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Un equipo de investigación de la ULL trabaja en un programa para la revalorización de subproductos del sector platanero

A continuación reproducimos un reportaje realizado por el Gabinete de Comunicación de la Universidad de La Laguna sobre el proyecto de investigación: «Revalorización segura de subproductos del sector platanero utilizando procedimientos analíticos verdes: una estrategia sostenible para promover el sector agrícola en Canarias (REVAPLAT)»

La naturaleza tiene tanto que ofrecer que es raro el día en que no surjan materiales novedosos con aplicaciones sorprendentes. Los residuos vegetales o deshechos que provienen de la agricultura son un recurso abundante que más allá de convertirse en combustibles renovables, se postulan como productos bio presentes en las cremas cosméticas, complementos nutricionales o alimentos de lo más variado.

Y es que la biomasa da para mucho, y lo que a primera vista pueden parecer solo deshechos inútiles acaban por convertirse en la materia prima presente en un suplemento que mejora nuestra salud o en una prenda de ropa que abandera la sostenibilidad, como las que se confeccionan con el pseudotallo de la platanera, un producto secundario con gran potencial que ha dejado unos pasos por detrás a la fibra de ortiga o de cáñamo, y que está también en el punto de mira de la investigadora y profesora de Química de la Universidad de La Laguna, Bárbara Socas Rodríguez.

La doctora de la ULL trabaja en estos momentos en un proyecto centrado en darle una segunda oportunidad a las hojas y los pseudotallos del plátano. En definitiva, a los subproductos de la fruta canaria por excelencia: “Nosotros (el grupo de investigación Análisis químico aplicado a la industria, medioambiente y productos agroalimentarios, Aquaimpa) desarrollamos metodología sostenible para la evaluación de la seguridad alimentaria, y uno de los proyectos en el que estamos trabajando aborda la revalorización de subproductos de la industria del plátano, una línea de investigación que estamos comenzando ahora”.

La importancia de este proyecto novedoso y respetuoso con el medioambiente, denominado «Revalorización segura de subproductos del sector platanero utilizando procedimientos analíticos verdes: una estrategia sostenible para promover el sector agrícola en Canarias (REVAPLAT)», que aún tiene más de un año por delante hasta su finalización, radica no solo en la extracción de compuestos de interés con los que producir complementos nutricionales o fármacos que puedan ayudar a limitar determinadas enfermedades. Su segunda gran baza está en que su reutilización revierta en los propios agricultores de plataneras, propiciando así el modelo de economía circular.

Impulso a la economía circular

“Hay que buscar fórmulas para que los agricultores tengan otros ingresos, y los subproductos del plátano pueden contribuir a impulsar el modelo de la economía circular, ya que los residuos se reutilizan para producir otros productos que puedan comercializarse, con lo que el sector platanero podría tener otra entrada económica, además de la que le aporta la comercialización y venta del plátano”, comenta la investigadora con especial alusión a la dificultad del sector canario para competir con los grandes productores del plátano, cuyas extensiones de terreno son mucho mayores. “Competir con la banana americana o la asiática es del todo inviable”.

Hasta llegar a este punto, y antes de valorar el potencial de estos productos y analizar si contienen bioactivos, una primera fase de obligado cumplimiento es evaluar su seguridad alimentaria: comprobar si quedan vestigios de plaguicidas o migrantes de plásticos. En Canarias el uso de pesticidas es “intensivo, y no porque las prácticas que se están llevando a cabo no sean las adecuadas, sino porque en el archipiélago ha habido un uso tan tremendo de plaguicidas que es muy difícil encontrar suelos totalmente limpios, sobre todo en la industria platanera, que es una de las más importantes y activas”, comenta Socas.

Lo inusual es no encontrar migrantes de plásticos, porque están por todos lados. Los invernaderos en los que se cultivan los plátanos son algunos de esos lugares donde la contaminación hace acto de presencia. “Debido a las lonas de plástico que los cubren están sometidos a mucho sol, lluvia o viento, y ese desgaste que sufren provoca que los aditivos que se añaden a los plásticos durante su fabricación para que sean más resistentes y flexibles se liberen, y ahí es donde radica el verdadero problema de la contaminación, porque esos aditivos son tóxicos y disruptores endocrinos que desarrollan enfermedades”.

