La Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca del Gobierno de Canarias ha convocado las subvenciones estatales destinadas a las explotaciones en granjas ovinas y caprinas que han tenido dificultades en la comercialización de corderos y cabritos durante los meses de marzo y abril como consecuencia de las limitaciones impuestas por el estado de alarma.
El Boletín Oficial de Canarias (BOC) ha publicado hoy, día 9 de noviembre, la convocatoria extraordinaria de ayudas COVID cuya cuantía económica final ascenderá a 318.470 euros, entre los fondos del Estado y los propios de la Comunidad Autónoma. La cuantía máxima de la ayuda no podrá superar los 12 euros por oveja o cabra elegible de cada explotación, consideradas todas las fuentes de financiación.
Los beneficiarios de estas ayudas extraordinarias serán las personas físicas o jurídicas, o entes sin personalidad jurídica, que hayan sido beneficiarios en 2019 de la ‘Ayuda al productor de leche de caprino y ovino’, Subacción III.6.2 del Programa de Opciones Específicas por el Alejamiento y la Insularidad para Canarias, y que sean titulares de una explotación inscrita en el Registro de Explotaciones Ganaderas de Canarias (REGAC).
La consejera de Agricultura, Ganadería y Pesca del Gobierno de Canarias, Alicia Vanoostende, explica que “la carne de cordero y cabrito son platos muy demandados en la gastronomía canaria, y el cierre de los hoteles y la restauración provocó unas perdidas considerables para este sector cárnico de la industria ganadera”. La responsable regional del área destaca que “la Consejería convoca esta ayuda para paliar los daños económicos a los ganaderos de caprino y ovino”.
Yo compro cordero y cabrito congelado de fuera en 5 Océanos. También tienen carne de otros animales como por ejemplo, vaca, cerdo, pollo, pavo, conejo. En los supermercados como el Lidl a veces venden hasta carne de avestruz, de canguro, etc.
La carne que más me gusta son las chuletas de cerdo de Sajonia, unas de Toledo que vienen refrigeradas envasadas en una atmósfera artificial.
Una vez, hace ya bastante tiempo, va uno de unos 70 años en una moto pequeña, se paró al lado mío en Los Llanos y me dijo hablando bajito “eh, mira, te vendo un cabrito”.
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