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Opinión
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Gillermo Cáceres Rodríguez

España y la Gran Guerra

  • Si el sistema político se hubiera reformado en 1917 se habría evitado la guerra

Con motivo del centenario de la Gran Guerra, se han puesto en los anaqueles nuevos libros sobre aquel acontecimiento que cambió para siempre la forma de hacer la guerra. En España vivíamos en la segunda etapa de la Restauración que había comenzado en mayo de 1902 al alcanzar Alfonso XIII, con 16 años, la mayoría de edad. Hubo unos años en que la monarquía encuentra líderes capaces. Antonio Maura emprende un programa con amplia visión de estado tendente a reducir los vicios de la política nacional, especialmente el caciquismo. Los acontecimientos de la semana trágica de julio-agosto de 1909, con motivo del embarque de tropas para Marruecos, le hacen dimitir con lo que su programa quedará incumplido. Este es el primer intento serio de modernizar el régimen. El segundo lo protagoniza José Canalejas, procurando la aproximación del régimen a las nuevas fuerzas que se han ido consolidando en el estado: republicanos, liberales y socialistas, pero un desgraciado atentado anarquista en 1912 contra Canalejas pone fin al segundo intento importante de aproximar el régimen a estas fuerzas y de hacerlo por la vía constitucional. Si bien el problema político era importante en aquellos años, porque a la altura de 1912 no se había solucionado el problema de la participación política de las nuevas fuerzas que se estaban consolidando, el problema social no era menos importante que los demás. Y a esto viene a colaborar un factor externo que viene a incidir de forma importante en el esquema social de estos años: el inicio de la Gran Guerra en la que España no participa.

Eduardo Dato declaró desde el primer momento la neutralidad española, que mantuvieron los restantes jefes de gobierno. España no era, en ningún caso, una potencia colonial. Llegó tarde al reparto de África y le dieron, desde el primer momento, lo que nadie quería. Y la gran guerra está relacionada con la política imperialista seguida por las grandes potencias especialmente Francia e Inglaterra. La Gran Guerra influyó de forma importante en la economía del país creando desequilibrios y desigualdades de renta. Se produjo una combinación de escasez y carestía que afectó sobre todo a los trabajadores y a las clases medias que perdieron capacidad adquisitiva, acentuada por la existencia de un sistema tributario ineficaz y rígido que eximía a las rentas altas y permitía elevados niveles de fraude. La balanza de pagos, crónicamente deficitaria se cierra con superávit.

La Guerra contribuyó a la crisis del sistema establecido en 1876. Los intelectuales, que no se habían comprometido con el sistema político, se movilizaron, la opinión pública se dividió entre aliadófilos y germanófilos. Al aumentar las exportaciones, la producción agrícola española creció un 27 % entre 1913 y1917. La industria manufacturera, sobre todo la textil, halló su edad de oro ante la necesidad de proveer de mantas y uniformes a los soldados. Cuando ya no se pudo importar carbón hubo que aumentar la producción propia, pasando de 3,78 millones de toneladas en 1913 a 6,13 millones en 1918. El precio del carbón importado resultaba más barato que el de producción propia, por lo que hubo que desarrollar fuentes de energía más baratas como la hidroeléctrica. Entre 1914-1918 se doblaron las exportaciones de hierro y de acero. También creció la industria química. La industria naviera creció espectacularmente entre 1917-1919, se crearon 52 compañías marítimas. Hay una gran acumulación de capital y se crean nuevos bancos. El número de entidades se duplicó entre 1916-1920. Muchos inversores sacaron sus capitales de los países en guerra y los invirtieron en los neutrales. A España llegaron oro y divisas a raudales: El Banco de España se convirtió en el cuarto banco del mundo por su volumen de reservas al pasar el oro depositado en sus arcas de 720 millones de pesetas en 1914 a 2554 millones en 1921. La guerra no benefició por igual a toda la sociedad. Los artículos de un relativo lujo como frutas y licores no se los pudieron permitir los países en contienda. Los industriales y agricultores subieron los precios tanto como los contendientes estuvieran dispuestos a pagar y sólo vendieron en España si encontraban ofertas similares. La consecuencia fue el desabastecimiento de alimentos y materias primas, cuyos precios además se duplicaron. La distribución de los beneficios derivados de la guerra fue desigual. La gente en la calle hablaba de lo que realmente le preocupaba que era la carestía de la vida. Los productores lo vendían todo y a tan buen precio que no reservaban ni semilla, en muchos casos para la siguiente cosecha. Los salarios no iban, en ningún caso, al mismo ritmo que los precios. El Régimen de la Restauración atraviesa en 1917 por una grave crisis.

Estamos hablando de que estos años coincidentes con la Gran Guerra robustecen el sistema capitalista español; a España llega mucho dinero, pero gran parte de las ganancias de estos años se despilfarran en lujo y gasto suntuario. Es un tiempo en el que se asientan algunas de las fortunas más fabulosas del país, por ejemplo la del célebre contrabandista y luego financiero de la dictadura franquista Juan March y no solamente ésta sino algunas más. La Restauración, no se planteó nunca llevar a cabo una reforma agraria que supusiera poner orden en el desequilibrado problema del campo español. Este es un problema verdaderamente serio que lo estudia Gerald Brenan en el "Laberinto Español", pues los campesinos del latifundio ganan poquísimo y ello nos da la razón de que su vida sea corta, que estén anémicos, que cunda la tuberculosis, que vivan paupérrimamente, que estén sucios y sin condiciones educativas. La crisis de 1917 se fundamenta básicamente en dos aspectos: Primero, que los políticos excluidos del sistema llamado turnista -socialistas, republicanos y regionalistas- entraran en él. A lo que se opuso Alfonso XIII, pues hizo todo lo que pudo por impedir la asamblea de parlamentarios, y el segundo aspecto importante fue la huelga general convocada por la UGT socialista y la CNT anarquista para el verano de 1917, con la finalidad de que los trabajadores participaran en los beneficios que están obteniendo los patronos al amparo de la contienda europea. Si el sistema político español se hubiera reformado seriamente en 1917, como pedía la Asamblea de Parlamentarios, lo que implicaba que Alfonso XIII tendría que haber hablado con Pablo Iglesias, Julián Besteiro y Francisco Largo Caballero, no hubiera hecho falta la dictadura de Primo de Rivera, ni la Segunda República y de seguro nos hubiésemos evitado la inmensa tragedia de la guerra civil.

 

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