El avance de conocimiento y tecnológico del último siglo es sorprendente, un avance que se ha dejado sentir de una forma rotunda en las últimas décadas. Con mis 26 años de vida, he sido testigo de cómo la tecnología ha ido entrando en nuestra vida diaria, los ordenadores personales, internet, los teléfonos móviles. Todo desde lo más básico hasta los productos cuasi-mágicos de hoy en día. Y lo mejor de todo es que sólo es el principio ya que la nanotecnología, por ejemplo, conseguirá en breve dar otro salto tecnológico que influirá mucho en la medicina, la electrónica de consumo y en los materiales inteligentes. Todo estará conectado, todo será "inteligente".
Creo que tiene que ser un sentimiento general, el de no entender cómo es compatible la decadencia vivida por la sociedad en estos años de crisis económica con este increíble avance de la tecnología. ¿Cómo es posible que estemos perdiendo derechos laborales consolidados durante décadas? ¿Cómo es posible que la calidad de vida se pierda cuando nuestra productividad y nuestras capacidades como civilización se multiplican? Algo está fallando y lo hace muy gravemente.
De una forma muy simplificada, podríamos llegar a la conclusión de que a más tecnología menos derechos, menos bienestar. Y cualquier persona entiende que eso no puede ni debe ser así. Pero es una realidad incuestionable, al comienzo de la crisis no teníamos Smartphones, los cuales están a la altura de superordenadores de hace 20 años [1] [2].
Para entender en su totalidad esta contradicción tecnológica tendríamos que hacer un análisis muy intenso y extenso de la realidad a nivel mundial. Pero si me lo permiten voy a ir a una de las principales causas, desde mi punto de vista. Creo que es culpa de la configuración del sistema económico lo que crea esta contradicción. Es obvio que podemos consumir tecnología, que cuando ésta avanza los productos del mercado avanzan y que a través del consumo podemos disfrutar de la tecnología. Pero la cosa queda generalmente ahí, en la capacidad de consumir cosas nuevas, que en realidad ni siquiera necesitamos.
La tecnología debería ser capaz de influir en el modelo económico, en el propio funcionamiento de la sociedad, traduciéndose en un incremento de la calidad de vida de las personas empezando por eliminar la escasez que sufre la mayor parte de la población y terminando por la sustitución de los trabajos tediosos, insalubres o indeseables.
El problema es que la tecnología se posee, ya sea con patentes o bien por propiedad (adquiriendo la maquinaria o las fábricas), restringiendo el beneficio que pueda aportar a una minoría que puede afrontar su compra y explotación, normalmente con el único fin de obtener beneficios.
Es evidente, por el poco peso que tiene en la economía de los países desarrollados, que seríamos capaces de producir más alimentos y productos industriales si existiese la voluntad de la sociedad. Pero como con la tecnología, la economía está secuestrada por el libre mercado y por sus operadores. Las decisiones sobre la economía de un país se realizan en el libre mercado, donde unos operadores tienen una ventaja abismal sobre otros. Donde si miramos bien arriba siempre encontramos personas que tienen tantísimo que lo único que quieren es que todo siga igual. Y abajo tenemos al consumidor que, ni tiene la información suficiente para poder configurar la sociedad desde el consumo, ni conocimiento de su capacidad para hacerlo (según la visión económico-liberal), ni capacidad, ya que tristemente la mayoría de la gente define su consumo por necesidad.
La tecnología nos permite como civilización conseguir nuevas metas, conseguir hacer cosas inimaginables hace medio siglo. Vivimos en uno de los países más ricos del mundo, disponemos de dinero, conocimiento, tecnologías, infraestructuras, una población muy formada y desgraciadamente mano de obra de sobra. Podemos plantearnos casi cualquier meta como sociedad, ¿por qué permitimos que nos sigan arrebatando derechos?, ¿por qué permitimos que la tecnología no repercuta en nuestro bienestar?
Para que el avance tecnológico repercuta en el bienestar de la sociedad, tenemos que democratizar la tecnología y para conseguir esto último no queda más remedio que cambiar la forma en que la sociedad utiliza la tecnología, democratizando la economía, poniéndola al servicio de las personas, permitiendo que la utilización de las tecnologías punteras pertenezca a todos y no solo a unos pocos privilegiados. Permitiendo que el impacto que produce nos beneficie a todos y no solo a los que la poseen.
El Software y el Hardware libre, son ejemplos de cómo la democratización de la tecnología puede ser imparable, y están teniendo un impacto muy importante en la informática por la sencilla razón de que solo hace falta un ordenador para poder participar, es un sector productivo cuyo acceso no está restringido como la mayoría por unos costes muy altos. Llevar esa filosofía a las demás ramas tecnológicas e industriales es el camino que deberíamos seguir mientras conseguimos cambiar el sistema económico y productivo.
Tenemos que tomar conciencia de la contradicción que supone perder bienestar cuando la tecnología ha aumentado tanto, ser conscientes es el primer paso para cambiar la realidad y exigir que esto no vuelva a suceder, exigir que la sociedad y el bienestar avancen junto con la tecnología. Tenemos que tomar conciencia de que es el modelo económico actual, el capitalismo, el responsable de que se produzca esta contradicción, entre otras muchas.
