Nueva terminal del Aeropuerto de La Palma.
La Centinela, Ecologistas en Acción de La Palma, ha remitido una "carta urgente" al ministro de Fomento, José Blanco López, y al presidente de AENA, Juan Ignacio Lema Devesa, en la que exponen las deficiencias que, a juicio de este colectivo, tiene la nueva terminal del aeropuerto y le solicitan que mantengan en funcionamiento la actual hasta que no se incremente el número de vuelo, que no prevén que ocurra a medio plazo, y se subsanen dichos problemas en la nueva.
La misiva remitida por los ecologistas la reproducimos a continuación íntegramente:
"Somos conscientes de que lo que les tenemos que decir y solicitar puede que no sea plato de buen gusto, y menos en esta época de tanta hambre de éxitos políticos. Somos conscientes también de que, posiblemente, no seamos los ecologistas los más adecuados para hacer este planteamiento, conocidos como somos por ser poco amigos de las infraestructuras desmesuradas. Pero, acercándose el día de la inauguración de la nueva terminal del Aeropuerto de La Palma, pensamos que alguien, desde algún lado, debe atreverse a decir en voz alta que estas instalaciones que están a punto de ser inauguradas no van a ofrecer ventajas, y sí en cambio no pocos ni despreciables inconvenientes respecto a la terminal actualmente operativa, y que está condenada a la demolición.
Nos imaginamos que ustedes, mejor que nadie, son perfectos sabedores de que las dimensiones de la nueva terminal resultan muy excesivas respecto a las que se necesitan para cubrir las necesidades actuales y previsibles a medio plazo del tráfico aéreo de La Palma. Con las actuales instalaciones, mucho menores, no hay ningún problema para cubrirlas y, de hecho, más de la mitad del nuevo edificio permanecerá clausurado después de su inauguración, una decisión que bien constata este desajuste. Desgraciadamente, con la obra hecha, aunque no terminada, con 225 millones de euros gastados, el doble de lo previsto, parece que poco se puede hacer; como mucho aprender de los errores. Nada práctico, pero quizás saludable, sería llorar por todo el dinero desperdiciado en este país en infructífero hormigón, dinero que ahora, cada vez con mayor insistencia nos reclaman, implacables, los "mercados".
Pero las carencias y errores de diseño que se han ido haciendo patentes a medida que las empresas, administraciones, trabajadores y usuarios han ido entrando en contacto con las nuevas instalaciones son de tal importancia que nos parece inexplicable que ustedes, conociéndolas como las deben conocer en el ejercicio de sus responsabilidades, mantengan la apresurada intención de inaugurar a toda costa y abrir el uso de la nueva terminal en estos momentos y en estas condiciones, y demoler la actual terminal del aeropuerto que cuenta con sobrada capacidad para atender el volumen de operaciones actual y el previsible a medio plazo, y con ventajas operativas respecto a la nueva.
Pero por si fuera el caso de que desconocieran los inconvenientes de las instalaciones que van a inaugurar en breve, a continuación enumeramos algunos de los que hasta ahora nos hemos podido enterar:
– La desventaja más notable que va suponer la nueva terminal respecto a la actual es que las zonas de facturación, control de pasajeros y de salida a la plataforma se encuentran en niveles diferentes, con lo cual el trayecto que ahora un pasajero hace en dos o tres minutos, andando y sin tener que subir ni bajar escaleras, en las nuevas instalaciones un ágil pasajero difícilmente logrará hacerlo en menos de diez, y después de haber tenido que subir y bajar varias escaleras. Pero más nos preocupa la afección de esta dificultad para los usuarios menos ágiles, para las personas mayores, enfermas o con problemas de movilidad, que viajan con frecuencia por motivos médicos, y que en el nuevo aeropuerto se verán obligados a utilizar estrechas escaleras o ascensores para poder acceder a la plataforma de aeronaves. Cercano tenemos el ejemplo del Aeropuerto de Tenerife Norte, donde antes en los vuelos interinsulares había que cambiar de nivel para acceder a plataforma, hasta que se realizó una modificación para evitar esta incomodidad. Aquí va a ser al revés, vamos a pasar de la situación cómoda actual a la incómoda que ofrece la nueva terminal.
Sabemos que está previsto que para los chárter se utilicen en el futuro los túneles que evitarán que los turistas tengan que volver a bajar al nivel de la plataforma. Pero no se sabe cuándo dichos túneles estarán operativos y, en cualquier caso, aún con la puesta en funcionamiento de los mismos, no se resolverá el problema para el resto del pasaje, es decir, para el mayoritario 85% de los usuarios del aeropuerto, que son los que lo utilizan para vuelos interinsulares, que en muchos casos vuelan más por necesidad que por placer, y que aún con la puesta en marcha de los túneles seguirán teniendo que soportar una absurda incomodidad que no existe con las actuales instalaciones.