Y la lista de estas sustancias químicas y contaminantes que pueden afectar a la salud no es corta. De hecho, no todos, pero si una gran parte (alrededor del 50%) de los plaguicidas son disruptores endocrinos (conocidos como EDC) y, por lo tanto, obstaculizan la acción normal de las hormonas.  Las afecciones que pueden provocar van desde la modificación del sistema hormonal a enfermedades cardiovasculares o cerebrales como el ictus. “Aunque son cuestiones que se están investigando, se ha comprobado que están produciendo menarquías precoces en las niñas y amenorreas en mujeres, además de afectar a la disminución de la calidad del esperma en los hombres”, explica la experta.

Para evaluar si los antioxidantes (bioactivos) que contienen los subproductos del plátano están contaminados o no se utilizan, por un lado, “métodos minuaturizados”, denominados así porque precisan de cantidades muy pequeñas de muestras y reactivos químicos y, por el otro, y “muy importante”, disolventes naturales o Deep eutectic solvents (DES).  “Empezamos a trabajar con ellos en 2017, partiendo de componentes naturales como los terpenos, ácidos grasos, alcanfor, eucaliptol o mentol”, comenta Bárbara Socas sobre una línea de investigación en química analítica que, aunque ahora es muy importante y está bastante extendida, se iniciaba hace cuatro o cinco años de la mano de investigadores de la Universidad de La Laguna.

Procedimientos analíticos sostenibles

“El proceso de síntesis es muy sencillo y rápidamente tienes un disolvente que puedes emplear para cualquier aspecto químico, mientras antes, para extraer los antioxidantes, se utilizaban disolventes orgánicos como el metanol. Nosotros, sin embargo, recurrimos a la aplicación de técnicas analíticas respetuosas con el medioambiente y totalmente alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”. Se trata de un método desarrollado bajo las pautas de la química verde que además de rápido y económico es seguro frente a los disolventes orgánicos que se usan en grandes volúmenes de forma habitual.

El desarrollo de estos nuevos procedimientos analíticos es la continuación a la línea emprendida por el grupo AQAIMPA que dirige el catedrático del Departamento de Química, Miguel Ángel Rodríguez, quien posee una larga trayectoria investigando los efectos contaminantes de los plaguicidas y los migrantes de plásticos. “En muchas otras muestras de alimentos hemos evaluado los migrantes de plásticos y, en términos generales, hay que decir que todos están por debajo de las limitaciones establecidas y no suponen un peligro para la población, pero es algo en lo que tenemos que seguir profundizando”, explica la investigadora de la Universidad de La Laguna.

“Aunque ahora la industria de la alimentación está comenzando a utilizar plástico biodegradable que no perjudica al medioambiente, existen estudios en los que se han analizado alimentos que muestran claramente por qué la comida envasada tiene altos niveles de ftalatos u otros migrantes de plástico que perjudican nuestra salud”, comenta Bárbara Socas.

El hallazgo de antioxidantes en los tallos o las hojas de los plátanos que puedan ser de interés y frenen el desarrollo de determinadas enfermedades, bien mediante la elaboración de productos nutricionales o farmacéuticos, es uno de los objetivos del proyecto que Socas capitanea junto a Rodríguez. Si hubiera que mencionar alguno, quizá unos de los compuestos bioactivos más conocidos sean los terpenos, en especial el licopeno. Este antioxidante natural, responsable de que los tomates o las sandias sean de color rojo intenso, ha demostrado ya su eficacia contra el cáncer de próstata.

El potencial de lo que los demás consideran deshechos del plátano abre, sin lugar a dudas, interesantes y nuevas posibilidades a la industria platanera que hasta ahora no se habían planteado. “Hemos abierto un melón porque en este sector no se había trabajado antes la revalorización desde el punto de vista alimentario, aunque sí en lo que respecta a la industria textil, que utiliza el hilo de la hoja de la platanera para preparar camisetas y bolsos”.

