
Desde hace algunos años se importan caldos de Latinoamérica, (también Sudáfrica) donde al igual que en España el cultivo está automatizado, industrializado y el costo de la mano de obra, como sabemos, es ínfima y se abaratan por tanto los costes.
Aquí, donde las labores de un viticultor, requieren casi nueve meses de intensa labor, ya que muchísimos de los cultivos están en zonas donde la mecanización es casi imposible, además por la manera y tradición de llevarlo a cabo, de tal forma que, los azotes de la climatología no los arruine; transformándose todo ello en un trabajo propio de esclavos de galeras, por tanto, esto hace que no sea rentable casi en muchos casos, o todos, en sus muchos y diferentes aspectos. Se salvan de esta afirmación algunos cultivos qué, si bien están muy avanzados, modernizados, tampoco rentabilizan su inversión, ni como la misma, ni como ingreso económico amortizable y de continuidad. Y sabemos qué, cuando un cultivo, mercado o patrimonio no renta, ni se obtienen beneficios, se tiende a eliminar, lo contrario, es decir, mantenerlo, sería por pura tradición y otras razones que no son de interés, además de torpes, en otras, confundiéndose con un supuesto hobby e interés propio. Hay viticultores que sacarles de su sistema empírico de cultivo obtención de su uva y faltaría más, su vino “para casa,” sería como condenarles a un supuesto y ficticio fracaso. Tampoco es eso, y son los menos.
De otra parte, continúa existiendo el empecinamiento de intentar mantener el conservadurismo de los varietales, mal llamados autóctonos, (con prohibición expresa de aceptar los foráneos). Algunos de muchísima y comprobada calidad y, otros, hartos conocidos que sabemos no dan más de sí. Sí, habría que tomárselo con absoluta seriedad en el empeño de reflotar lo que antaño era un cultivo más próspero que ahora. Dudosa batalla perdida y cada vez con menos “infantes” que deseen tomar el relevo a pesar de contar con más propiedad y conocimientos en el mismo.
Difícilmente se puede competir con vinos de calidad, con cuerpo, crianzas y reservas importados de zonas con ganada y merecida fama y sobradamente conocidos. (Se moleste quien se moleste). Pero no, sigamos mirándonos el ombligo, ya que tenemos los mejores vinos, se afirma, que no se cuestionan los gustos, sino razones contundentes que desmontan toda la pseudoreputación chovinistica que nos invade. Si, se habrán ganado muchas medallas, pero todo ello es muy cuestionable, y al viticultor no le son de ningún tipo de ayuda, pues la relación final de su amada “vitis vinífera” con la bodega, en el terreno económico sigue igual, es decir, muy mal. En tanto unos ganan sus medallas, el sufrido viticultor aún no ha percibido económicamente nada. Por tanto, se crea, se genera desmotivación, apatía desinterés y pérdida total de credibilidad por mejorar y continuar trabajando en lo que ha sido parte de su forma de vivir.
Basta darse una vuelta por cualquier hipermercado y ver el precio que compite con el propio, y huelga el comentario posterior, este debe ser íntimo…, sin exclamaciones, pues darían para mucho.
Este sector está dejado de la mano, y es el mismo viticultor quien se subvenciona al final su propio cultivo, las limosnas externas no son ninguna motivación, y al que le es, su cultivo está ruinoso, y su único objetivo conocido: la picaresca. Mala praxis es la picaresca de la subvención. Muchos son los viticultores que ya han optado por el abandono de sus parcelas, sin solución de continuidad. Cederla de manera gratuita, por su fruto y beneficio, nadie quiere este cultivo. Por mucho que el Consejo Regulador y las propias bodegas intenten infundir ánimo, empleando planes de sostenimiento de los mismos; siempre agradecido, pero aquí se deben aplicar la máxima: “Hechos son amores y no buenas razones”. Las bodegas deben pensar que el viticultor es un lacayo suyo, ni siquiera asalariado, la herramienta intermedia que hace que la pompa y Fausto con sus correspondientes premios y medallas sean propiedad de la bodega de turno. En tanto el viticultor, aún pasado más de un año, no ha recibido el importe de su sacrificado, duro y penoso trabajo.
Hubo cierto momento en que los políticos de turno, con los viticultores se “empeñaron” dando ciertas filípicas y haciendo ver que estaban en ello, en protegerlo y sacarlo adelante, reflotarlo, mediante varias estrategias que iban a seguir. Todo quedó en un fracasado intento de buenas voluntades, más bien empatías preelectorales, y captar algún que otro voto descarriado.
Un año más, como éste, continúa la sequía, se hace duro y desmotivador. El seguro y la climatología adversa, pues tampoco compensará, de reconocerse; y por mucha selección que se lleve a cabo, una gran parte de la cosecha, estuvo muy mermada, sin las cuantías de años precedentes, lo cual va empeorando la situación de la viticultura.
Si, además, este sector no debe notarse en las urnas. ¡That is the question! La competencia se hace notar, y al final…, todos al hipermercado.
Cordiales saludos.
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