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Opinión
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Hemos convertido a La Palma en este lugar del que mucha gente está huyendo

Considerando el artículo de Antonio Cabrera de noviembre de 2023 en periódico/s digitales de La Palma sobre “la temeridad de convertir a La Palma en aquello de lo que todo el mundo está huyendo” más bien, como contra título, podría sugerirse: hemos convertido a La Palma en el lugar del que todo joven está huyendo. Todo está muy bien, nada está bien; lo que no suma, resta, y, quedarse igual es lo que hemos hecho durante décadas y lo que hace que durante 50 o 60 años hemos tenido “la misma población”, o, mejor dicho, el mismo número de población donde los que éramos ya no somos o nos falta poco para no estar.

Y, posiblemente, quienes tengamos la responsabilidad, tanto para una cosa como para la otra, para hacer que la gente se aleje por necesidad más que por voluntad de prosperar, o por el miedo que se crea sobre la siempre y recurrente frase o visualización del “turismo de masas” que nos acecha y nos quiere “liquidar” como sociedad.

Leyendas urbanas que acechan pensamientos que discurren bien, aunque no tan bien, plasman las hipótesis para saber que nada de eso puede ocurrir porque hay leyes, más que sobradas, para que más bien sigamos “perdiendo gente”. Una población envejecida, una población madura y joven insuficiente, sobradamente bien formada y preparada, cuya salud mental juega malas pasadas, que siendo pequeña, se “asocia a reproducir esquemas y valores de minorías contagiosas” de su bien logrado bienestar que se imaginan que sí La Palma crece van a perder su bienestar al perder influencia sobre el que se quieren arrimar para que todo siga igual, porque más que crear artículos sobre el cómo se deba trabajar, cómo se deba crecer, hasta dónde podemos llegar, lo que se hace es asustar en pro de la sostenibilidad; si en realidad esto se quiere incluso por los que más artículos proclaman, o los seguidores, arrimen el hombro para ayudar a hacer una isla bonita en su realidad, eliminando suciedad, vertidos, busquen financiación y reclamen subsidios para emplearlo en mantenerla sin que haya gente para que el vivir como estamos siga siendo viable y con futuro.

Recoger frases que seguramente fuera de contexto, porque rápidamente se mira a otras islas que no son las islas verdes, observan su falta de capacidad de carga y nos dan lecciones de que “no convirtamos a La Palma en algo de lo que todo el mundo está huyendo”. Si fuera verdad, tendríamos regresando a la isla a aquellos que una vez se marcharon de la nuestra, y por los números, no parece que eso sea así.

Ahora bien, entiendo que seguramente lo que Michael Ben-Eli escuchó, o quizá reclamó, fue tras oír en la radio el enfoque dado en algunos “anuncios radiofónicos”, o en prensa, o transmitida por aquellos que lo recibieron (para su charla en Los Llanos de Aridane el 1 de agosto de 2023) y con quienes se comunicaron en esas jornadas de sostenibilidad celebradas por aquellas personas del ámbito universitario en la que quizá no tendrían cabida de ser docentes a no ser por la numerosa población que tiene y con el turismo incluido, no del todo, como es La Laguna o es Las Palmas de Gran Canaria, y que se desarrolló en torno a la sostenibilidad.

Refiriéndonos a La Laguna, me dirán si no han perdido su identidad, donde hay empadronadas unas 1.500 personas que nacieron en Santa Cruz de La Palma, unas 1.300 personas que nacieron en San Andrés y Sauces, unas 1.000 que nacieron en Los Llanos de Aridane, y suma y sigue… Ya me dirán que esto no es pérdida de identidad del lagunero, aunque no sea así desde el punto de vista de un palmero.

La universidad, nuestra gente formada, más que darnos lecciones, deben poner sus acciones en pro de construir un futuro sostenible y no sólo decirnos que le tengamos miedo a la pérdida que sufriremos y en qué convertiríamos a La Palma si avanzamos por la senda del turismo.

Es que me resulta difícil entender como aún, conociendo lo que sabemos, pueden llegar a pensar que La Palma se puede convertir en un lugar de un turismo de masas, si bien no les importa que una ciudad por un evento puntual se convierta en una gentrificación, que a veces, agua la fiesta y no les importa o al menos no se manifiestan, y por otras, nos da alegría porque es por poco tiempo.

Sí, la economía naranja es una buena ventaja competitiva para La Palma, como podría serlo la economía plateada, aunque ha de ser bien llevada, bien gestionada, con una gobernanza capaz de influir positivamente hacia la economía verde y azul con más hechos sostenibles, reales y más palpables de los que quizá observamos aún.

Es por ello por lo que, quizá, una de las proclamas hacia el miedo, venga por escuchar “cuñas” que nos hablan de algo racional y tangible, o visible, para “Los Empresarios” cuando la gente de La Palma aún estamos en un choque emocional y no caza con lo racional. Y, ciertamente, unos y otros tienen razón, en el mensaje, si bien discrepo, en las formas, tanto de unos como de otros.

Nuestro universo de sensaciones, nuestro paisaje y la sensibilidad y “emociones” del palmero se han de tratar primero antes de brindar mensajes de “recuperación” a través del turismo, o en pro, por otros, de la “sostenibilidad” que seguramente también va implícita en los “proyectos turísticos”. Y, es que, la sostenibilidad, también ha de pagarla alguien, y, cada vez más, quedan menos que nos paguen vivir cómo lo hacemos si no somos capaces de generar lo que se espera para el equilibrio territorial-poblacional y estilo de vida que queremos.

Y, más que de tiempos, de oportunidad, hay que hablar de hechos, tangibles, como el número de población y las posibilidades reales de crecimiento turístico de la isla, que no va a hacer que se supere el 20 o 25% de camas turísticas respecto a la población insular, y eso, comparado con nuestro entorno próximo o lejano, me dirán ustedes si es perder identidad o que sea un riesgo para la sostenibilidad. Pienso que no. Otra cosa es que seamos capaces de creer y de crearlo. Ahí es a donde se deberían dirigir los esfuerzos y las acciones y tan bien a una mejor comunicación.

 

*José Tomás Rodríguez de Paz, es máster en dirección de marketing y ventas, experto en dirección de empresas de turismo y ocio, e ingeniero civil. Miembro del CIT insular La Palma.

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