La playa que levanta la moral de una ciudad

Todo eso está muy bien. Pero no hay que olvidar que, aparcamientos aparte, nos quitaron las canchas de baloncesto, con sus correspondientes gradas, y la pista de furbito. Se supone que todo cambio ha de ser para mejor, cosa que no se logrará si no se encuentra un hueco, que lo hay, para restituir lo que desapareció en materia de ocio y esparcimiento en una Santa Cruz cada vez más apagada y más necesitada de distracción sana para la juventud. Además, su disfrute podría extenderse a lo largo de todo el año, no durante unos pocos días de verano. Así que ya pueden ir teniéndolo bien en cuenta los señores políticos, concejales, técnicos y demás interesados. Y como alguien dijo en cierto periódico digital: “Que no nos vengan con el cuento de que para eso ya tenemos el pabellón Roberto Estrello o la ciudad deportiva Miraflores. No señor. Los queremos al aire libre, como los de antes; queremos que haya ambiente en la ciudad, que se anime esa zona con los encuentros y entrenamientos habituales, como también sucedía antes “.
Y algo más para terminar. Hay un buen tramo de acera que todavía sigue ocupado por los vehículos que aparcan en ella. Y hay un tremendo hueco desaprovechado, solo utilizado durante la Bajada de la Virgen o los Indianos, dentro del puerto, a la derecha del silo de cemento. ¿No podría mediar el Ayuntamiento, que tantas ganas tiene de hacer las cosas bien, para ocupar aquellas plazas de aparcamiento y dejar libre de una vez esa acera? Sería ideal, toda una muestra de buena voluntad para empezar a cambiar de verdad la imagen de Santa Cruz.