Hilo de hojas de plátano 

Si hay una industria que ha dado pasos de gigante en la utilización de nuevas materias primas ha sido la de la moda, que ha visto cómo en pocos años las pasarelas han paseado colecciones de algodón orgánico o materiales reciclados como el caucho de los neumáticos usados, el plástico reutilizado o el hilo de bambú, a los que no hace demasiado tiempo se unía la ortiga y la fibra de las hojas de la platanera.

 

Las prendas confeccionadas con este hilo firme y duradero se han hecho ya un hueco en el ‘fashion system’. Un buen escaparate fue la Premiere Vision Paris de 2022. La cita de la moda parisina mostraba al público bolsos de firmas superventas, camisetas o abrigos cosidos con esta fibra, cuyas ventajas van desde su gran resistencia a su extraordinaria capacidad para descomponerse (poco más de un mes). Biodegradable y ultrarresistente, esta alternativa verde al plástico ha abierto las puertas a un campo inexplorado hasta ahora que puede redundar en beneficio de los agricultores de las plataneras en Canarias.

“La idea es que sea el propio agricultor el que se beneficie de sus subproductos. Ellos nos proporcionan las muestras y nosotros evaluamos los bioactivos y posibilidades de futuro que tienen. La hoja de la platanera se podría extraer y producir nuevos productos, como complementos nutricionales. La cuestión estriba en la implementación de las metodologías analíticas, esa va a ser la limitación, ya que tendríamos que hacerlo nosotros, pero en otra fase posterior”, añade Socas.

De momento, el proyecto, en el que trabajan también dos alumnos de doctorado y otro posdoc, además de varios profesores de la ULL de distintos departamentos y empresas como Coplaca −que colabora con el suministro de subproductos− se encuentra en la fase de desarrollo de las metodologías para la extracción de bioactivos y el análisis contaminante, y no se descarta que una vez asegurada su continuidad se plantee la posibilidad de sacar una patente.

Bondades y poderes del aloe 

Y de un producto ‘premiun’ del archipiélago a otro no menos reconocido y destacado: el aloe vera, nombre común con el que se conoce al Aloe barbadensis, una planta que, aunque originaria de África, se encuentra repartida por todo el archipiélago, donde las bondades climáticas la convierten en el ingrediente estrella de muchos tratamientos y cremas cosméticas que se han convertido en un auténtico suvenir para los turistas que nos visitan cada año.

¿La razón? Sus increíbles propiedades. Es hidratante, astringente, calma la piel, la cicatriza, la desinflama y la tonifica, además de ser un potente antialérgico. Y todo ello gracias a las aloínas o aloerresinas, algunos de sus principios activos que junto a sus minerales y vitaminas como la E lo han aupado por derecho propio al pódium de los ingredientes estrella de la cosmética, pero también al fraude y al engaño. No en vano son numerosos los productos que se comercializan bajo el paraguas ‘aloe vera canario’.

Determinar sus características y llegar a saber qué lo hace tan diferente y especial respecto a otros aloes hasta determinar una especie de ‘denominación de origen’ es el objetivo del proyecto que Bárbara Socas compagina con el de los subproductos del plátano. En el estudio, denominado ALOECAN, la Universidad de La Laguna trabaja conjuntamente con el  Instituto Tecnológico de Energías Renovables (ITER), dependiente del Cabildo de Tenerife.

El proyecto, de cuatro años de duración, se centra en la evaluación del aloe canario con el objetivo de diferenciarlo de otros que se cultivan distintas partes del mundo. “Nosotros haremos la parte de compuestos orgánicos y el ITER la evaluación de la huella, de manera que tengamos huellas digitales para conocer las propiedades y poner en valor del aloe que se cultiva en Canarias, así como sus productos derivados”. De ahí la importancia de determinar su procedencia geográfica mediante protocolos científicos que garanticen su autenticidad, un trabajo riguroso que aún tiene por delante cuatro años.

 

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