Este mes de noviembre se cumplen ya 18 años desde que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declarase a la isla de La Palma y a toda su superficie, Reserva de la Biosfera.
Un hito que supuso el reconocimiento del gran valor medioambiental de nuestro territorio, insular y atlántico, cuya orografía y situación geográfica lo convierten en un tesoro de la naturaleza.
Esta declaración internacional se ha afianzado como una herramienta fundamental para promover, defender y proteger nuestro ecosistema y dirigirnos hacia un futuro sostenible, en convivencia con la naturaleza y bajo el respeto hacia un territorio que nos alimenta y permite disfrutar de una calidad de vida que otras comunidades desearían para sus ciudadanos.
Este año, debido a las circunstancias derivadas de la crisis sanitaria causada por la Covid-19, no hemos podido celebrar esta importante fecha para nuestro territorio como en otras ocasiones, pero hemos desarrollado un programa online en su lugar. Nos encontramos en un nuevo panorama que nos obliga a buscar nuevas fórmulas de recordar momentos señalados en nuestro calendario, como es el aniversario de la declaración de la totalidad de la Isla Bonita como Reserva Mundial de la Biosfera.
El equipo de gobierno que presido en el Cabildo de La Palma ha asumido el reto, de la mano de la ciudadanía, así como con el resto de agentes económicos y sociales, especialmente los medioambientales, de cumplir de forma efectiva con la implantación de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles de la Agenda 2030, pues sin ellos, sería imposible mantener y conservar nuestra isla como reserva mundial.
No es un objetivo vacuo que queda en un papel. Lo hago desde el convencimiento sincero de un palmero que respeta y ama su tierra, la que siempre ha marcado la idiosincrasia de nuestro carácter, tan arraigado a esta naturaleza exuberante, macaronésica y mágica que nos envuelve.
A lo largo de estos años, La Palma ha sabido caminar, compaginando un desarrollo económico y sostenible sin destruir ni arrasar con los recursos naturales, ofreciendo una manera diferente de hacer compatible el turismo con nuestra diversidad rural y cultural.
Sí. La gestión del territorio requiere de planes y marcos estratégicos para guiar el futuro hacia la sostenibilidad medioambiental, pero carecerá de éxito si no se consigue imbricar en la conciencia colectiva la importancia de vivir en un espacio natural que debe seguir siendo nuestra casa, como tesoro mundial que es para el patrimonio medioambiental de la Humanidad.
Continuemos esta senda verde. Juntos somos Biosfera.
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