Tómese una buena dosis de odios y querellas entre antiguos compañeros de un partido político, súmense los anuncios triunfales de miles y miles de viviendas que van a solucionar el problema habitacional, añádanse las acusaciones de sobornos a árbitros y la previsión de posibles sanciones, acordémonos del debate de la ley del sí es sí y dispongámonos a tragar sapos y culebras, situémonos en el océano que nos rodea y comprobemos que varios cientos de inmigrantes acaban de llegar y entre ellos hay varios muertos y desaparecidos, súmese la visita del rey emérito, bien es verdad que esta vez parece menos desafiante que la anterior. Y para rematar la coctelera téngase en cuenta que ya estamos en la recta que nos conduce a una próxima convocatoria electoral. Por cierto, que casi todos los partidos han incumplido la normativa y han hecho publicidad indebida antes de los plazos que marca la ley electoral, pero a ver quién es capaz de ponerle el cascabel al gato y anunciar sanciones.
Estamos bonitos para cumplir la ley electoral a estas alturas del partido, cuando cada día salen encuestas aquí y allá. Es curioso que puedan variar tanto las estimaciones, pues es difícil comprobar que haya dos encuestas iguales, ni de cerca ni de lejos. ¿Quién paga esos trabajos demoscópicos, y por qué en unas salen triunfantes los unos y en otras salen triunfantes los otros? Tal vez se trata de contentar a todo el mundo, los unos para que saboreen el triunfo por anticipado, y los otros para que se vayan preparando por si las urnas vienen mal dadas. Ya hemos comprobado que las encuestas propician sonoros fracasos y grandes sorpresas en la jornada definitiva.
Lo de Irene Montero se ha quedado como una arenga desmesurada, una batalla cruenta entre los distintos entendimientos del feminismo, hasta el punto de que el presidente ha tenido que pedir perdón porque cientos y cientos de delincuentes sexuales que han visto reducida su condena, incluso muchos han salido ya directamente a la calle. Este desastre que ha llegado a ser un despropósito para la ciudadanía viene de una ley mal hecha y que, pese a todas las advertencias previas, entró en vigor provocando el asombro general. “Si hay que pedir perdón, pidamos perdón”, ha dicho el señor Sánchez. Como si no fuera obvio que determinados señores y señoras de la política vigente tendrían que pedir perdón de rodillas por tanto disparate.
Con todo esto, parece bastante entretenido el pleito entre el señor Laporta y el señor Florentino, los dos acusándose de lo mismo. Según el equipo merengue Franco tenía un busto en el campo de fútbol donde juega el Barcelona, cuentan que el dictador solventó los problemas económicos que uno y otro equipo padecieron, y, a cambio, recibió todas las medallas de oro y las distinciones de los dos grandes clubs de la liga nacional. Esto ni siquiera entraba en la cabeza de otro personaje famoso en la misma época, el general Perón, y eso que en Argentina el fútbol es el mayor displate nacional, que sustenta los egos y el patriotismo. ¿A quién habría beneficiado, al Boca Juniors o al River Plate si ambos se declaraban en bancarrota?
Finalmente, digamos que la reciente declaración del Estado de Emergencia por la señora Meloni a consecuencia de la inmigración desde el norte de África supone la primera vez que Italia pone sobre la mesa esta medida desde 2011. Tendríamos que recordar que también Canarias se ha visto desbordada más de una vez por la masiva llegada de inmigrantes, en la ruta más peligrosa y mortal. El gobierno italiano argumenta que la situación en sus costas es crítica, pero la Unión Europea no es Cáritas y cada cual intenta salvarse como puede.
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