Miguel Casanova Morera,
Candidato de Izquierda Unida Canaria por Santa Cruz de La Palma
[1] En 1994, el superordenador con más capacidad de cálculo tenía 170.4 Gflop/s de potencia de cálculo. http://www.netlib.org/benchmark/top500/reports/report94/US/node1.html#SECTION00010000000000000000.
[2] El procesador para móviles Tegra X1, tiene una potencia de cálculo de 512 Gflop/s de precisión flotante simple. http://en.wikipedia.org/wiki/Tegra#Tegra_X1.
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Unoqueyaemigro
Vaya, entre el festival de promesas electorales, algunas francamente disparatadas, aquí podría haber un tema muy interesante.
El título de Tecnología y bienestar podría dar para mucho, pero bajo el grandilocuente subtítulo viene una decepción, un texto liviano, por poner un adjetivo que no sé por qué me trae recuerdos de la Palma, una colección de errores, algunos bastante gruesos.
Tal vez con 26 años esté uno más en edad de aprender y formarse que de presentarse a alcalde de su pueblito (cariñosamente, que nadie se me ofenda) pero claro, lo que haga cada uno con su vida no es asunto mío.
Me gustaría saber a qué se refiere el autor cuando habla de “la decadencia vivida por la sociedad” o cuando dice que se pierde calidad de vida, y de qué sociedad habla, con relación a qué y a qué tiempo pasado.
Tengo un amigo en la India que va a ser padre dentro de un par de meses y que este fin de semana ha estado visitando algunos hospitales con su mujer para elegir uno. Hoy me ha enviado la dirección de la página web del que han elegido (privado, eso sí, pero cada vez al alcance de más personas) y por lo que he podido ver no parece tener nada que envidiar a los nuestros.
En cada rincón de un hospital hay tecnología que sirve para mejorar la vida de las personas aunque entiendo que con 26 años uno normalmente piensa poco en hospitales. También hay una tecnología que permite que mi amigo y muchos como él puedan trabajar desde su pueblo para empresas multinacionales que tienen gran parte de su negocio en otros países, y disfrutar de un nivel de vida que sus padres no hubieran podido ni imaginar. Esta tecnología tampoco debe contar para el autor del artículo, embelesado como parece estar con su “smartphone”.
Claro que mi amigo es ingeniero y es posible que si no fuera por tanta tecnología, su trabajo lo haría otro ingeniero en EEUU, y también es posible que por culpa de mi amigo ahora haya un ingeniero en EEUU que no tiene un salario tan alto como le gustaría. Unos ganan y otros pierden. Que los que tenían mucho pierdan un poquito y que los que tenían muy poco ganen mucho es algo que a mí me parece un signo claro de progreso y no de decadencia. Por eso cuándo leo según qué cosas de según qué personas que se autodenominan de izquierdas me pregunto si son de la rama que se preocupa por todos los seres humanos o de la que se preocupa más de mantener los privilegios en su barrio, que por cierto me ha parecido siempre una rama de lo más curiosa.
Yo sospecho que el señor Casanova Morera tiene una idea un tanto simplista de la tecnología y de cómo ha transformado el mundo desde hace unos 10.000 años, a veces, como ahora, a un ritmo más acelerado que otras.
También de la economía, que por lo visto se puede “democratizar” y “poner al servicio de las personas” como si alguna vez no lo hubiera estado.
Yo cuando estudiaba tuve un profesor de física muy bueno que explicaba que en sus clases no había lugar para la democracia, que no podíamos cambiar el valor de alguna constante universal por mayoría.
La economía no es una ciencia exacta pero igualmente me parece que no tiene mucho que ver con la democracia.
Puede que el autor, que parece observar el mundo a través de un prisma que a mí me parece obsoleto, cuando habla de democratizar la tecnología (una forma de capital) se refiera realmente a la propiedad intelectual y que no esté en manos privadas para que “nos beneficie a todos”.
Tal vez me equivoque pero entonces alegaré en mi defensa que el razonamiento no estaba muy bien explicado y que me he tenido que guiar por indicios, como el ejemplo del software libre.
Al final resulta que el responsable de todos los males, como no podía ser de otro modo, es el capitalismo.
Vamos, que para este viaje no hacían falta tantas alforjas, y que nos podíamos haber ahorrado un poco de tiempo.
Si de lo que se trataba era de decir que el capitalismo y el capital (o la tecnología en manos privadas) son tan malos, en plan consigna (porque poco argumento he podido sacar en claro), eso ya lo hacía la bruja avería con mucha más gracia hace bastante más de 26 años.
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DOSDEMAYO
Y con esa alta tecnología que usted apunta para esta isla ¿podrá mi abuelo plantar las papas, tener atendida su huertita de verduras y no será multado sin tiene unos conejitos y una cabrita?
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catano
Muy interesante Sr. Casanova, lo que me planteo, es más, estoy convencido de ello, es que con la tecnología está pasando como con otros muchos artículos de mercado, los consumimos compulsivamente, por encima de nuestras necesidades, por encima incluso de nuestras posibilidades, y al final no hacemos un uso racional de ellos, al final somos esclavos de la tecnología.
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