– La confusa distribución no se encuentra señalizada de una manera clara e intuitiva, con lo cual, el llegar a los aparcamientos, y desde allí hasta las distintas zonas de la terminal puede resultar un suplicio para muchas personas. De hecho ya lo es.
– Las oficinas de las fuerzas de seguridad, aduanas, y la de varios concesionarios se encuentran en el sótano, sin ventilación ni luz natural, unas condiciones de trabajo deprimentes, sobre todo si se piensa en el abundante espacio luminoso inutilizado que hay en el nuevo edificio.
– La nueva terminal de mercancías se encuentra también en el sótano, con los mismos inconvenientes anteriores y con el agravante añadido de que ¡no dispone de un acceso rodado a la plataforma de aviones!, un grave error de diseño que añadir a una larga lista. Las guaguas no pueden maniobrar en la zona prevista, los coches de alquiler lo hacen a duras penas, no hay recinto refrigerado para las mercancías y medicamentos que lo requieran… errores que provocan una breve risa, enseguida sofocada por la desazón y la rabia.
– Tampoco mejora la imagen del que es el principal punto de entrada de la isla. De aspecto frío, de un angustioso gris, contrasta con la imagen del luminoso patio de la actual terminal, de arquitectura inspirada en la tradicional canaria, con tejas y madera. Claro que esto es cuestión de gustos, pero creemos que con la nueva terminal, el aeropuerto de La Palma pierde identidad, personalidad y amabilidad. De la actual terminal se echaran de menos las terrazas al aire libre con vistas hacia el mar o hacia la montaña, con sillas y mesas donde los usuarios pueden disfrutar de un refrigerio al sol durante las esperas. Estas terrazas son muy utilizadas todo el año, pues el clima lo permite, y resultan muy cómodas por su cercanía a los servicios de restauración y por estar integradas en la terminal, con fácil acceso a la información de las pantallas y a las zonas de recogida de pasajeros y embarque. En las nuevas instalaciones las esperas tendrán que ser en el interior del edificio, ya que carece de terrazas exteriores.
– La nueva terminal supondrá un aumento muy considerable del consumo energético y de los costes de mantenimiento en general, que se añadirán a los enormes costes de amortización de las obras. Si el aeropuerto de La Palma ya es deficitario, la puesta en marcha del "monstruo" va a aumentar la cuenta de gastos sin que la cuenta de ingresos tenga visos de crecer por aumento del tráfico aéreo, que es prácticamente el mismo que hace siete años, salvo el de mercancías que es mucho menor.
– Suponemos que es por ello que AENA se está viendo obligada a tratar de "hacer caja" por otros conceptos, y que por eso ahora hay de pagar por aparcar el coche, lo que supone otra desventaja respecto a lo que teníamos, o bien aparcarlo a más de medio kilómetro de la terminal. Suponemos que es también por esta imperiosa necesidad de cuadrar cuentas, las crecientes tensiones entre AENA y las empresas concesionarias de servicios. AENA ha endurecido de tal manera las condiciones, que varias empresas van a tener dificultades para mantener la viabilidad y los puestos de trabajo tras el traslado a la nueva terminal y otras simplemente han desistido y cerrado ya. También se teme un aumento de las tasas aeroportuarias lo que haría aun menos atractivo el aeropuerto de La Palma.
En definitiva, tantos y tales son los despropósitos habidos en la concepción del nuevo edificio terminal, que nos atrevemos a asegurar que si la situación fuera a la inversa, es decir, que si la nueva terminal fuera la que tuviera los días contados, y la que se fuera a inaugurar en breve fuese la terminal de la que aún podemos disfrutar, no habría el descontento que hay, descontento que probablemente aumentará a medida que los usuarios vayan comprobando por sí mismos los inconvenientes de las nuevas instalaciones cuando éstas hayan sustituido a las actuales.
De ahí la sencilla y factible propuesta que les planteamos, consistente en mantener en servicio la actual terminal de pasajeros mientras no se cumplan dos condiciones: La primera es que el aumento del tráfico de pasajeros sea tal que haga necesaria más superficie operativa. Como esto no es previsible a corto ni a medio plazo, daría tiempo para que se fuera cumpliendo la segunda condición, que es que todas las inconveniencias del nuevo edificio terminal se subsanen. Otro tanto proponemos para la terminal de carga.
Claro que ustedes no tienen que creernos ni hacernos caso, pero al menos créanse y háganse caso a sí mismos cuando aseguran en su página web que "para AENA, la Responsabilidad Social Corporativa consiste en enfocar el gobierno y la gestión de la empresa hacia la búsqueda de la satisfacción de las necesidades y expectativas de todos sus grupos de interés. Para ello: Analizamos e identificamos la responsabilidad, consecuencias e impactos de las acciones de la organización en nuestros grupos de interés. Establecemos una relación permanente y estrecha con nuestros grupos de interés, promoviendo el diálogo y la información transparente…" Buen momento éste para poner en práctica la política que propugnan. Escuchen a sus "grupos de interés" o, como lo diríamos nosotros, escuchen a las personas."
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