El Cabildo acuerda incrementar el número de plazas alojativas en los principales núcleos turísticos

No quiero prolongar innecesariamente el asunto, para no ser pesado y cansar a los posibles lectores. No tenga duda que ya metidos en analizar el misterio, no anda Vd. equivocado ni mucho menos, sino que, convendrá conmigo que la economía, desde Adam Smith en adelante, no es una ciencia exacta, al menos al intervenir diferentes factores con los que no contamos a veces, nos llevamos sorpresas con los resultados.

Lo que está claro es que muchas veces por el miedo a no hacer la prueba, nos perdemos encontrar una solución.

Como un negocio turístico está sujeto a temporalidades, o sea, a altas y bajas en el nivel de demanda, lo importante es que al final del año terminemos con el mejor beneficio.

Para ello contamos con que no todos los meses terminan con números negros, pero si que como primera medida, se puede dar la circunstancia de que cerrando durante el periodo más bajo, perdamos menos que dejando abierto y me explicaré porqué.

El establecimiento hotelero tipo general, con ingresos por alojamiento y por alimentación y ocio, cuenta con unos costes en los que el capítulo de costes fijos son muy importantes comparados con los costes variables, o sea, que los costes de mantener el hotel en marcha generalmente son más altos que los costes derivados de la ocupación.

Esto hace que el coste total necesite de unos ingresos elevados para conseguir el punto de equilibrio ventas/costes, por lo que a veces si los ingresos son realmente bajos, se pierde menos cerrando que manteniendo abierto.

Ahora, introduciendo su argumento de que funcionara el hecho de bajar los precios y aumentar la ocupación y por lo tanto los ingresos, podríamos calcular según influya la medida y dependiendo de en cuanto bajamos los precios para comprobar que el resultado total es positivo.

Estos cálculos, que no hace tantos años significaban largas jornadas de trabajo para preparar a tiempo varias alternativas que nos ayudaran a tomar una decisión, hoy se hacen en un plis plas gracias a la maravillosa hoja de cálculo Escel, que seguro todos los hoteleros utilizan a diario para adelantarse a los acontecimientos y negociar a tiempo.

la única verdad en este caso es que merece la pena probar nuevas alternativas, pues agua mansa no mueve molino, o como también decimos en La Palma, cortando huevos se aprende a capar.
Ha sido un placer y disculpen lo pesado del asunto.

A la larga siempre los problemas del turismo en La Palma los terminaremos tratando con los pies en el suelo y partiendo de la fría realidad de los números, por mucho que nos gustara parecernos a Lanzarote o Fuerteventura.

Por supuesto que la cuestión precio, como indica MONTE, es determinante a la hora de hacer que las ventas crezcan, pero los destinos como La Palma, con un producto minoritario suelen tener la limitación de que para mantener una mínima rentabilidad no puedan bajar los precios por no contar con volumen suficiente que haga posible una subida acorde de la rotación, y así se convierte el problema en la pescadilla que se muerde la cola.

El resultado depende de dos factores en principio, que son margen por turista y rotación del número de los mismos. Cierto es que al ofrecer mejor precio, se consigue normalmente subir el volumen de venta, o sea, aumentar la rotación, bajando el margen de de beneficio.
Pero supongo que este dilema lo hayan tratado de llevar a cabo cada uno de los agentes que intervienen en el negocio. Supongo que habrán probado si bajando los precios aumenta el volumen, dentro de las posibilidades que el mercado permita, pues pudiera darse el caso, debido a la falta de volumen de camas o de plazas de avión, que bajando los precios lo único que consigan sea aumentar las pérdidas por no disponer de suficiente volumen.

Desgraciadamente en este negocio, el producto que se queda sin vender en el día de la fecha, se pierde irremediablemente, pues no se pueden guardar para vender mañana las camas que no haya vendido hoy.

Un asunto de equilibrios, y un tipo de negocio que hace necesario en este caso, que entre el prestador del servicio, o sea, el hotelero palmero, y el cliente, haya el menor número de intermediarios posible, haciendo con ello un negocio sostenible, sin que terceros se lleven la parte del león, como a menudo sucede.